Perspectiva de género: una promesa a cumplir
Durante la pasada campaña electoral, el actual gobernador Alejandro García Padilla, prometió lo siguiente:
“Restableceremos la política pública educativa de Perspectiva de Género, derogada por la Administración Fortuño en su primer mes de gobierno. El currículo educativo tiene que evitar los estereotipos y promover la aceptación de la diversidad que nos caracteriza hoy como puertorriqueñas y puertorriqueños”. Pueden leer la plataforma del PPD en su totalidad, aquí.
Sin embargo, en días recientes, a preguntas de un periodista de Noticel, el Gobernador pareció evadir su diáfana promesa de campaña y a la pregunta directa de dicho medio noticioso dio una respuesta evasiva:
NC: “¿Eso incluye la implementación de un currículo con perspectiva de género?”
“El discrimen en las escuelas no tiene nombre y puede ser por la razón que sea, por razón de raza, por razón de orientación sexual, por razón de lo que sea. El discrimen tiene que erradicarse de nuestra convivencia como pueblo”. Enlace a la entrevista al Gobernador aquí.
Dicha contestación dejó entrever cierta resistencia del Gobernador a asumir claramente su compromiso de campaña. Al parecer, nuestro Gobernador entiende que adoptar la perspectiva de género en nuestra educación beneficiaría exclusivamente a grupos particulares de la ciudadanía y sospechamos que se refiere a las mujeres y las personas de la comunidad LGTTBQI. La confusión no es de extrañar, ya que por años grupos fundamentalistas han dedicado grandes recursos a tergiversar los alcances de la perspectiva de género, con frases tales : “la “perspectiva de género ataca el matrimonio, defiende el aborto, promueve la homosexualidad y se opone a la religión”. Ver “serie investigativa” del semanario El Visitante de la Iglesia Católica, aquí.
La realidad es que la perspectiva de género es una apuesta informada y educada que diversos colectivos de derechos humanos hemos hecho para erradicar la violencia en nuestra sociedades. Parte de una premisa con la que muchas personas solemos estar de acuerdo: la educación como punta de lanza para la transformación social. No es una apuesta que hacemos exclusivamente en Puerto Rico.
El Comité de América Latina y el Caribe para la defensa de los derechos de la mujer (CLADEM) lanzó hace unos dos años una campaña regional a favor de una educación antidiscriminatoria y no sexista. En el documento base de la campaña, nuestra organización estableció:
Buscamos una educación que construya relaciones de respeto, igualdad y cooperación entre los géneros, que afiance una cultura de derechos humanos y que no valide ni reproduzca estereotipos, prejuicios e inequidades. Una educación que refleje las distintas culturas que conviven en este, nuestro continente, uno de los más ricos y de los más pobres a la vez.
En el caso de la violencia contra las mujeres, personas expertas han sostenido reiteradamente que los roles de género se convierten en camisas de fuerza que, una vez sacudidas, se pueden convertir en violencia. De hecho, durante una reunión entre la actual Procuradora de las Mujeres y el Movimiento Amplio de Mujeres se discutió el tema de los roles de género y se le explicó a ella por qué, por ejemplo, la política de la Administración Fortuño conocida como “Promesa de Hombre” no tendría éxito atajando la violencia contra las mujeres. Enseñarle a un ser humano que, por haber nacido con un sexo determinado, tiene que ser “caballeroso”, “proveedor”, “fuerte” y debe “proteger” a las personas del sexo opuesto en sus roles de “madres” y “esposas” es una fórmula cerrada y binaria que ha comprobado ser fuente de violencia.
Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Granada publicaron hallazgos sobre la relación nociva entre lo que ellos llaman “sexismo benévolo” -comportamientos sexistas de los hombres hacia sus parejas que son socialmente considerados como ¨buenos¨- y la forma en que la sociedad percibe y justifica los malos tratos del hombre a la pareja. (Enlace a la noticia sobre el estudio aquí)
Sabemos que superar los roles de género es una tarea titánica, que opera a distintos niveles. Hay un trabajo individual e íntimo que todas y todos tenemos la responsabilidad de realizar. Pero también el Estado tiene el deber de utilizar sus recursos, a través de políticas públicas concertadas, para inculcar un fuerte compromiso con la inclusión, la solidaridad y respeto en nuestra ciudadanía.
Al final, no estamos en desacuerdo con el Gobernador cuando dice que el discrimen tiene que erradicarse de nuestra convivencia como pueblo. Por eso, CLADEM apoya toda estrategia educativa que propenda a la eliminación de todas las discriminaciones que sufren las niñas, adolescentes y mujeres en general, incluyendo las que se cruzan con raza, nacimiento, origen nacional, ideas políticas o religiosas, edad, orientación sexual, identidad de género, condición económica y distintas capacidades físicas y sensoriales.
Apostamos a que la educación desde la perspectiva de género es un excelente punto de partida para comenzar a atajar las distintas discriminaciones, no sólo porque ya existe una ley y una carta circular que la viabilizan sino porque es una política inclusiva que nace de la premisa de que nuestros niños y nuestras niñas merecen ser educados sobre la equidad y el respeto a la diferencia. Le enseñaríamos que las mujeres y los hombres no tienen que comportarse de X forma para ser sujetos ni sujetas de derecho. Enseñaríamos expresamente que el machismo es algo que se debe y puede erradicar. Y, esencialmente, enseñaríamos que todas las personas tenemos derecho a vivir en paz.
Todo ello sembraría semillas de equidad que servirían para erradicar distintas expresiones de discrimen.
¿Dónde nos quedamos en el 2008?
La Ley Núm. 108 de 26 de mayo de 2006, mandata al Departamento de Educación (DE), en coordinación con la Oficina de la Procuradora de las Mujeres, a incorporar la perspectiva de género en todas las instancias del sistema educativo. La Carta Circular 3-2008-2009 del DE, firmada por el entonces Secretario de Educación, establece el desarrollo de una guía para la incorporación de la equidad de género en el currículo, en todas las disciplinas académicas, en todos los niveles, programas y servicios en las escuelas. (Enlace a la carta circular aquí)
Todo eso quedó en un limbo durante la Administración Fortuño. Es hora de retomar el camino hacia la equidad.
Deberes del gobierno de Puerto Rico:
- Diseñar e implantar un currículo dirigido a promover la equidad por género.
- Desarrollar metodologías para incorporar esta perspectiva, capacitar a todo su personal en este enfoque y usar lenguaje inclusivo en todas sus prácticas y documentos.
- Expresar esta política pública en todo material curricular o texto que el DE promueva, publique y produzca.
- Incentivar que a las y los universitarios que interesen convertirse en maestros y maestras se capaciten en cuanto a la perspectiva de género antes de obtener sus grados académicos.
- Crear un comité de trabajo, con carácter de urgencia, que incluya a representantes de los Departamentos de Educación, Salud y Familia, las organizaciones que agrupan a las maestras y los maestros, trabajadoras/es sociales, y representantes de la sociedad civil que por años han trabajado a favor de esta gestión.
Es verdad que no creemos en “promesas de hombre” pero sí tenemos el derecho a exigir que quienes nos gobiernan cumplan con las suyas. Ya es hora. Es tiempo.