El Grito de Lares en su 150 Aniversario
Este año se conmemora el 150 Aniversario del Grito de Lares. Un 23 de septiembre de 1868 centenares de paisanos puertorriqueños de diversas clases sociales, dirigidos por la élite criolla, tomaron por asalto el pueblo de Lares y proclamaron la República de Puerto Rico. Es un momento propicio para reflexionar sobre la doble dimensión del significado social en la historia, como apuntó el historiador Edward H. Carr, de su diálogo e interconexión entre el pasado y el presente.Con esta contribución, se inicia una colaboración entre 80grados y la Academia Puertorriqueña de la Historia en un afán compartido de estimular el debate plural y crítico sobre los procesos que constituyen nuestra historia.
Nada en la historia sucede sin trasfondo y contextos particulares. Desde el emblemático 1492 en adelante, todos los países de América Latina, y desde comienzos del siglo 17 los de Anglo-América habían pasado por dos o tres siglos de conquistas y colonizaciones. Hacia el siglo 18, en algunos casos incluso antes, afloraron las diferenciaciones y contradicciones de intereses económicos y políticos entre las grandes potencias de España, Portugal, Inglaterra y Francia y las nuevas nacionalidades por toda la América colonial.
El siglo 18 está plagado de peticiones de reformas, motines, rebeliones y primeras revoluciones triunfantes como la americana y la haitiana. Puerto Rico registra sublevación de los vecinos de 1701-1712, la conspiración de San Germán de 1809-1812, la lucha de la Sociedad de Liberales Amantes de la Patria de 1820-1823, la rebelión de 1838, una veintena de intentos de rebelión de esclavos en la primera mitad del siglo y huelgas de brazos caídos, fugas entre municipios y otras manifestaciones de resistencia de los jornaleros al régimen coercitivo de trabajo que se instala en 1849.
En la revolución puertorriqueña de 1868 confluyeron las aspiraciones de emancipación de todas las clases oprimidas de una manera y otra. “No puede menos de ser importante y trascendental”, escribió el general y gobernador José Laureano Sanz en Informe al Poder Ejecutivo en Madrid, en julio de 1869, “el hecho de que individuos de todas las clases que componen esta sociedad tuvieran participación en la revolución radical que proclamaba la independencia de la Isla”. La muestra de 645 presos, involucrados o sospechosos, identificados en las investigaciones hasta el momento, es un testimonio de ello. La mayoría de los presos eran jornaleros, que a su vez, junto a sus esposas o compañeras e hijos e hijas constituían la mayoría de los 658,000 habitantes del país entonces.
No fue por falta de apoyo popular que se frustró la insurrección; a ello contribuyeron diversos factores, el descubrimiento de la sociedad secreta de Camuy con información comprometedora de otras, la desconexión entre juntas de diversos pueblos, el desconocimiento de los rebeldes de la situación de arresto de Ramón Emeterio Betances en Saint Thomas y la imposibilidad de traer una expedición con armas y municiones, entre otras. Las autoridades españolas, cuando tuvieron la situación bajo control en octubre, tildaron a los patriotas de “malhechores”, “bandoleros”, y “criminales”. Betances ripostó que el único “crimen” del Grito de Lares fue su desafortunada precipitación, que impidió la acción sorpresa y en más sintonía.
En Lares se dio el grito de la libertad de todo Puerto Rico. Como todos los pueblos que se sacudieron del colonialismo en los siglos 18 y 19 era un Puerto Rico diferenciado como nación nueva, con su cultura y costumbres particulares, con la manifestación de su pintura, su literatura (poesía, ensayos y novelas), sus dramas y teatro, su periodismo, sus profesionales y clamor universitario, su ideario del liberalismo y sus ansias de desarrollo industrial y progreso de su época.
Patria, Justicia y Libertad, el lema revolucionario de 1868, sigue tan vigente antes como en el presente de Puerto Rico que aún clama por la realización de esos valores en toda su plenitud posible.