No, no y sí
A la vez, existe un cúmulo de gestos y acciones que han hecho de la negación una afirmación, un gesto de dignidad y de entereza. Piénsese, por ejemplo, en la mujer que es violentada y dice NO. Piénsese en la trabajadora que es acosada y dice NO. Piénsese en la que se abstiene y dice NO. En estas situaciones el no, la negativa, la contra, la alternativa tiene potencial creativo.
El no que es negación
Puerto Rico y las puertorriqueñas hemos sido víctimas en los últimos años del gobierno del no. Su consigna, por antonomasia, ha sido la negación de todo lo que le resultaba una amenaza para su agenda destructiva. Ha sido el gobierno de la desolación. Ha sido el artífice de la debacle de las pocas instituciones que quedaban en pie y con cierta dignidad en este país.
Han querido humillar a la universidad y lo han hecho. Han querido doblegar a las trabajadoras y lo han hecho. Han querido maniatar a la judicatura y lo han hecho. Se han dedicado a demoler toda piedra sobre piedra. Se han dedicado a decirle no a Puerto Rico.
Han actuado con impunidad ante los recursos diezmados del país y le han dicho no a las poblaciones más vulnerables. Han aplicado la doctrina de choque, magistralmente descrita por Klein, con pelos y señales de la colonialidad y le han dicho no a Puerto Rico.
Han sido incapaces, mezquinos e impostores. Sin embargo, ¡qué creativos han sido! ¡Qué maña los ha caracterizado! ¡Qué astucia los ha guiado! Hasta hace unas horas parecía que serían invencibles y mediocres o, mejor aún, mediocres invencibles.
Hasta el 19 de agosto de 2012 habían conseguido salirse con la suya en casi todo. “El mandato del pueblo”, decían. “Eso era nuestra promesa de campaña”, remataban. “Así está en nuestro programa de gobierno”, alegaban.
El no que es muchos no
La mañana del 19 de este mes me levanté sobresaltada. Mi miedo hacía su agosto y mi esperanza estaba en quiebra. Tanto no que es negación hace su huella. Tanto no que es negación fulmina el ánimo de cualquiera.
Pero, ese Puerto Rico que se levantó hace unas primaveras y ocupó la universidad del país, sigue vivo en otros lares. Ese país se levantó ayer puntual y le dijo que no a tanta negación de esta administración mequetrefe.
Cuando empezaron a fluir las noticias de la victoria inminente del no, pegué un grito que despertó mi esperanza. Finalmente, una buena noticia se imponía sin paliativos en esta tierra maltrecha. Finalmente, la ciudadanía mostraba una madurez política por la que nadie apostaba. Finalmente, se le dijo no a tanto desatino. Quisiera detenerme en un puñado de significados de este no a la dos.
En primer lugar, este no significa un jaque mate mayúsculo a la partidocracia imperante en este archipiélago hasta la fecha. Cualquier formación política que se precie y que quiera tener aspiraciones reales en las próximas elecciones deberá desvincularse de lo que le dicen ciertas encuestas y ciertas líneas partidistas y prestar más oído a la gente.
En segundo lugar, este no significa una bofetada a las estratagemas de tercera que persiguen limitar derechos y representatividad a la sombra de la desesperación del país ante una ola criminal que no logran atajar ni por casualidad. Cualquier formación política que aspire a gobernar en un país con una economía colonial y desenfocada, deberá invertir en la educación, en la prevención y en una propuesta novedosa y audaz –sin moralinas trasnochadas– para lidiar con el uso de drogas y otras especies.
En tercer lugar, este no significa un rechazo frontal a los líderes de pacotilla manufacturados por agencias publicitarias, pero que les falta madurez política, inteligencia y mucho más. Cualquier formación política que ostente el poder administrativo de Puerto Rico por los próximos cuatro años necesita demostrar capacidad política, aptitud gerencial, dotes para expositivas y argumentativas y, sobre todo, rigor democrático y ético.
En cuarto lugar, este no significa que las partidas millonarias para publicidad sobran cuando hay argumentos sólidos y cuando el debate se robustece con datos confiables, análisis enjundioso y disposición al escrutinio multisectorial más severo. Cualquier formación política que quiera gobernar esta isla-archipiélago debe ser interlocutora de todos los sectores del país, en especial de las minorías.
Finalmente, este no significa la negación de una gestión de gobierno destructiva y nefasta, que no ha respetado nada y ha ignorado burdamente a la oposición y sus argumentos, pero sobre todo a Puerto Rico. Cualquier formación política que ose presentarse a las próximas elecciones debe demostrar que la historia de los últimos años no ha sido en vano y que se puede revertir tanta sin razón.
El no que es muchos sí
La votación victoriosa del no y no de este agosto de 2012 es una afirmación de la potencialidad de este país. Eso me enorgullece y me anima. Estos dos no significan muchos sí prestos a ser diseñados, diagramados y esbozados por una ciudadanía vapuleada, pero de pie. Estos dos no demuestran que las puertorriqueñas sabemos leer entre líneas, tenemos voluntad democrática, vocación ética y mucho más.
En esta ocasión el no, la negativa, la contra, la alternativa tiene potencialidades inagotables. Nos toca a todas darles forma y contenido. Nos toca a todas decir sí a la esperanza por un mundo y un Puerto Rico más justo, con más derechos, más sustentable y con mayor participación ciudadana en todas las esferas. Sí.