AMÉRICA: una película, una historia
Sabido que hacer cine en Puerto Rico es difícil, en Isla Films nos seguimos lanzando a la aventura una y otra vez, convencidas de que cada historia que contamos nos hace más humanas a nosotras y a nuestra audiencia, al hacernos reír, llorar, reflexionar o simplemente perdernos en otras vidas.
El lanzamiento en estas semanas de nuestra más reciente producción, América, nos ha validado esta convicción de que en el fondo de la industria cinematográfica –simultáneamente criticada por enajenante y alabada como séptimo arte– hay una experiencia humana que nos sigue cautivando.
Han sido semanas intensas, empezando con el estreno internacional en San José, California. El público diverso del festival Cinequest estaba compuesto por asiáticos, latinos y norteamericanos. El Teatro California –una joya arquitectónica con 1,100 butacas– lleno a capacidad, en la oscuridad de la sala se escuchaban las risas, los sollozos y los suspiros según avanzaba la historia. Pensé que si este público, ajeno a nuestra realidad, la acogía con tanto gusto, seguramente en Puerto Rico nos iría bien.
Una sesión de preguntas y respuestas con la protagonista Lymari Nadal, Edward James Olmos (productor ejecutivo), los actores Yancey Arias y Marisé Alvarez, la productora Frances Lausell y esta servidora generó comentarios sobre la preparación, el trabajo detrás de las cámaras; sobre planes futuros con la película, y la adaptación de la novela de Esmeralda Santiago. Todavía en los pasillos se acercaban mujeres y hombres a comentar situaciones personales con las que se identificaban en la película. Sentí que habíamos conquistado un público diverso, inteligente, retante. América había logrado conmoverlos.
De regreso en San Juan, la premier en el Cine Metro en Santurce, con un cóctel posterior en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), confirmó nuestra impresión de que la conexión emocional con la historia es lo que hace la diferencia. La película pasó simultáneamente en dos salas, ambas llenas. El público reaccionó como el de California, sobretodo a partir del segundo acto, con la familia del Bronx tan bien representada por Teresa Hernández y Tony Plana como los tíos, y Michael Stuart y Marisé Alvarez como los primos de América. Al final de la película los comentarios eran positivos. Los habíamos tocado de alguna manera, decían muchos, fuera por el tema de la violencia doméstica, o el de la migración, o la relación madre/hija/abuela. Unos lloraron; otros celebraron la puertorriqueñidad que aflora en la película, con las referencias a dichos populares, al humor, a la comida.
La fiesta en el MAC fue única, con el reconocimiento –de la mano de Fondos Unidos– a diez mujeres que con su trayectoria personal y colectiva representan historias de superación tan profundas como la de nuestra protagonista América. Estas mujeres enfrentaron problemas de alcoholismo, maltrato en la infancia, violencia doméstica, pobreza, y se superaron. Todas ayudan de una u otra forma en albergues o proyectos para contribuir con su experiencia a una mejor comunidad. Ellas dieron un toque de realismo a nuestra historia, al compartir cómo se sentían reflejadas en América.
A Ponce fuimos al Castillo Serrallés, para un homenaje que le hiciera el Municipio a la ponceña Lymari Nadal. Nos acompañó parte del elenco: Yancey Arias, Marisé Alvarez, Monica Steuer, Yareli Arizmendi y su marido, Sergio Arau (director de One Day Without a Mexican). Fue una noche mágica, enmarcada por la belleza del castillo iluminado, la calidez de los asistentes a esa función, sus aplausos, comentarios y preguntas.
Pero la exhibición que verdaderamente nos conmovió a todos fue la del Fuerte Conde de Mirasol en Vieques. Gracias a la diligencia de Roberto Rabin, director del ICP en Vieques, y a la colaboración del Estuario de la Bahía de San Juan con su pantalla, tuvimos la mejor función al aire libre que pudiéramos imaginar.
Allí había comenzado nuestra historia en el 2009, cuando filmamos durante cinco días corridos con el apoyo de tantos viequenses. Fue sublime la reacción del público al reconocer en la pantalla las primeras imágenes de Vieques, y también al reconocerse como parte de la historia narrada. De eso se trata la conexión con el cine: de que nos reconozcamos humanos y capaces de vivir el registro de emociones que se despliegan frente a nuestros ojos.
Para mí, el regreso a Vieques con todo el equipo fue nuestra manera de agradecer y de cerrar el círculo donde había comenzado todo, desde que hice el documental sobre las mujeres de la Alianza Viequense en el 2002 hasta ese día de entrega de una película que se inspiró en esa Isla.
La película, que empieza su segundo fin de semana en cartelera, continúa exhibiéndose en ocho salas en el área metro, en Ponce, Mayagüez y Arecibo. Estamos contentas. La asistencia ha estado bien, aunque no ha alcanzado los números de la película Lotoman de la hermana República Dominicana. Me asaltan dudas sobre si habremos perdido esa capacidad de nuestros vecinos para reconocerse y celebrarse en sus historias. ¿Será que estamos tan marcados por el cine de Hollywood que ya no nos interesa vernos en la pantalla? ¿Será que los dominicanos sienten más orgullo de lo suyo y por eso apoyan su cine? Una vez ven América, el público –aquí y en Estados Unidos– sale encantado. Pero, ¿qué nos falta para que nos enganchen nuestras propias historias y entremos a esa sala de cine?
De pronto nos cuestionamos la calidad y la universalidad de la historia. La respuesta nos viene de México, donde América acaba de ser seleccionada para la muestra de películas iberoamericanas en el importantísimo Festival de Cine de Guadalajara, con otras doce –entre las que está También la lluvia de Iciar Bollaín (película española que representó a España en los Oscares y que quedó entre las nueve finalistas). Guadalajara nos abre las puertas para encontrar distribución internacional. Estamos seguras que esta es nuestra mejor película y que encontrará la distribución mundial que merece y que nos permitirá comenzar la próxima, otra historia caribeña.
En todo caso, tenemos la tranquilidad de que hicimos la mejor película posible, con la mejor historia, con la mejor producción, con el mejor talento frente a la pantalla, la mejor fotografía, arte, vestuario, edición, música y la mejor promoción que pudimos hacer dentro del presupuesto con el que contamos. El pueblo de Puerto Rico tiene en sus manos la posibilidad de verse, de apoyar su cine y hacer posible la recuperación de la inversión en tiempo, dinero y sueños. Ahí se la entregamos. Ustedes dirán si es posible continuar haciendo cine desde nuestra realidad para el mundo, o si no queda ya espacio para las historias más cercanas –las nuestras.
Trailer oficial de América
*Sonia Fritz es cofundadora junto a Frances Lausell de la casa productora Isla Films. Es además profesora en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad del Sagrado Corazón. Isla Films tiene a su haber las películas América, Miente, Manuela y Manuel, Aventura en el Estuario, y decenas de documentales sobre temas de migración, mujer y cultura caribeña.