Sin aferrar la pluma a una fecha exacta, los pergaminos ubican el choque armado entre los años 1511 y 1515. Las batallas abarcan embates veloces, refriegas y colisiones frontales. Cabalgadas o incursiones produjeron asaltos brutales sobre los yucayeques (aldeas) de los taínos con la intención de sembrar el pánico entre los nativos insurrectos en territorios caciquiles hostiles o aún sin someter. Las aldeas ardieron hasta los cimientos, y los conucos, esas parcelas fecundas, quedaron devastados. Tanto en los conflictos bélicos como en las incursiones, los advenedizos apelaron al cautiverio de nativos, fuesen varones adultos, mujeres o infantes, con el fin de infligir castigo, destilar temor y tejer el terror.