Nuestra América: en resistencia y el triunfo estratégico en México
“La única verdad de esta vida, y la única fuerza, es el amor. En el está la salvación, y en el está el mando. El patriotismo no es más que amor. La amistad no es más que amor”. (Martí, José. OC, t. 5, p. 21)
Los eternos profetas del desastre de los procesos revolucionarios y apologistas del gran capital –casi siempre con alguna ayudita directa o indirecta del norte– nos anuncian con beneplácito que el fascismo y el neoliberalismo se han apoderado últimamente de diversos gobiernos de América del Sur.Como prueba de este nuevo giro político, informan diariamente que la ultraderecha ha ganado varias elecciones presidenciales y consolida su poder en naciones en desarrollo como Brasil, Argentina y Chile, entre otros.
Se regocijan cuando anuncian que esas fuerzas conservadoras gozan del respaldo de todos los medios masivos poderosos, dominan las redes sociales y tienen el apoyo de los sectores religiosos fundamentalistas, respaldados económicamente por Estados Unidos. A todo esto, añaden que la culpa del descalabro del progresismo la tiene la propia izquierda con sus errores tácticos y estratégicos, por sus alianzas con sectores radicales, la falta de malicia política y en algunos casos de la corrupción de parte de su liderato.
También argumentan, correctamente, que el neoliberalismo utiliza el control de los tribunales de justicia para acusar, encarcelar o neutralizar políticamente a los máximos líderes de la izquierda. Ejemplo de ello son Lula en Brasil (preso hace siete meses), Rafael Correa en Ecuador, Cristina Fernández en Argentina y próximamente una campaña sucia contra Evo Morales en Bolivia.
Este operativo judicial continental es un diseño político y mediático muy bien planificado desde Washington. En esencia, los corruptos acusan de robar a los que combaten la corrupción. Si no logran la convicción, por lo menos siembran la duda y afectan sus posibilidades electorales.
Cualquier coincidencia con el caso de corrupción que se pretende llevar contra la alcaldesa de San Juan de Puerto Rico, Carmen Yulín Cruz, no es casualidad. Se trata de un esquema bien orquestado desde Washington y sus intermediarios en los diversos países de la región. Pendientes al tratamiento de este operativo, desde el medio más influyente en la isla, el periódico El Nuevo Día.
Estos mismos analistas, a través de los medios masivos más poderosos, como Globo en Brasil, Televisa en México o Caracol en Colombia, fueron los que aseguraron en el pasado el derrocamiento de Nicolás Maduro en Venezuela después de la muerte de Hugo Chavez. También la hecatombe en Cuba al fallecer Fidel Castro y la inminente derrota electoral de Daniel Ortega en Nicaragua.
Del mismo modo son los que celebran con cierta cautela la supuesta tendencia capitalista en la República Popular China y el triunfo del magnate hotelero Donald Trump, con su reiterada consigna “Estados Unidos primero”, que realmente significa “los ricos primero”.
A la misma vez, están los intelectuales pesimistas de la izquierda tradicional, que se unen a ese coro “made in USA” y proclaman que el gran capital ha logrado detener el avance de las fuerzas progresistas. Proclama al unísono que se trata del regreso victorioso del neoliberalismo de las décadas del 1980 y 1990, augurando un retroceso estratégico de las fuerzas de izquierda y democráticas de América Latina y el Caribe.
Contrario a estos análisis y pronósticos superficiales, de derecha e izquierda, los movimientos sociales y los frentes populares que defienden la justicia social y la soberanía en America Latina, demuestran un gran poder de convocatoria e influencia política. Así se comprueba en las gigantescas marchas y protestas en las calles y hasta en las recientes elecciones, que han perdido de manera reñida en Sur América.
Tomemos por ejemplo a Argentina, donde el presidente neoliberal y millonario Mauricio Macri ha visto reducido su apoyo al mínimo con más de un 70% de desaprobación, por su entrega al Fondo Monetario Internacional. Este hecho lo ha obligado a dramáticos recortes en la salud y la educación pública, provocando masivas protestas de todos los sectores afectados.
Sin embargo, aunque se ha minimizado su proyección mediática, el intento de Macri y su gobierno, de fabricarle un caso criminal a Cristina Fernandez, ya abortó por falta de pruebas. Para su sorpresa, ella y su nuevo movimiento, se perfilan con grandes posibilidades de triunfo en las elecciones presidenciales del año próximo en Argentina, ante la dramática crisis económica y social de esa nación.
Otro ejemplo es el del recién electo presidente ultraderechista Iván Duque en Colombia, que en solo tres meses ya la mayoría del País lo rechaza abrumadoramente. Su sabotaje del proceso de paz, recortes en los servicios públicos y amenaza de privatización lo han desinflado políticamente en muy poco tiempo, teniendo actualmente un 68% de desaprobación.
En relación a Colombia, no olvidemos que el nuevo frente amplio HUMANA y su candidato a presidente Gustavo Petro, sacó más del 40% de los votos por primera vez en la historia de parte de la izquierda y ahora domina el congreso, en alianza con otras fuerzas democráticas. Por eso Duque no podrá imponer su agenda neoliberal tan fácilmente.
Lo propio ocurre en Chile, donde el movimiento estudiantil paraliza todo el sistema universitario con el respaldo de todas las fuerzas sindicales y el resto de los movimientos sociales. Allí las fuerzas progresistas unidas van asumiendo la ofensiva contra el presidente derechista, admirador de Trump, el también multimillonario empresario, Enrique Pineda.
Aun en Brasil, con el triunfo amañado del ex-militar y autoproclamado neo-fascista Borsonaro, como quiera el Partido de los Trabajadores (PT) y los movimientos sociales, tienen mayoría en el congreso. Tampoco el ejecutivo de Brasil podrá ejecutar sus planes oscurantistas sin una enorme oposición en las calles y en el congreso.
Recordemos que en el caso de Brasil, Fernando Hassad y el PT, obtuvieron el 44% de la totalidad de los votos, con solo un mes de campaña y todos los medios masivos en contra. Mas aún, luego de un golpe de estado parlamentario a la presidenta Dilma Roussef, las trampas del tribunal electoral , las noticias falsas en internet y el encarcelamiento ilegal de Lula, quien hubiera ganado la presidencia, en la primera vuelta electoral.
Por otro lado, el histórico triunfo avasallador de Andrés López Obrador en México y del nuevo movimiento MORENA representan un esperanzador proceso revolucionario en el segundo país más grande de América Latina y el Caribe. Su instalación en el poder el 1ero de diciembre representa un hito en la tierra de Benito Juárez.
Allí por primera vez en más de siete décadas gobernarán las fuerzas progresistas y de izquierda durante los próximos seis años. La elección de López Obrador, incluyendo una mayoría amplia en el Congreso y todas las alcaldías de las principales ciudades del gigantesco e influyente país, es un faro de luz para la región y para el mundo.
Como vemos, Nuestra América –como nos bautizó el Apóstol de Cuba, Jose Martí– está en resistencia, aprendiendo de los errores y logrando la más amplia unidad democrática, contra el neoliberalismo y el fascismo. Así lo demuestran esas movilizaciones cada vez más masivas, en donde se construye el poder del pueblo desde las calles, madurando política y espiritualmente.
En mi opinión, el vaso está medio lleno, no medio vacío y la esperanza se multiplica, a pesar de todos los obstáculos, especialmente de aquellos que se concentran en sacar fuera de proporción todo lo negativo, sin mirar el lado positivo de la moneda. Estos sectores caen consciente o inconscientemente en la retórica del pesimismo.
Es verdad, la derecha ha obtenido recientemente triunfos electorales significativos, pero la izquierda ha retomado la ofensiva rápida y muy hábilmente, demostrando una gran capacidad de movilización y unidad en la acción.
En este contexto, insisto en la nueva etapa histórica de justicia social, defensa de la soberanía y creativo enfrentamiento al poderoso crimen organizado, en el estratégico México, que tendrá un gran impacto positivo, a nivel internacional.
Mi llamado a los auténticos estudiosos de la geopolítica de América Latina y el Caribe es que apliquemos la teoría de la complejidad en el análisis, evaluando los aspectos positivos y negativos en cada nación, con objetividad. No se dejen arrastrar al discurso catastrófico que impulsan las fuerzas retrógradas que dominan los medios masivos de comunicación.
No tengo duda que la inspiradora energía del amor revolucionario, el sentimiento bondadoso de la solidaridad y el espíritu combativo de nuestros pueblos, vencerá la estrategia imperial de la maldad, la avaricia y la represión, como única respuesta de los gobernantes de derecha en el poder.
Este sector político, entregado al gran capital y al imperio, no tiene una respuesta constructiva a la crisis económica y social actual. Solo proponen recortar el gasto público y privatizar los servicios del estado, por lo cual seguirán creciendo los procesos libertarios en nuestra región.
Los pueblos de Nuestra América avanzan con el ejemplo de justicia social y defensa de la soberanía de la heroica Cuba, la Venezuela bolivariana, la Nicaragua sandinista, el frente amplio de Uruguay, la Bolivia por el socialismo, el frente Farabundo Martí de El Salvador y el movimiento MORENA de México, entre otros, encabezando las naciones con gobiernos socialistas o progresistas en el poder.
Simultáneamente, decenas de aguerridos movimientos sociales, organizaciones sindicales, defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, dan paso a nuevos frentes amplios de democracias y de izquierda, que resisten con valentía y audacia en el resto del continente.
Por último, recomiendo conectarse a www.telesurtv.net para tener una visión más amplia de la realidad de Nuestra América. En el caso de Puerto Rico, América Latina y el Caribe, se pueden conectar sintonizando TeleSur, a través de DirecTV.