Alejandro Tapia y Rivera: Universidad de Puerto Rico
Brevísimos apuntes para una universidad krausista
Enardecido por el éxito que tuvo su drama La Cuarterona en sus lecturas públicas en Madrid en el año de 1866 y 1867, pero a la vez desesperanzado por el poco progreso de los comisionados puertorriqueños ante la Junta Informativa de Reformas de 1866 ante el Ministerio de Ultramar Español, el dramaturgo puertorriqueño Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882), recoge la petición del abolicionista puertorriqueño Julio Vizcarrondo y Coronado, editor de la Revista Hispanoamericana de Madrid, y escribe sobre un tema que iba mano a mano con la solicitud de las reformas. El 15 de enero de 1867 se publica la primera parte de su largo artículo “Universidad para Puerto Rico I”1. Enmarcado en el más militante espíritu krausista, este primer artículo establece sin eufemismos la desigualdad, la indiferencia y la poca o ninguna consideración del Gobierno Español para con la necesidad de una universidad en Puerto Rico. Deja claro que los trabajos para un instituto de Segunda Enseñanza, no sustituye ni por asomo la necesidad apremiante de una Universidad y atribuye al temor y a la ineptitud la falta de decisión sobre este punto: “la instrucción primaria puede bastar a un individuo, pero a un pueblo”. Luego de recordar el fracaso político del Colegio Central en 1848, insta a los “hombres sensatos de Puerto Rico” a arreciar la lucha por una Universidad.
El segundo artículo, del 26 de enero de 1867 arranca con un sólido argumento en favor de la Universidad, el poblacional. Con 600,000 almas, Puerto Rico es la tercera provincia más grande España, solo superado por Barcelona y Valencia. Refuta con “la experiencia”, el argumento de que los puertorriqueños pueden ir a estudiar a la Universidad de la Habana, por lo costoso, inaccesible y desigual de las condiciones de Cuba contra las condiciones más propicias de la península.
Otro argumento es la costumbre de enviar a estudiar a los primogénitos en detrimento de los otros. Elabora sobre ese argumento con conocimiento de causa pues debe haber recordado a la familia Acosta y Calbo, la que con inmensos sacrificios sacó adelante a José Julián, pero no así a sus otros hermanos. Resume este argumento en las desventuras de la separación forzosa del estudiante de su familia, que lo puede llevar al matrimonio o a la muerte. Separación cuyo dolor puede evitarse si tuviese Puerto Rico una Universidad para sus estudiantes que evitase la fuga de ese capital intelectual necesario.
“Presentarse sin pavor ante las luces” es la consigna de este segundo artículo, en el que descarga la responsabilidad toda sobre el Estado Español, que no da abrigo a ideas tan vitales: “Halagueño será para una metrópoli poder decir a un pueblo: ‘Te he conquistado’. Pero es indudablemente más glorioso para la misma poder decir: Te he ilustrado’.”
Tras esta prístina e invaluable exposición del tema inmediato y urgente, el tercer artículo se impone, y lo da a la luz en la edición de la misma revista, el día 12 de marzo de 1867. Arranca su disertación respondiendo a la seria acusación prejuiciosa de que en Puerto Rico “una universidad solo podría engendrar charlatanes”, emitida según se desprende del texto por un funcionario del Estado. Razona con mucha más templanza e inteligencia sobre el referido prejuicio e insiste con vehemencia en la eduación para evitar la plaga de la ignorancia.
Hace la anotación de que en la Revista Las Antillas de Barcelona, también se pide una Universidad para Puerto Rico. El artículo al que se refiere es de la pluma del joven poeta y abogado Manuel Corchado y Juarbe2, y apareció el mismo día que el tercer artículo de Tapia en una “coincidencia singular”. Así mismo, una carta de apoyo firmada por una larga lista de estudiantes puertorriqueños en Barcelona, apoyan los artículos de Tapia y Corchado y sus premisas, entre las que nuevamente resalta la angustiosa separación del seno familiar. Tapia agradece el apoyo sólido que le han dado los estudiantes a su escrito y los insta a luchar por una universidad para su país.
Finaliza el artículo con una exigencia racional y justa, si Puerto Rico contribuye a España en el sostenimiento de “sus cargas públicas”, justo es que España conceda a Puerto Rico una Universidad a la altura de las de la Peníncula y la de La Habana. Finaliza estrechando el saludo a su amigo Manuel Corchado y Juarbe, director con José Coll y Britapaja3 de la Revista Las Antillas y exhortandolo a trabajar por el glorioso fin de beneficiar a Puerto Rico.
El estudiante de medicina en París, el joven añasqueño José de Jesús Domínguez escribe a Corchado un clarísimo artículo de apoyo a las ideas suyas como a las de Tapia. 4 Lamentablemente en Puerto Rico no se dio vuelo alguno a estas publicaciones, máxime cuando la Revista Hispanoamericana y Las Antillas, eran censuradas a su entrada a San Juan.
El krausismo como fundamento de letras nuevas
Aún calientes los cuerpos de los estudiantes asesinados en la Noche de San Daniel5, el krausismo, como movimiento ideológico, como fuerza libertaria de un Dios inmanente y trascendente, de un mundo racional, socialista, y de una sabiduría amplia, liberada de dogmas, y sobretodo de un seminal espíritu anarquista y revolucionario, esparció sus luces en la mente de Alejandro Tapia al redactar los artículos que sobre la Universidad de Puerto Rico hemos discutido. La colaboración de Dominguez y Corchado en la discusión, dejó evidente el espíritu krausista que invadió el pensamiento de los puertorriqueños exilados en España. La correspondencia krausismo-reformismo abonó al rechazo de la autoridad irracional que movilizó todos los intentos de los antillanos de abrirse espacios en el anquilosada corte monárquica. Hostos particularmente, encarnára como ningún otro puertorriqueño el espíritu de una intelectualidad liberada de dogmas, responsable y responsiva a los drásticos cambios del mundo ante la caída de los anquilosados sistemas sociales que encarnaba la monarquía, las cortes y la patética figura de Isabel II. Cambios que ya se definían sin eufemismos en la conciencia de muchos de los intelectuales puertorriqueños a través de la discusión agresiva del tema de la educación y la abolición.
A partir de sus ensayos “Universidad para Puerto Rico”, los próximos escritos de Tapia darán un salto cuántico desde su individualidad romántica y su romanticismo social, a las intensas reflexiones libertarias del krausismo tanto académico como literario. Así, la esencia del krausismo –que hereda España de las teorías distribuidas clandestinamente a través de los libros del académico alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) y de las reformulaciones del académico español Julián Sanz del Río (1814-1869)- se viven como una experiencia revolucionaria y se amplía y se reduce en primer lugar a la presencia vital de un Dios armónico en la naturaleza de las cosas, a la liberación de cualquier dogma o sujeción irracional de las ideas, a la imperiosa necesidad de una educación libre, de una ética y un derecho justo e igualitario y de una literatura sin amarres que forme el espíritu de la razón. Con estos acertos como principios básicos de una nueva manera del ver el mundo, y contrario a lo que Krause mismo pretendía… el panteísmo, el bucolismo, el espiritismo, ciertas formas racionales del ateísmo, el anarquismo, el socialismo libertario y hasta ciertos principios comunistas encontraron caluroso cobijo bajo la definición, amplia y liberada de lo que se llamó krausismo.
Dejémoslo claro, -para no entibiar la naturaleza firme, temeraria y agresiva de los escritos de Las Antillas y la Revista Hispanoamericana– el krausismo se trascendió a sí mismo en la conciencia reformista de los antillanos. Y se convirtió más que en un ideario, en una pasión libertaria que crecería y estallaría, como parte de llamarada revolucionaria puertorriqueña del siglo XIX. Que lamentablemente no desembocaran en la misma dirección, es materia de otros estudios, pero para Tapia, que por su pobreza de medios económicos nunca pudo gozar de una educación universitaria, sus artículos sobre la Universidad para Puerto Rico fueron su carta de presentación al krausismo como incitador de ideas más complejas y radicales que desarrollará en otros escritos. No creo que haya mayor evidencia de cuán adentrado estaba Tapia en las ideas krausistas, que el valor y la entereza demostrada al escribir y publicar estos artículos, como pionera contribución antillana a la censurada y reprimida discusión sobre la “cuestión universitaria”6.
Sumemos a este maravilloso atrevimiento krausista, su incursión en el racionalismo y el espiritismo en su restante obra literaria, ya de por sí abolicionista y reformista. Que no llevara el cartel en su pecho de ninguna de estas ideologías, pero que las mezclara y las viviera juntas en toda su pasión en los versos más aguerridos de su poesía, en las descripciones más sólidas de sus narraciones y en los parlamentos más incendiarios de sus dramas, era precisamente su mejor contribución como intelectual, a la forja de la identidad puertorriqueña.
- A instancias de Vizcarrondo, el artículo de tres partes se publicó en la Revista Hispanoamericana, en las ediciones del 15 de enero, 26 de enero y 26 de marzo de 1867. Luego la revista pedagógica La Enseñanza, dirigida por Juan Uña, lo reeditó sin la tercera parte, en sus ediciones del 25 de enero y 10 de febrero de 1867. El hijo de Tapia lo reeditará en: Tapia y Rivera, Alejandro. Cuentos y artículos varios, San Juan. Imprenta Valenzuela, 1944. [↩]
- El artículo de Corchado titulado “Una universidad en Puerto Rico” salió publicado en la Revista Las Antillas, Barcelona, 10 de enero de 1867, p. 79-82. Manuel Corchado y Juarbe había nacido en Isabela, el 12 de septiembre de 1840, por lo que al escribir este artículo apenas contaba 26 años y había sentido en carne propia todas las inclemencias de estudiar fuera de su país, pues estudiaba derecho en la Universidad de Barcelona. Es curioso como su artículo repite sin proponérselo, punto por punto los mismos argumentos de Tapia relativos a las terribles condiciones de educación en la Isla, como las angustias y pesares de estudiar tan lejos de lo que el llama en innumerables ocasiones en el artículo, “la colonia”. Corchado con el tiempo devendrá en uno de los más íntimos y queridos amigos de Tapia. [↩]
- José Coll y Britapaja (Arecibo, 18 de diciembre de 1840- Barcelona, España, 10 de enero de 1904), de 26 años, estudiante de derecho en Barcelona. Cofundador con Corchado de Las Antillas. Graduado regresa a Puerto Rico donde inicia la profesión pero su esposa fallece prontamente, por lo que regresa a Barcelona y se convierte en el más importante dramaturgo de fin de siglo en esa ciudad y al mismo tiempo el primer dramaturgo puertorriqueño de relieve internacional. Sarramía, Tomás. José Coll y Britapaja. Vida y obra. San Juan, Cuadernos del Ateneo, 1997. [↩]
- Las Antillas, 25 de enero de 1867. José de Jesús Dominguez estudia en La Sobrona y tiene 23 años al redactar este artículo. (23 de junio de1843-Mayaguez, 24 de marzo de 1898) A su regreso a Puerto Rico será uno de los más acerrimos luchadores a favor del autonomismo para Puerto Rico. [↩]
- El10 de abril de 1865, la Guardia Civil disparó contra una muchedumbre de estudiantes universitarios que llevaban una serenta de homenaje al Rector de la Universidad Central de Madrid, quien se había negado a la órdenes de Narváez de despedir de sus catedras a varios profesores declarados abiertamente krausistas. [↩]
- Así le llamó el Gobierno de Narváez en 1864 a las polémicas krausistas de la Universidad Central de Madrid que desembocaron en la Masacre de San Daniel. [↩]