Hacia nuevos horizontes en la economía solidaria
Para Alejandro Silva, presidente de la Asociación de Economistas de Puerto Rico, “el mayor logro fue congregar personas y organizaciones que comparten el objetivo de impulsar el desarrollo económico comunitario. A través de esta experiencia, esfuerzos que se realizan de forma aislada pueden potenciarse a un nivel superior. La posibilidad de construir redes entre estos actores sociales podría canalizar desarrollos de mayor alcance. Se requiere impulsar alguna forma de institucionalización de la experiencia para que sirva de instrumento organizativo”, reflexionó el economista.
Las actividades de la semana iniciaron con una presentación a cargo del profesor José Manuel Saíz Álvarez, de la Universidad de Nebrija, quien comentó la trayectoria de la economía solidaria en España. La Asociación de Economistas de Puerto Rico, Agenda Ciudadana, la Liga de Cooperativas y la Vicaría de Pastoral de la Diócesis de Caguas también presentaron sus visiones del tema, entre otras organizaciones. La semana se completó con visitas a proyectos de desarrollo comunitario y solidario, como P.E.C.E.S. en Humacao, el Centro Sor Isolina Ferré en Caimito y las empresas de la Congregación Mita en Hato Rey.
Silva vio una oportunidad en ciernes con la participación “activa y emotiva” de integrantes de la Asamblea Legislativa en alguna de las actividades. “Esto abre un espacio para que el Estado asuma un rol de liderato no jerárquico que modifique los enfoques asistencialistas por los de autogestión y empoderamiento comunitario”.
De sus impresiones sobre Puerto Rico, el profesor Saíz destacó: «Dado el proceso de crisis estructural en el que se encuentra, la solución ha de nacer desde el interior de la isla para así, a medio y largo plazo, disminuir la fuerte dependencia que tiene de los Estados Unidos. Para ello, la economía solidaria, con la creación de cooperativas, mutualidades, fundaciones, asociaciones profesionales y microempresas solidarias, puede constituir el germen para el desarrollo de la isla”.
Para Nelson Reyes, experto en microempresas comunitarias, hay mucha tarea que hacer. “Las ideas de Saíz Álvarez nos invitan a continuar mirando otras formas de hacer economía, para darle otro giro al capitalismo como forma socio-económica de organizar la sociedad […] En la economía de solidaridad latinoamericana la propuesta es desde una perspectiva de libre mercado que opera desde el “Factor C”: colaboración, cooperación, compañerismo, comunión. No puede operar desde la lógica del capital”. Reyes valora de la experiencia que “nos reafirmó que en el mundo se están trabajando nuevas formas de hacer economía y que la empresa-familia es un tema de estudio que a nivel local no se ha investigado lo suficiente”.
Por su parte, Eduardo Quijano, director del Centro de Servicios a la Comunidad de la Universidad Metropolitana y organizador de la actividad, apunta que las visitas revelaron a la comunidad y al municipio como las unidades básicas de planificación para una economía solidaria. “Hay que partir de ahí para iniciar un programa de desarrollo económico endógeno. Las cooperativas de ahorro y crédito que existen en los diferentes municipios deben contribuir a la incubación de negocios y empresas solidarias”.
Sobre el papel de las universidades, Quijano subrayó: “A la academia le toca realizar la investigación científica para que la actividad económica sea la más eficiente posible y que la actividad empresarial solidaria sea fiel a los valores fundamentales de la solidaridad y la sustentabilidad todo el tiempo”.
Destacó también el concepto del “Bosque Modelo” promovido por Agenda Ciudadana y Casa Pueblo como una estrategia de desarrollo sustentable. A su juicio, la creación de microempresas para la montaña amerita concentrar esfuerzos para ver resultados concretos a corto plazo, como nuevas microempresas incubadas y potenciadas bajo este concepto.
“La crisis que vive Puerto Rico se debe a que el modelo económico colapsó y ya no da más. El modelo de empresa que Puerto Rico y el mundo necesita se ha de crear no bajo la lógica del “lucro” para unos inversionistas sino desde la lógica del derecho humano a un trabajo digno en el que el ser humano pueda realizar todas sus potencialidades creadoras. Por eso, reconocemos que la familia-empresa, la microempresa, las cooperativas, las corporaciones especiales propiedad de trabajadores son un camino principal e indispensable para crear un tejido empresarial de economía solidaria”, resumió Quijano.