El independentismo y la estadidad

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Desde hace mucho, el independentismo ha objetado que en un proceso de descolonización (plebiscito, asamblea constitucional) se incluyan opciones coloniales, como el ELA. Pero no se ha objetado que se incluya la estadidad. Todos los modelos de asamblea constitucional de status incluyen la opción estadista. Cuando se exige que no haya opciones coloniales, pero se acepta que la estadidad sea una de las opciones, se está reconociendo que la estadidad es una opción no colonial. El documento de Victoria Ciudadana, que algunos han objetado, no dice otra cosa.
Por otro lado, el independentismo históricamente ha exigido que el proceso de descolonización se ajuste al derecho internacional y, más concretamente, a las resoluciones de la ONU sobre este tema. Algunos compañeros planteaban, por ejemplo, que Victoria Ciudadana, en cuanto al status, debía declarar que reconocía las opciones señaladas por el derecho internacional. Pero eso no permite evadir el tema de la estadidad. La gente sin duda, y justificadamente, preguntará: ¿Y qué opciones reconoce el derecho internacional? ¿Esas opciones incluyen la estadidad? A esto tendríamos que contestar: la Resolución 1541 (XV), aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1960, establece tres opciones para alcanzar el gobierno propio: la independencia, la libre asociación y la integración a un Estado independiente. Estados Unidos es un Estado independiente. La estadidad es una integración a Estados Unidos. Es decir, en el caso de Puerto Rico, la estadidad es una de las formas que la Resolución 1541 (XV) reconoce como formas de alcanzar el gobierno propio. No es la opción que los independentistas apoyamos. Es una opción que los independentistas, como defensores de otra opción, rechazamos. Pero es una de las opciones. No se puede reclamar que el proceso se ajuste al derecho internacional, como siempre ha dicho el independentismo, y luego objetar que la estadidad aparezca como una de las opciones en el proceso de descolonización.
La resolución señalada establece algunas condiciones previas para que la opción de integración sea avalada: podemos exigir que esas condiciones se cumplan, pero eso no cambia lo indicado arriba. Sigue siendo una de las opciones.
Esto tampoco debe confundirse con el problema de las opciones a las que tenemos derecho. De las opciones no coloniales reconocidas por la ONU, solo tenemos derecho a la independencia. La libre asociación depende de que alguien quiera asociarse con nosotros; la integración, de que alguien esté dispuesto a que nos integremos. Pero eso no quita que las tres sean formas de llegar al gobierno propio, entre las cuales nosotros favorecemos la independencia.
¿Por qué tanta reticencia a aceptar este planteamiento, implícito en la práctica del independentismo desde hace mucho y conforme al derecho internacional al que siempre se apela? Quizás se piensa que reconocer la estadidad como no colonial implica apoyar la estadidad, o dejar de apoyar la independencia. Pero esto es incorrecto. Se puede afirmar que la estadidad no es colonial y seguir rechazándola, pues pensamos que existe una mejor opción: la independencia. Reconocer lo primero en nada debilita lo segundo. Reconozcamos entonces, como en la práctica hemos reconocido desde hace mucho, y como plantea el derecho internacional, que hay tres opciones descolonizadoras y concentrémonos en demostrar que la nuestra, la independencia, es la mejor opción.
Lo otro sería echar a un lado el derecho internacional, la Resolución 1541 (XV) y plantear que cualquier proceso que incluya la estadidad sería ilegítimo desde nuestro punto de vista. O plantear que no se cree en plebiscito o asamblea de tipo alguno, que no sea la que está precedida por lo que hace años se llamaba la transferencia de poderes a Puerto Rico. Estas son posiciones legítimas y coherentes. Pero esa no es la postura de quienes reclaman respeto al derecho internacional y aceptan una asamblea constitucional de estatus en la que participe la estadidad, pero luego objetan que se le describa como no colonial. Esa opción no es consistente ni coherente. (Irónicamente, algunos de los que han criticado la inclusión de la fórmula sobre la estadidad en el documento del MVC se han unido al llamado de «transformar» el PPD, uno de los pilares de nuestra política colonial: pero ese es tema para otro artículo.)
Por otro lado, a menudo escuchamos declaraciones que rechazan la estadidad porque «Estados Unidos es un país racista» (o alguna variante de esta idea). Bajo la estadidad, se plantea, Puerto Rico siempre sería un pueblo discriminado, marginado, maltratado. Hay buenas y malas razones para oponerse a la estadidad. Hay muchas maneras de oponerse a la estadidad. Aclaramos que nos oponemos a la estadidad, pero no por esta razón. Ante este argumento contra la estadidad, preguntamos, ¿en qué situación quedan los puertorriqueños, los afroamericanos, los demás latinos e inmigrantes en Estados Unidos? ¿Están condenados a la opresión y discriminación perpetuas? ¿Será que en Estados Unidos las luchas democráticas, sociales y laborales están condenadas al fracaso? ¿Será que el cambio social es imposible en Estados Unidos? ¿Será que la lucha por la liberación y la lucha de clases existe en todo el mundo, menos en Estados Unidos? ¿No es esta una visión estática de la realidad social? ¿No vincula esta concepción la idea de la independencia a esa visión estática e incorrecta de la sociedad norteamericana? ¿Qué decimos a los movimientos progresistas en Estados Unidos? ¿Qué decimos a los movimientos de los puertorriqueños y latinos en Estados Unidos: que queremos la independencia, pues pensamos que sus luchas están derrotadas de antemano y para siempre?
Nuestra perspectiva parte de la concepción opuesta. No partimos de una visión estática o fatalista de esa o de cualquier sociedad. No se apoya en la idea de que Estados Unidos sea irremediablemente un país racista. No se apoya en la suposición de que las luchas progresistas en ese país están condenadas al fracaso. Se apoya, primero, en el hecho de que la independencia es lo que más conviene a Puerto Rico y se apoya, segundo, en una visión dinámica de la sociedad norteamericana. Se apoya en el hecho de que en Estados Unidos existen importantes luchas contra el racismo, en defensa de la clase trabajadora, del ambiente. Se apoya en la convicción de que esas luchas pueden transformar la sociedad norteamericana, de la cual son parte millones de puertorriqueños. Y se apoya, además, en la búsqueda de alianzas con esas luchas: no luchamos por la independencia pensando que Estados Unidos es un país racista, sino convencidos que puede y debe y dejará de serlo. Luchamos por la independencia, en fin, desde una perspectiva internacionalista que busca hermanar las luchas progresistas en todas partes del mundo.
Así que dejemos de luchar por la independencia porque «Estados Unidos es un país racista» y empecemos a defenderla porque es lo que más le conviene a Puerto Rico y a entender que esa lucha es hermana de la lucha por el cambio social en otras partes, incluyendo Estados Unidos.
Por último, cuando hemos planteado medidas concretas inmediatas (auditar la deuda y cancelar la parte ilegítima, cortarle los fondos a la Junta de Control, promover la soberanía alimentaria, o medidas similares) hemos oído la crítica que nada puede hacerse si no se va a la raíz del problema, la colonia, y si no se plantea la solución que el problema exige: la independencia. Crear un movimiento que proponga esas medidas, pero que no plantee la independencia, es evadir el problema fundamental. Este argumento es falso, doblemente.
Es falso, en primer lugar, porque padece de lo que critica: no va al fondo del problema. La colonia es parte del problema, sin duda, y la independencia es parte de la solución. Pero no son la totalidad del problema ni de la solución, como parecen sugerir los que critican al PPT o ahora al MVC por no asumir la defensa de la independencia. Hay países independientes que tienen iguales, parecidos o peores problemas que nosotros. El problema de fondo, si se quiere ir al fondo, son las reglas, tendencias y estructuras del capitalismo. Decir que la independencia es necesaria es cierto, decir o implicar que con la independencia basta, es falso. Así que si se quiere ir a la raíz del problema dígase, no que nada puede hacerse sin la independencia, dígase, más bien y para ser radicalmente exacto, que nada puede hacerse sin abolir el capitalismo. Crear un movimiento que defienda la independencia, pero que no plantee el problema del capitalismo, sería también evadir el problema fundamental.
Pero tal posición es falsa, en segundo lugar, porque decir que nada puede hacerse hasta que llegue la independencia (o el socialismo) es asegurarse que la independencia o el socialismo nunca lleguen, pues la única forma en que la gente puede descubrir y descubre la necesidad de tales cambios es luchando ahora, en el presente, bajo el colonialismo y el capitalismo contra las consecuencias de ambos.
De poco sirven las profesiones de fe independentista (o socialista) si no construimos esos movimientos. Y eso tenemos que hacerlo no solo con los independentistas, sino con la mayoría de nuestro pueblo que no lo es. Es la única forma de que lleguen a serlo.
¿Qué podemos decirle, por ejemplo, al amplio sector del pueblo trabajador que apoya la estadidad, golpeado por las políticas del PNP, que mantiene su lealtad agarrándose del tema del status? A ese pueblo podemos plantearle: les proponemos un movimiento amplio, fuera del PNP y el PPD, que apoye la descolonización, en el que ustedes no tienen que renunciar a su perspectiva estadista, ni nosotros a nuestra perspectiva independentista. Podemos ponernos de acuerdo en un mecanismo para la descolonización y en un programa contra el neoliberalismo que nos destruye, el gobierno corrupto que nos corroe y la Junta de Control que nos estrangula. Reconocemos que la opción que ustedes defienden está reconocida por el derecho internacional y respetamos su derecho a defenderla. Pero somo honestos: no la compartimos. Nos parece que no es lo que Puerto Rico necesita. Consideramos que lo que Puerto Rico necesita es la independencia. Pero estamos dispuestos a colaborar lealmente con ustedes en la construcción de un nuevo movimiento contra la corrupción, el neoliberalismo y por la descolonización, pero que no defiende una opción de status. Cada cual retiene el derecho de defender la suya. De esa forma podemos promover algo que empiece a estremecer la conciencia de nuestro pueblo y a transformar la realidad política del país. Es el paso que podemos dar en este momento. Que podemos y debemos.