La encrucijada electoral
La situación electoral en Puerto Rico es frustrante y a la vez, patética. Los candidatos a gobernador de los dos principales partidos no convencen a nadie, el incumbente Luis Fortuño, del Partido Nuevo Progresista (PNP), por lo mentiroso, tramposo y defensor de los ricos que ha resultado ser como Gobernador y el senador Alejandro García Padilla, del Partido Popular Democrático (PPD), porque sencillamente no convence.
García Padilla es llanito, no tiene carisma y no presenta nada nuevo para el pueblo excepto machacar sobre los errores y desaciertos de Fortuño. Solo hay que ver el llamado a que se vote “sí” en la primera pregunta del plebiscito sobre status -apoyando el mantener la relación colonial con Estados Unidos- porque representaría un voto contra Fortuño (absurdo) y su anuncio de que votará a favor de limitar el derecho a la fianza en ciertos casos de asesinatos en el referéndum de agosto a pesar de que votó en contra de la legislación que convocó la consulta.
Como van las cosas y por lo que uno escucha en la radio y en la calle, la contienda entre Fortuño y García Padilla será bien cerrada, aunque el candidato del PPD debe ganar por defecto. Pero no se puede descartar la posibilidad de que el PNP se robe las elecciones; solo hay que mirar con detenimiento lo que está pasando en la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) con las primarias en Guaynabo y los cambios que han hecho a la Ley Electoral, entre estos enmiendas para eliminar el requisito de que las decisiones relacionadas al sistema electoral sean por consenso de todos los comisionados.
Francamente, no tengo mucha esperanza de que García Padilla sea mucho mejor que Fortuño, pero por lo menos creo que simplemente para proteger ese status que tanto adora, el ELA, echará para atrás las peores acciones de Fortuño y sus compinches.
En realidad creo que la clave de lo que pase en el próximo cuatrienio está en las elecciones para los escaños legislativos. Si la plancha de energúmenos del PNP gana la mayoría en uno de los dos cuerpos, pondrán la tranquilla a cualquier propuesta para echar para atrás las políticas de Fortuño; si ganan ambos cuerpos, no solamente van a fortalecer las políticas implantadas bajo Fortuño sino que tendrán mano libre para imponer la visión de Tomás Rivera Schatz, porque si Fortuño pierde las elecciones ganan Cámara y Senado, el actual Presidente del Senado seguirá en el puesto y tomará las riendas del partido. Con su demostrada preferencia por defender a los corruptos, poner los intereses partidistas por encima de los del pueblo y su animosidad contra la prensa, ya sabemos lo que nos esperaría.
Los candidatos del PPD, por lo general, demuestran dos o tres grados mayores de inteligencia que los del PNP, aunque nunca -con contadas excepciones- han podido sobreponerse al miedo de cualquier cosa que huela a soberanía, aun entre los llamados soberanistas, y la experiencia con los populares ha sido que no necesariamente cumplen a cabalidad con las promesas que hacen durante la campaña eleccionaria.
No obstante, ante el disgusto del pueblo con la Administración Fortuño, si los populares ganan la mayoría en ambas cámaras pero pierden la gobernación creo que se verían obligados a echar para atrás las políticas de Fortuño y el PNP y por lo menos detenerlos en sus intenciones de continuar con las políticas anti-obreras y privatizadoras y de favorecer a sus allegados.
La ficha de tranque aquí es la aparición en la escena electoral del Movimiento Unión Soberanista (MUS) y el Partido del Pueblo Trabajador (PPT). Sus candidatos son buenos y presentan buenas ideas cónsonas con los intereses del pueblo. Deberían ser electos porque tienen ideas de avanzada que pueden ayudar al pueblo a salir del atolladero en que nos han metido el PNP y el PPD en los pasados 30-35 años.
El problema es que la mayoría de los electores que podrían estar más atraídos a votar por estos candidatos normalmente votarían por candidatos del PPD y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), lo que ha arrancado un grito de pánico entre el liderato popular argumentando que votar por esos partidos minoritarios prácticamente garantizaría la reelección de Fortuño y sus compinches por lo que el único “voto útil” es el voto por el PPD.
La esperanza es que muchos electores novoprogresistas disgustados con las políticas y el desempeño de Fortuño y sus legisladores voten por estos candidatos para no votar por candidatos populares. Esa esperanza no es tan descabellada como parece si uno se deja llevar por los resultados de las encuestas publicadas recientemente y lo que uno escucha en la radio.
No obstante, estoy de acuerdo con lo planteado por Wilda Rodríguez en su columna publicada en El Nuevo Día el lunes (4 de junio 2012). En algún momento tenemos que descartar esa actitud de votar por el menos malo para tumbar un incumbente peor y decidir elegir personas capacitadas y preparadas no solamente para proponer soluciones viables y justas a los problemas de Puerto Rico, sino dispuestos a dialogar, negociar y formar alianzas con otros legisladores, organizaciones y agrupaciones para adelantar esas propuestas con el bien común como norte.
No tengo duda alguna que el PPD y el PNP se repartirán la mayoría de los escaños en el Senado y la Cámara. Sin embargo, si elegimos a suficientes candidatos del MUS y el PPT para que ni los populares ni los novoprogresistas tengan una mayoría simple en por lo menos uno de los cuerpos, se verían obligados a buscar alianzas con los partidos minoritarios para aprobar legislación, lo que abriría la puerta para que estos nuevos legisladores adelanten los intereses del pueblo y pongan tranquilla a las propuestas politiqueras y partidistas de la mayoría.
El PIP y el movimiento independentista
Habrán notado que hasta ahora solo hice una mención somera del Partido Independentista Puertorriqueño. Su candidato a gobernador, Juan Dalmau Ramírez, es inteligente, dinámico y, por lo general, presenta buenas ideas, al igual que los candidatos pipiolos a la Asamblea Legislativa. Pero los candidatos del PIP tienen un gran defecto que no han podido, o no han querido, subsanar: su obsesión casi enfermiza contra el Partido Popular y su rechazo total a realizar alianzas con otros sectores del independentismo, insistiendo siempre en que ellos son los portaestandartes de la independencia y nadie más y que el que difiere de ellos es en realidad un popular tapadito.
Esta actitud es la razón por la que en las últimas dos elecciones generales han perdido votos a tal nivel que han perdido su franquicia electoral y se han visto obligados a reinscribirse como partido electoral. Es necesario que dejen esa actitud elitista y arrogante e inicien un diálogo serio con el resto del independentismo con la meta de crear un frente electoral basado en unas propuestas de consenso. Es lo único que en esta etapa de conciencia del pueblo puertorriqueño va a lograr algún avance en el movimiento independentista.
Eso va también para las organizaciones socialistas que rechazan participar en las elecciones por ser estas coloniales en naturaleza y, por lo tanto, una farsa. Ese análisis tiene como base una realidad latente: las elecciones en una colonia tienen el propósito de mantener al pueblo dividido y, por lo tanto, fácil de manipular para mantener las riendas del gobierno colonialista en manos de allegados de la metrópoli. Lo vemos en Puerto Rico a través de toda nuestra historia bajo la bandera estadounidense .
Pero hay otro aspecto de la realidad puertorriqueña que cualquier revolucionario socialista debe tomar en cuenta: la gran mayoría de este pueblo todavía cree en las elecciones. Un 75-85 por ciento vota consistentemente en las elecciones generales. ¿Que el pueblo está engañado y sigue respondiendo a la manipulación capitalista? Sí. Pero esa creencia no se combate dándole la espalda al pueblo en la cuestión de las elecciones. Con esa actitud el socialismo independentista solo ha logrado marginarse del pueblo.
No estoy promoviendo que cada organización se convierta en un partido electoral sino que se unan en alianza con otras organizaciones independentistas y socialistas en un frente común para apoyar ciertos candidatos comprometidos con propuestas específicas, pero seguir también con sus propias estrategias de lucha y su independencia organizativa.
Las propuestas básicas en las cuales entiendo que ya hay consenso son:
–Convocar a una convención constitucional para resolver el problema del status;
–defender el ambiente;
–preservar los terrenos agrícolas y desarrollar la agricultura;
–fomentar el desarrollo de empresas netamente puertorriqueñas; y
–implantar un seguro de salud universal.
Estas elecciones representan una encrucijada más en la historia de Puerto Rico en la que los puertorriqueños demostraremos si vamos a seguir de rodillas, políticamente hablando, sometiéndonos a los abusos del partidismo desmedido y los intereses de Estados Unidos o si vamos a comenzar a tomar las riendas de nuestro futuro como pueblo.
* Publicado originalmente en el Blog Guillotinadas.