La historia oral emerge como una herramienta vital para rescatar voces marginadas de la narrativa oficial, trascendiendo los límites del registro documental. Este enfoque reivindica las memorias individuales y colectivas, iluminando las complejidades del pasado puertorriqueño. Desde las experiencias de trabajadores cañeros como Taso hasta las migraciones relatadas por Bernardo Vega y Esmeralda Santiago, estas historias conectan lo íntimo con lo social. Iniciativas contemporáneas, como el Archivo del Huracán María o los proyectos universitarios, continúan ampliando este acervo. Aunque criticada por su subjetividad, la historia oral se convierte en un acto de resistencia cultural y política, revelando matices olvidados. Al final, es un canto a la humanidad diversa y una base para construir un futuro más justo.