Cortina de humo o golpe de Estado

cómo agitar el perro en la era de Trump
En 1997, se estrenó la película “Wag the dog” en los EEUU, traducida como “La cortina de humo” en España. En la misma, a unos días de unas elecciones, el partido de oposición del presidente de los EEUU (Robert de Niro) da a conocer la noticia de que el presidente abusó sexualmente de una menor en la Casa Blanca. Para eludir el escándalo, un asesor en medios del presidente (Dustin Hoffman) se inventa una guerra contra un país poco conocido por los estadounidenses (Albania), para distraer del escándalo, engañar al público y recabar su apoyo al presidente. Los paralelismos con el escándalo de Bill Clinton no se hicieron esperar. Al igual que en el filme, Clinton salió reelecto.La lección de la película descansa en la frase coloquial de que el perro mueve la cola cuando no percibe peligro. En este caso, el peligro enfrentado por el presidente le llevó a mover el perro de la opinión pública al mudar la atención de la ciudadanía hacia una posible guerra lejana donde se defenderían los valores de “la democracia y la libertad”. El libreto de siempre.
El viernes, 24 de mayo surgieron tres noticias en los medios de los EEUU que resulta imposible no relacionar con la película y el significado que tiene para este momento histórico. Trump anunció que utilizará los poderes correspondientes que le confiere un estado de emergencia nacional, para evadir la autorización del Congreso, y autorizar la venta de $8 billones en armas a Arabia Saudita. Solo a un incauto le parecería casualidad que esta acción no es consecuencia de la amenaza de guerra que viene promoviendo el Asesor en Seguridad Nacional John Bolton desde hace varias semanas, amén de varios años… y que no responde a los intereses de Trump y su yerno Kurshner en la república islámica.
Los otros dos sucesos fueron reportados por Joy Reed en el programa de Rachel Maddow en la noche del 24 de mayo. Ambos acontecimientos son sumamente preocupantes.
En primer lugar, Reed informa que en el 2016, Obama confrontó a Putin con relación a la infiltración de los rusos en las elecciones de los EEUU. La información provista por la CIA era tan secreta que el director de la agencia la enviaba a Casa Blanca en un sobre sellado titulado “Eyes Only”, para el presidente y tres asesores, y se devolvía a la CIA para evitar que se revelara la fuente dentro del Kremlin que había provisto la información.
No se sabe si Putin pudo descifrar quién filtró la información, pero si lo descubrió esa persona y la información que podría proveer, pasaron a la historia. En la directriz de referencia del presidente Trump, este autoriza al secretario de justicia William Barr a que desclasifique los documentos relacionados con Rusia. Una vez más Trump parece estar trabajando para Putin pues, como resultado de esta acción, se podría revelar quién es el espía de los EEUU dentro del Kremlin.
El segundo asunto presentado por Joy tiene que ver con la solicitud de extradición de Julian Assange a los EEUU para enjuiciarlo por “traición”[1]. El crimen: haber publicado documentos secretos del gobierno. Lo peligroso de esta movida, apunta a que: a) ya Trump ha dicho que los agentes del FBI que iniciaron la investigación de contrainteligencia y sus superiores (¿Comey, Holder, Obama?) contra su campaña dadas las reuniones de Page, Papadopoulus y Manafort con rusos, cometieron traición lo cual conlleva la “pena de muerte”; b) de Inglaterra extraditar a Assange e iniciarse un juicio en su contra por traición por publicar información secreta, se abre la puerta para que el Departamento de Justicia Federal pueda levantar acusaciones y comenzar juicios por traición contra periodistas, aunque Assange no lo fuese, que revelen información “secreta…” sobre Trump, léase los periodistas del NY Times, el Washington Post, y BuzzFeed, la agencia noticiosa que publicó el famoso dossier que revelaba los contactos de miembros de la campaña de Trump con rusos allegados al Kremlin, y que detallaba que Trump contrató prostitutas para que se orinaran en la cama que había ocupado Obama en su visita a Moscú.
En Puerto Rico, relativamente pocos seguimos de cerca estas noticias. Comentaban ayer algunas amistades muy conocedoras de la política internacional y la nuestra, que demasiados puertorriqueños vivimos: a) de mes en mes, cuando no de día a día; b) que tenemos la actitud de que “los chavos siempre aparecen”; y c) que “después que no me toquen las habichuelas, que hagan lo que les dé la gana”. Estas y otras amistades y yo nos sentimos como los olvidados premonitores de lo que sucedió en la Alemania nazi en los años 30 del siglo pasado. Firmes creyentes en eso de que “en guerra avisada no muere gente”, levantamos bandera, revelamos patrones de conducta que nos telegrafían acontecimientos por ocurrir, advertimos que si no se detiene tal o cual tendencia, nos asediarán desgracias que a muchos tomarán por sorpresa. Pero con demasiada frecuencia, se nos acusa de histéricos, desinformados, ingenuos. Ojalá tengan razón.
Por supuesto, las letras escarlatas en nuestras frentes que nos definen como “aves de mal agüero” suelen alejar tanto a los que prefieren no saber, como a los que sí saben pero sienten que no pueden hacer nada al respecto. La sensación compartida es la de estar en un accidente de tránsito en el momento en que uno ve venir el impacto, como a cámara lenta, y lo más que se puede hacer es trincar los músculos anticipando el golpe.
Hace tiempo venimos advirtiendo que los vientos que siembra Trump pronto cosecharán tempestades. Las leyes antiaborto que se han aprobado ya en seis estados del centro-sur, tienen el propósito de llegar al Tribunal Supremo y que los dos jueces conservadores que Trump nombró constituyan mayoría y reviertan Roe vs Wade, criminalizando el aborto en los 50 estados y los territorios. Los más optimistas aspiran a que se invalide Brown vs. The Board of Education, que le permitiría a los estados impedir que personas “de color” asistan a escuelas mayoritariamente blancas. La mayoría pensamos que las mentes conscientes y las personas de buena fe no van a permitir que esto suceda. Pero, eso mismo pensaban sus equivalentes en Berlín en el mismo año en que salieron electos Franklin Delano Roosevelt y Adolf Hitler.
En cuanto a las dos directrices de ayer, la cosa es mucho más grave. Si el Departamento de Justicia Federal procede contra el FBI y se acusa por traición a quienes investiguen a cualquier candidato u oficial electo que reciba ayuda del extranjero, Rusia, China y otros regímenes totalitarios aprovecharán la oportunidad para influenciar el gobierno estadounidense, un poco como EEUU ha influenciado en los de la América Latina, Asia y África durante más de un siglo, y los resultados son de todos conocidos.
Más aún, si Inglaterra extradita a Assange y se procede a enjuiciarle por traición por revelar secretos de Estado, a William Barr no le temblará el pulso para proceder contra periodistas de algunos de los medios noticiosos más importantes del mundo occidental.
Nuevamente confiamos en que la indignación de la sociedad civil y el Partido Demócrata sean de tal magnitud que se podrá detener a Trump, a Barr, al Secretario de Defensa Patrick Shanahan, y el país no se convertirá en una kleptocracia controlada por oligarcas á la Putin. Recuerden los que arguyen que Rusia es una dictadura y no una democracia, que en Rusia se llevan a cabo elecciones y que el año pasado Putin las ganó por segunda vez (de cuatro no consecutivas) con 76.69% de los votos.
EEUU enfrenta cuatro grandes posibles y funestos escenarios. En el primero, Barr logra acusar por traición a agentes del FBI y la CIA, y a periodistas como a Assange. Esto desatará una guerra mediática y legal que paralizaría el país y podría provocar que la Cámara recurriera a sus propios medios para aplicarle desacatos a los miembros de la administración conducentes a encarcelamientos en el Capitolio o aplicarle multas exorbitantes que quiebren sus finanzas personales. Habría que ver quién aplicaría las multas y por qué medios.
Segundo escenario: si Trump es residenciado por la Cámara y absuelto por el Senado, aumentarían las posibilidades de que revalidara en el 2020, con las nefastas repercusiones de que su conducta de los pasados dos años, lejos de ser encausada legal y políticamente, se convertiría en un modus operandi que la oposición sería cada vez menos capaz de detener. Incluso, si perdiese las elecciones de 2020 argumentaría que le “robaron” las elecciones y se negaría a abandonar la Casa Blanca, algo que su exconsiglieri Michael Cohen advirtió. Nuevamente: ¿quién sería llamado a removerlo y qué roles asumirían el Departamento de Justicia bajo Barr y el Servicio Secreto?
El tercer escenario tiene que ver con la efectiva separación de poderes y la disposición del Tribunal Supremo a colocar el imperio de la ley por sobre los caprichos de Donald Trump. Las citaciones (subpoenas) de parte de al menos cuatro comités de la Cámara a la familia Trump, las instituciones bancarias y de contaduría que les han servido, y el Tesoro, están recibiendo el aval de los jueces federales a que se han sometido. Las apelaciones llegarán al Supremo. Dependiendo de las decisiones de los dos jueces nombrados por Trump, se decidirá si el público estadounidense, que ya detuvo la guerra de Vietnam y exigió el residenciamiento de Nixon, verá por televisión los testimonios sobre las acciones criminales y los fraudes de la familia Trump, y se tirará a la calle en efecto obligando a los republicanos a doblar rodilla y acceder a residenciar a Trump.
En el cuarto escenario, los republicanos logran retener el control del Senado en las próximas elecciones, y los EEUU enfrentarían la peor crisis en su historia con nefastas posibilidades de convertirse en una oligarquía de facto. Hay suficientes argumentos para sostener que ya lo es aunque guardando unas apariencias que Trump se ha empeñado en destrozar como un rinoceronte en una cristalería.
Si Trump lograse poner en jaque sus propias fuerzas de seguridad y al cuarto poder, sin que la oposición política y la Rama Legislativa lograsen detenerle, la única salvación de la nación descansaría en las Fuerzas Armadas, la mayor parte de las cuales no tolerarían convertirse en lacayos de Rusia o China. Sin inmiscuirse en la política pública del gobierno federal, se aliarían al Partido Demócrata y aquellos republicanos que pongan la nación por sobre sus propios intereses y, sobre todo, los de Trump.
En el 2019, Trump podría recurrir a la amenaza de guerra contra Irán y/o Corea del Norte como estrategia para que el pueblo estadounidense cierre filas tras su presidencia. Ese truco no le funcionará porque en muchas ocasiones acusó a Obama de pretender lo mismo. Además, gran parte del pueblo y el gobierno de EEUU ha visto “Wag the Dog”. No obstante, no se debe subestimar la capacidad de Trump y Barr de crear un “estado de sitio” para neutralizar al propio Departamento de Justicia y a los medios de comunicación. En efecto, tomarían de rehén a la nación, efectuando el golpe de Estado que le adjudican a los demócratas. Tal vez este era el plan de Stephen Bannon desde el principio, ensayo que está repitiendo exitosamente en las elecciones de la Unión Europea en la que la ultraderechista Le Pen venció a Macron.
En “Wag the Dog”, Stanley Motss, el asesor de medios contratado por el presidente, se empecina en que se le dé crédito por haber eclipsado el escándalo y convertido la guerra ficticia en la ficha ganadora para el presidente. A pesar de que el presidente le ofrece dirigir una embajada y le advierte que está “jugándose la vida”, Motss se niega a aceptar el soborno o tomar en serio la amenaza. El publicista muere de un ataque al corazón a manos del equipo de seguridad del presidente.
Trump, Barr y Bolton harán todo lo posible porque la cola agite al perro.
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[1] La Constitución de los EEUU establece que “traición” es un crimen en el cual un ciudadano de los EEUU ayuda y apoya a un enemigo de los EEUU en ese momento en guerra con la nación. [Treason against the United States, shall consist only in levying War against them, or in adhering to their Enemies, giving them Aid and Comfort. No Person shall be convicted of Treason unless on the Testimony of two Witnesses to the same overt Act, or on Confession in open Court. – Article 3, Section 3, United States Constitution.]