Mi amigo Luillo Ruíz, productor del filme Driven, me había mandado a llevar dos docenas de banderas puertorriqueñas a Venecia (la película clausuraba el renombrado festival de esa ciudad) y estas sencillamente no cabían en la maleta.
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Mi amigo Luillo Ruíz, productor del filme Driven, me había mandado a llevar dos docenas de banderas puertorriqueñas a Venecia (la película clausuraba el renombrado festival de esa ciudad) y estas sencillamente no cabían en la maleta.