Ya puedo escuchar los contra-argumentos de las cosas maravillosas que están pasando, de las nuevas generaciones que se avecinan (cual retórica de “niños índigos”), de la negatividad y la queja “que nos destruye”.
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Ya puedo escuchar los contra-argumentos de las cosas maravillosas que están pasando, de las nuevas generaciones que se avecinan (cual retórica de “niños índigos”), de la negatividad y la queja “que nos destruye”.
Ahora nos tenemos que volver a preguntar, ¿tenemos las agallas para decirle no al lucro, o simplemente vamos a esperar a que nos den entrada a ese 1 por ciento?