¿Literatura Comparada?
Aunque no ha sido nuestro caso, el problema de habitar una cultura gregaria de familia demasiado extendida, conlleva que a mis hijos no les haya faltado escuchar a otros padres y madres “bien intencionados” que se me acercan directamente a sugerir que agarre por los hombros a mi hija a ver si con un buen remezón “vuelve en sí” y “se da cuenta de que estudiar cine es tirar al desperdicio su inteligencia matemática y científica” cuando podría, sin dudas, agarrarse al menos un rol de “extra” como doctora, ingeniera, comerciante o una de esas otras profesiones en serie, pero útiles y lucrativas. Ni hablar de la tristeza que les causa que mi hijo planee seguir estudios de posgrado en arqueología del Medio Oriente. Devotos y preocupados, rezan por él todos los días. Porque ¿a qué sujeto con dos dedos de frente, y con una cara que no se sabe si es medio judía o medio árabe, se le puede ocurrir andar excavando boquetes en Israel o en Jordania?
Tan mala madre, incapaz de disuadir a sus propios hijos del peligro de vivir su propia vida, no debería ponerse a aconsejar a nadie. Por eso mismo, joven, si a usted le apasiona escribir, crear, contemplar la belleza de la naturaleza y el arte, conocer lugares extraños mediante la aventura literaria, o agarrar la palabra y el podio con más verbosidad y eficacia que cualquiera de nuestros políticos, no le haga ningún caso a esta profesora de Literatura Comparada, porque además no pienso explicarle lo que puede encontrar en la página de la red de nuestro departamento. Mejor escuchar las experiencias, buenas y malas, de algunos de nuestros jóvenes egresados durante la primera década del siglo XXI, mirar qué caminos han transitado y pensar si pudiera ser esta una opción para abrirse paso en el mundo académico y laboral dando rienda suelta a su propia pasión por el poder de la palabra.
Les presento a Alfredo Nieves Moreno (B.A. 2002), Catedrático Auxiliar del Departamento de Comunicaciones en la Universidad Metropolitana. Me explica que está completando la tesis para obtener un doctorado en Ciencias Empresariales de la Universidad Antonio de Nebrija en Madrid, y esto me lleva inmediatamente a preguntar cómo la Literatura Comparada puede llevar a alguien a ser profesor de comunicaciones e interesarse por las Ciencias Empresariales. Nos dice Alfredo:
“Combiné mis estudios de bachillerato en Literatura Comparada de la U.P.R. con una maestría en Medios y Cultura Contemporánea de la Universidad del Sagrado Corazón, un Posgrado en Gestión Cultural y Política Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana de México y con el doctorado en Ciencias Empresariales que al momento me dispongo a completar en la Universidad Antonio de Nebrija en Madrid. El bachillerato, en conjunto con el enfoque multidisciplinario de mi formación, me ha ayudado a desempeñarme en campos variados como el de la publicidad, las relaciones públicas, el periodismo, el campo editorial y de publicaciones, así como en áreas relacionadas a la comunicación estratégica, el mercadeo social, la palabra, la docencia y la administración académica. La Literatura Comparada fue base indispensable de todo ese tránsito y sigue siendo hoy elemento clave de mi desempeño diario”.
A la pregunta de cómo la Literatura Comparada puede ser “la base indispensable” de lo que él mismo llama un “tránsito”, contesta con seguridad que “los contenidos discutidos en el bachillerato, el pensamiento crítico, las destrezas de investigación y el lenguaje (en su noción amplia)” lo han ayudado en su “práctica profesional y vida personal además de desarrollar sensibilidad estética y hacerme más consciente sobre cómo los procesos sociopolíticos se manifiestan en las creaciones humanas….en este caso literarias”. Sobre la experiencia más positiva y la más negativa en ese tránsito por la U.P.R., explica Alfredo que “la más positiva fue la capacidad de los profesores y los contenidos de los cursos. La más negativa, que muy pocas veces experimenté un sentido de pertenencia hacia el Departamento. Creo que era fragmentado y que los compañeros estudiantes no colaboraban lo suficiente entre sí”.
La percepción de Alfredo Nieves de su paso por el Departamento de Literatura Comparada como un tránsito formativo para su desarrollo como comunicador, gestor cultural, interés por las Ciencias Empresariales y la construcción de una visión de mundo propia me hace recordar a compañeros de curso de los 80 que son hoy colegas y columnistas de 80grados y gestores culturales. Algunos de nuestros egresados son promotores de la cultura que contribuyen a mover la economía de nuestro país, educando la sensibilidad y buen gusto de la comunidad. Estudiantes de doble concentración en Literatura Comparada y Teatro, como Sylvia Bofill y Mila Aponte, por ejemplo, se han lanzado recientemente a empresas culturales de interés después de haber continuado estudios graduados en Nueva York, en Columbia y N.Y.U., respectivamente. Sylvia escribe, dirige y enseña drama en la U.P.R., mientras Mila conecta las empresas culturales por medio de la red con su conocimiento en “Humanidades Digitales” (Digital Humanities).
Lucía Fayad Sanz (B.A. 2005, M.A. 2010), además de doble reincidente como estudiante del Departamento de Literatura Comparada de la U.P.R., toma actualmente un curso de oyente en el Programa de Lingüística mientras se desempeña como maestra de español de séptimo, noveno y undécimo grado en Baldwin School. Hizo su tesis bajo la dirección de la Dra.Vilar y fue una de mis asistentes de investigación. Según Lucía, “El nombre del Departamento de Literatura Comparada de la U.P.R. escrito en mi resumé, junto a los de los profesores, me abrieron las puertas de las dos grandes experiencias laborales que he tenido (en Santillana y en Baldwin). Además, la capacidad para organizarme, tener estructura y comunicarme efectivamente, son habilidades que cultivé en Comparada y que me han ayudado muchísimo”. Su B.A. y M.A. le han permitido, según Lucía, “adquirir y desarrollar destrezas de análisis, investigación, redacción”, entre otras. Dice no haber tenido ninguna experiencia negativa en el Departamento y lo recuerda con alegría: “porque, junto a mi desarrollo como individuo, crecí intelectualmente y establecí vínculos con académicos profesionales que se convirtieron en mis modelos. También conocí personas despiertas, críticas, sensibles, es decir, a mis amigos”. Lucía, quien estudió tres años después que Alfredo, se sintió más integrada en el Departamento, pero como él, lo recomienda por razones muy similares; el acercamiento a una “cultura general, sentido histórico de la literatura, comprensión más amplia del mundo que nos rodea y una gran sensibilidad estética”.
Como Lucía, muchos de nuestros exalumnos de bachillerato o del programa graduado de maestría, comparten o han compartido su amplio conocimiento cultural y literario en escuelas privadas como el Colegio Puertorriqueño de Niñas (la Lcda. Gloria Custodio, M.A. 2008, también mi asistente de investigación), Colegio San Ignacio (Cezzane Cardona, M.A. 2013), Colegio San José (Natalia Lugo), Baldwin (Kelvin Durán), Robinson School (Michael Montás), Tasis (Beatriz Ramírez Betances), entre otros. Es mi apreciación que cualquier escuela preparatoria de la isla interesada en formar exitosamente a sus alumnos para exámenes avanzados (A.P.) de Literatura Mundial (World Literature), debería tomar en cuenta a nuestros egresados. El Departamento de Educación podría ampliar las opciones de sus estudiantes más allá de la excelente posibilidad de tomar cursos y exámenes avanzados de español, inglés y matemáticas, para abrir su pensamiento a una perspectiva más global, más allá del inglés y el español, y del triángulo cultural entre Puerto Rico, España y Estados Unidos.
La apertura y hasta el choque de miras de la Literatura Comparada sedujo a Antonio Delgado (M.A. 2006), cuya tesis fue dirigida por el Dr. Juan Duchesne (ahora profesor en la Universidad de Pittsburgh). Antonio se desempeña actualmente como miembro de la facultad adjunta en College of New Rochelle en Harlem, New York, donde enseña “Introducción a la escritura autobiográfica”, “Escritura para la experiencia visual”, “Lógica y argumentación”, “Pasajes americanos” y “Pensamiento crítico”, a la vez que se prepara para una entrevista de trabajo y la pronta defensa de tesis doctoral sobre Samuel Beckett y James Joyce en Florida State University. Al preguntarle de qué forma sus estudios en nuestro Departamento le han ayudado a proseguir grados posteriores a nivel graduado, Antonio reflexiona hipotéticamente: “Sin la maestría en Literatura Comparada puede que jamás hubiera tenido la oportunidad de trabajar en mi tesis doctoral con un discípulo de Samuel Beckett”.
Antonio afirma categóricamente que la preparación en Literatura Comparada, más que su doctorado, le ha abierto la capacidad de “pensamiento crítico”, y añade que la considera también “más sólida e incisiva que en otros departamentos de la U.P.R.”. Según Antonio, su experiencia más negativa en el Departamento es también la más positiva: “El proceso de pensamiento no se da nunca sin dificultad, es una experiencia intensa que incluye muchos desacuerdos y acaloradas discusiones”. Antonio dice haber ganado sus mejores amigos a través de desacuerdos; considera imperativas la discusión y la divergencia y afirma que sus clases de literatura en Puerto Rico fueron, por eso, más interesantes: “Llevo tiempo diciendo que lo que sé, lo aprendí en mi maestría. Mi disciplina y saber se lo debo a la Literatura Comparada”.
El gusto por debatir y pensar a partir del desacuerdo, no es exclusivo de estudiantes que, como Antonio, optan por proseguir estudios en el campo de la literatura. Muchas de nuestras egresadas del bachillerato en Literatura Comparada siguieron estudios en la Escuela de Derecho: Rosaelena Suárez, Carolina Jordán, María de Lourdes Mestre, Jesenia Centeno, Ivelisse Morales, Ariadna Godreau, Idenis Guzmán, Ataveyra Medina, entre otras. Las recuerdo por haber pasado alguna vez por el escritorio de mi “consejería” (práctica eliminada por el recorte presupuestario de la U.P.R.) o por sufrir escribir una tesina en mi seminario sobre “Teatro isabelino y del Siglo de Oro” o el de “Novella europea y discurso legal”. Habría que preguntarle a los profesores de Derecho, pero sospecho que los latigazos de escritura, investigación minuciosa y análisis de textos que atraviesan fronteras nacionales y lingüísticas avivan la capacidad de argumentar y contraargumentar sobre ficciones legales.
Hay también estudiantes talentosos como Nathalia Santos (B.A. 2013), quien entra al departamento con la meta de convertirse en abogada y al lograr la entrada a la Escuela de Derecho, opta por declinar la oferta para lanzarse a solicitar estudios de posgrado en Canadá convirtiendo lo que inicialmente era solo un medio en su meta. Según Nathalia, la Literatura Comparada la ayudó “a desarrollar el libre pensamiento y la creación, y por lo mismo deseo continuar estudios graduados”. Nos dice que “mucho más allá de leer textos, la Literatura Comparada nos permite apreciar, analizar y cuestionar la creación literaria como respuesta, reacción o espejo de unos contextos históricos y de unas sensibilidades particulares. El poder de la literatura, […] nos mantiene en guardia, leyendo entre líneas, y evitamos caer dentro del aletargamiento que pueden crear en nosotros libros que, dentro de su presunta inocencia, esconden las malas intenciones que diferentes grupos, instituciones o particulares se proponen sembrar en el pensamiento de sus lectores”.
Nathalia también analiza críticamente su experiencia en nuestro departamento por el énfasis en lo europeo, lo clásico y lo occidental: “Me hubiese gustado estudiar los movimientos y periodos literarios, no solamente dentro de su contexto histórico específico, sino en relación/contraste a lo que ocurría mientras tanto en el resto del mundo (en ‘Oriente’, África, Asia, el este de Europa, etc.)”. Entre las experiencias positivas, menciona: “la orientación exhaustiva que recibimos los estudiantes a la hora de embarcarnos en investigaciones; las clases interdisciplinarias que han ofrecido en colaboración con otros departamentos; las actividades que ha realizado el Departamento (taller de islandés antiguo, charlas, actividades de confraternización, etc.); la disponibilidad de los profesores, entre otros”.
Nathalia tiene dominio del español, el inglés y el francés. Debo alertarlos, no sea que los agarre por sorpresa: el Departamento de Literatura Comparada requiere completar un mínimo de dos años de estudio en una tercera lengua, además de enfatizar el dominio completo del español y el inglés. Esto no fue tampoco impedimento alguno para Jeannette Acevedo (B.A. 2004, M.A. 2007), discípula de la Dra. Mara Negrón (1960-2012). Jeannette está completando un doctorado en Romance Studies en Duke University, donde se especializa en español y francés, mientras como parte de su beca doctoral, enseña “distintos niveles de lengua y literatura en español y francés”. Según Jeannette:
“Mi formación en Literatura Comparada ha sido medular para todo mi trabajo a nivel doctoral en Duke. La base literaria y teórica que obtuve en la IUPI no tiene nada que envidiarle a la de mis colegas que hicieron estudios en universidades en Estados Unidos (especialmente a la de aquellos que hicieron solo estudios subgraduados antes de comenzar el doctorado). La única área en la que aún necesitaba trabajar al comenzar mi doctorado fue el contexto histórico del periodo en el que me estoy enfocando en mi investigación (Francia y España en el siglo diecinueve). Creo que nuestro Departamento en Río Piedras está (o estaba en el momento en el que yo estaba completando estudios allí) mucho más enfocado en teoría. Esto fue muy útil para mí en otros aspectos. Las lagunas en historia pude trabajarlas tomando cursos o haciendo investigación en Duke”.
Jeannette trae a colación un aspecto crucial, puesto que a raíz del Nuevo Bachillerato se les exige a nuestros estudiantes no uno, sino dos semestres de teoría literaria, mientras el deceso inesperado de Mara Negrón y la pérdida de varios profesores de planta y colaboradores permanentes del Departamento por retiro o contratación en otras instituciones, y la perenne congelación de sus plazas, amenaza nuestra oferta en este renglón tan importante.
Al resumir su mejor experiencia en el departamento, Jeannette nos contesta: “[Lo] más positivo que obtuve durante mis estudios en Literatura Comparada (y esto tiene que ver con el Departamento y no con la disciplina) fue la riqueza de la formación en términos de perspectivas literarias y teóricas. Cuando comencé en Duke estaba muy sorprendida al hablar con colegas que nunca habían leído nada de literatura rusa o deconstrucción. Aunque no es una experiencia específica, eso es quizá lo más positivo que obtuve del programa”. A su vez, Jeannette señala que aunque no lo percibía en el momento, la exigencia de un examen de grado y una tesis alargó el tiempo de obtención de la maestría comenzando el doctorado mucho más tarde de lo que hubiese preferido. Añade que en la mayoría de los programas se hace tesis o examen de maestría y ella “hubiera preferido hacer solo la tesis pues es mejor práctica para el trabajo que se hace durante el doctorado”. Esta es definitivamente una crítica constructiva que deberían considerar todos los departamentos. ¿Por qué la U.P.R. sigue exigiendo ambos ejercicios para una maestría si universidades de prestigio (Harvard, Duke, Columbia, entre otras) con gran ayuda financiera para los estudiantes y sin congelación dramática de plazas de profesores solo exigen una?
A diferencia de Jeannette y Lucía, Emmanuel Ramírez Nieves (M.A. 2007) hizo primero un Bachillerato en Comunicación Pública en la U.P.R. (C.O.P.U.) y prosiguió estudios de maestría en el Departamento de Literatura Comparada. Su tesis fue dirigida por Rubén Ríos Ávila e igual que Lucía y Gloria Custodio, fue mi ayudante de investigación. Emmanuel estudia en el programa doctoral de Literatura Comparada en Harvard University y se encuentra en estos momentos en el proceso de escritura de una disertación doctoral “acerca de narrativas picarescas y protopicarescas árabes, hebreas y españolas”; demás está decir que puede leer los tres idiomas. Estuvo enseñando dos años como parte de la facultad adjunta del programa de lenguas romances de University of Notre Dame, pero al obtener la beca de disertación de Harvard ha contraído el compromiso de dedicarse a tiempo completo a la escritura de la tesis doctoral.
Según Emmanuel, “[los] estudios en la maestría de Literatura Comparada han sido cruciales” porque “la disciplina y destrezas críticas e interpretativas” […] le “han permitido encontrar una voz como académico y entender el reto que nos plantea el acercarnos a un texto”. Añade que la Literatura Comparada también ha sido de “gran utilidad” a la hora de enseñar cursos de literatura española: “puedo mostrar una gran variedad de conexiones con tradiciones o movimientos análogos en otras tradiciones literarias y medios artísticos, […] me han preparado para los retos de enseñar cursos más allá de mi campo de especialización”. Emmanuel recomienda con entusiasmo proseguir estudios en este campo porque provee “experiencias productivas para […] la traducción, la edición de textos, la escritura creativa, el periodismo, el cine y el teatro, entre otros. Es un campo que ayuda a sumergirse en el lenguaje y en las lenguas y, por ello, aporta destrezas esenciales para todos los ámbitos de la cultura”.
Al pedirle mencionar su experiencia más negativa y la más positiva como estudiante de Literatura Comparada, Emmanuel responde: “En realidad, más que de una experiencia negativa prefiero hablar del reto más grande que enfrenté en este ámbito. A lo largo de mi maestría tuve mi primer acercamiento serio al estudio del inglés, aprendí italiano, latín, algo de griego, algo de francés, rudimentos de árabe, y, en un sentido profundo, aprendí español. Fue un gran reto, pero también una gran dicha”. A la pregunta de cómo las experiencias positivas y negativas en nuestro Departamento lo han formado o afectado, Emmanuel contesta sin titubeos: “Sin duda, la base lingüística y analítica que me proporcionaron […] me ha ayudado a lo largo de mis estudios doctorales y en los distintos cursos de literatura y lengua que he enseñado. Los principios y métodos de investigación y enseñanza que hoy empleo llevan la marca de estos estudios”.
Judith Sierra (M.A. 2005), hizo su bachillerato en Estudios Latinoamericanos en la U.P.R. y continuó su maestría en Literatura Comparada bajo la dirección de Malena Rodríguez Castro. Completó su doctorado en la University of Pennsylvania en el 2010-11, enseñó como catedrática auxiliar visitante en Middlebury College acabando de defender su disertación doctoral y en este momento se desempeña como Catedrática Auxiliar (Assistant Professor) de Español y Latina/o Studies en Penn State University. Mientras Jeannette Acevedo se ha enfocado en la literatura española y francesa del siglo XIX, Emmanuel en la cultura premoderna y de la temprana modernidad hispana, hebrea y árabe, y Antonio se mueve entre Estados Unidos e Irlanda, Judith transita el Caribe, Centroamérica y el Cono Sur, abordando el estudio de la crónica urbana de escritores como Pedro Lemebel, Carlos Monsiváis y Josean Ramos. Nos dice Judith que la maestría en Literatura Comparada la preparó primero para trabajar en el mundo editorial:
“Fui la editora a cargo de los libros de texto de Español y de Estudios Sociales en el Grupo Santillana y en Ediciones SM. Segundo, la maestría me dio el conocimiento teórico y crítico necesario para proseguir estudios doctorales. La tesis de maestría me permitió comenzar a pensar el proyecto de disertación. Para el mundo editorial, la maestría en Literatura Comparada pulió mi escritura y asentó mi criterio para evaluar las contribuciones de los colaboradores a quienes yo editaba. Para el mundo académico, […], me dio las herramientas indispensables para leer teórica y críticamente”.
Sobre las experiencias más negativas o positivas en su paso por el Departamento de Literatura Comparada de la U.P.R., Judith comenta:
“Mi experiencia más negativa y más positiva, a la vez, fue la redacción de la propuesta de tesis y de la tesis de maestría. Fue negativa porque, en aquel momento (2000), las expectativas en papel decían una cosa; sin embargo, las reales o de práctica eran otras. Si bien tanto mi asesora como algunos profesores supieron darme retroalimentación de una manera positiva y con criterios claros a seguir, algunos solo supieron dar crítica destructiva que casi me lleva a dejar el programa. A la vez, fue una experiencia positiva porque, a costa de mucho trabajo y argumentación, desarrollé mi voz académica”.
Al indagar sobre cómo esas experiencias la han afectado, positiva o negativamente, como profesional o estudiante graduada, Judith contesta con certeza:
“Esa experiencia me curtió. Nunca he recibido crítica más dura que la de los profesores en Literatura Comparada. Además, llegué al doctorado con una voz académica clara que se expresaba en mis ideas, mis proyectos de investigación y mi escritura. En el doctorado, ya lo que obtuve fueron buenas preguntas que me hacían pulir la base adquirida en la maestría de Literatura Comparada”.
Lo hemos hecho adrede. Todavía deben estarse preguntando “qué es eso de Literatura Comparada”. Quizá, como dijo Roland Barthes sobre la literatura, es “la pregunta menos la respuesta”. ¡Que cada cual pueda contestar a su manera y abrirse senderos diferentes, dispuesto a ramificaciones extrañas, sin barreras lingüísticas, nacionales, o disciplinarias! Ah, pero no olvide lo fundamental: si en una de esas vueltas le tiran limones, no abandone el camino. Añada su propio aderezo y prepare una rica limonada. Al fin y al cabo, un gran defecto puede transformarse en virtud, si se sabe agarrar la serpiente por la boca.