En la vida puertorriqueña —personal y social— se ve una ambigüedad entre lo organizado y lo indisciplinado, lo dicho y lo callado, lo político y lo familiar, lo institucional y lo descreído, lo oficial y lo burlesco.
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En la vida puertorriqueña —personal y social— se ve una ambigüedad entre lo organizado y lo indisciplinado, lo dicho y lo callado, lo político y lo familiar, lo institucional y lo descreído, lo oficial y lo burlesco.
Me pregunto qué pasaría si mis hijos crecieran rodeados de conversaciones sobre ascos y traiciones, provistos de oportunidades constantes para sentir y cultivar su sentido el asco.