A pesar de que en la vida no hay nada permanente, el ego crea una necesidad de permanencia. Y esa necesidad justamente es la premisa de nuestros melodramas sociales y personales.
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A pesar de que en la vida no hay nada permanente, el ego crea una necesidad de permanencia. Y esa necesidad justamente es la premisa de nuestros melodramas sociales y personales.