80grados en su primer aniversario
Celebrando un año de este invento, Peri me ha pedido unas palabras.
Prefiero éstas:Los escritores de 80grados estamos interesados en escribir de manera oportuna, enfrentando y analizando las circunstancias cuando la situación se va calentando, con suficiente tiempo para actuar si se desea evitar llegar al punto de ebullición social. Si la ebullición, la crisis o la confrontación social se hacen deseables o inevitables, los escritores de 80grados escribiremos analizando sus virtudes o alertando sobre su inminencia. En todo caso, identificaremos las mejores rutas a seguir; ya sea en 80, 90 o 100 grados, y además de escribir… marcharemos junto a los lectores.
–Luis Avilés, “Blogueando en 80 grados”
Tomar el relevo discursivo significa: ocupar el lugar locutorio y promulgador de aquello mismo que se combate y denuncia. Así, pues, de la misma manera que los oprimidos suelen identificarse con sus opresores, y llegado el momento, pueden llegar a ser aún más déspotas que aquellos a los que sirvieron, así también el discurso de la libertad del capitalismo democrático puede degenerar en un anhelo de servidumbre, tan violento y furibundo como ignorante de su propia condición.
–Francisco José Ramos, “El supuesto de la democracia, II”
Reconociéndome como un idiota quizás pueda librarme del peso de mi mayor idiotez: la de considerar que sé mucho más que mis estudiantes, más que los administradores, el político, el ingeniero, el abogado, o más que ese “tú”, que sueño que me lee. Prefiero mirarnos como unos personajes de Murakami, quienes conviven en una especie de sanatorio ideal, donde pacientes y personal de la salud comparten tareas y vivienda. Sanatorio mental, cuya sabiduría veo encerrada en esta cita:
Lo mejor es la ayuda mutua. Como todos sabemos que somos imperfectos, intentamos ayudarnos los unos a los otros.
–Juan Otero, “Nosotros los idiotas”
Hablar entre nosotros nos hace una falta enorme: para fortalecer lazos, construir solidaridades, cultivar confianzas, catar caracteres y afinar estrategias ante amenazas crecientes y comunes.
–Anayra Santory, “Calicles”
Sr. Saldaña, soy radical y pienso radicalmente, pero le voy a aclarar porqué. No sin antes explicarle qué quiere decir «radical», al menos, en primera instancia, etimológicamente. Soy profesora de literatura comparada y no puedo evitar ir hasta la «raíz» de las cosas, como cualquier buen humanista. La palabra «radical» precisamente tiene en su etimología la idea de «raíz». Así que, en primera instancia, cuando hablamos de radical estamos yendo a la raíz de algo, a su origen histórico, a su fundamento. Luego, tenemos usos variados de esa palabra en el vocabulario matemático, por ejemplo, hablamos de sacar un radical, en química se dice que hay radicales libres, «una molécula (orgánica o inorgánica), en general extremadamente inestable y con gran poder reactivo», dice el diccionario, y en política «una posición que busca ir al fondo o a la raíz de las cosas». Pensar radicalmente supone comportarse como «esas moléculas inestables y con gran poder reactivo», que transforman, causan cambios y por supuesto revoluciones históricas. Pues pensar, Sr .Saldaña, es siempre un ejercicio radical, un movimiento que, en conjunto con las fuerzas de la imaginación infinita y sublime, recorre e inventa paisajes nuevos.
–Mara Negrón, “Epístola a José M. Saldaña”
No hay marcha atrás para la flecha del tiempo y los cambios realizados por los desarrollos tecnológicos, a menos que una catástrofe nuclear se deshaga de todos los aparatos electrónicos y nos obligue a re-hacer nuestro mundo. Nos encontramos inmersos ya, para bien o para mal, en la era del digi-sapiens – ese sujeto cuyos apéndices inorgánicos y electrónicos lo hacen un ser humano híbrido.
–Ivan Chaar, “La era del digi sapiens”
Ahí está. No se ha ido. No lo puedo tocar como cuando era niña. No lo puedo estrujar ni echar al zafacón inconforme con lo que he escrito pero está ahí. La tecnología me ha cambiado su forma.
Y 80grados me ha ofrecido el cuaderno, la pizarra grande, la del colectivo. Un colectivo que tenemos que alimentar, proteger, crecer, potenciar. Para eso, además de escribir y de leernos tenemos que sumarnos a la aventura completa. Que no sea solamente Peri el que se levante con el susto en la mirada ante la duda de si estamos ante un proyecto efímero o duradero.
–Graciela Rodríguez Martinó, “Papel”