Cero compras por 24 horas… ¡únete!
El día de no comprar o “Buy Nothing Day” es un movimiento establecido por la revista Adbusters que propone luchar contra el consumismo en una fecha peculiar: el Viernes Negro.
Conocido también como “Black Friday”, este día se lleva a cabo el viernes después de Acción de Gracias y se caracteriza por ser un día de compras masivas a nivel mundial. Es usual que las tiendas ofrezcan al consumidor descuentos en mercancía, por lo que resulta en centros comerciales repletos de personas. Algunos se abarrotan de gente desde tan temprano como las cinco de la madrugada.
Por ejemplo, según la agencia de noticias Reuters, en el 2007 sobre 135 millones de personas participaron de las compras del ‘Black Friday’ en los Estados Unidos. Walmart de Bayamón, Puerto Rico, contó con la participación de sobre cinco mil personas en un Viernes Negro el año pasado.
Según el sociólogo Manuel Torres Márquez, durante el último viernes de noviembre la clientela de los centros comerciales entra en un estado de “locura colectiva”. Dentro de esa “locura”, las personas gastan toneladas de dinero, hacen filas extensas, y -en el desespero de querer obtener los artículos deseados- pelean, se empujan y hasta rompen cristales.
A raíz de esta epidemia mundial, un artista de Vancouver conocido como Ted Dave propuso el ‘Buy Nothing Day’, un evento que sirve como llamado contra el consumismo en la época prenavideña. Dave decidió retar la presunción cultural de que el exceso de compras conviene a la economía a largo plazo, suposición impulsada por el sector corporativo, estipulando que la consecuencia real es la sobreexplotación de los recursos naturales.
El evento consiste en algo básico pero inimaginable: parar de comprar por 24 horas. Durante este boicot se realizan varias actividades: algunos mutilan sus tarjetas de crédito en público, y otros efectúan protestas, caminatas, marchas o bailes. De la misma manera se realizan los “zombie walks”, en donde los participantes se visten como muertos y miran con expresiones vacías a los compradores; y los “Whirl a Carts”, actividad en la que los manifestantes hacen un largo “tren” de carritos de compra completamente vacíos.
A raíz del “Buy Nothing Day” surge el experimento “Buy Nothing Christmas”, iniciativa que invita a rediseñar el nuevo significado que se le ha otorgado a la Navidad: el materialismo. En la campaña se vinculan diferentes alternativas para pasar las festividades junto a la familia sin necesidad de comprar regalos mediante la creación de regalos en su propio hogar,el reciclaje, o la compra en el mercado “fair trade” o “comercio justo”, en el que se rechaza la explotación de los trabajadores.
Bajo el auspicio de la revista Adbusters, ‘Buy Nothing Day’ y ‘Buy Nothing Christmas’ han sido reconocidos internacionalmente en países como Francia, Italia, Japón, Estados Unidos, Finlandia, Inglaterra, Escocia y Holanda, entre otros. La publicación se encarga de la publicidad para estas campañas a través de comerciales paródicos, ilustraciones artísticas y actividades. Uno de sus comerciales, llamado “North American Piggy” fue rechazado por canales televisivos como MTV, ABC y CTV, quienes explicaron la censura a base de que no podían promover algo perjudicial para sus auspiciadores.
Diez años más tarde, Buy Nothing Day se convirtió en una respuesta positiva al ascenso del capitalismo depredador que limita los recursos ofrecidos por el mundo. En fin, según las campañas de Adbusters, “sólo hay una manera de evitar el colapso del experimento humano en nuestro planeta Tierra: debemos consumir menos”.
(En la elaboración de este texto también participó Nathalia Vega, ambas estudiantes de Redacción de la Escuela de Comunicación).
TEXTO COMPLEMENTARIO
Y…¿Qué es el consumismo?
Por Nathalia Vega
El consumismo puede considerarse como una conducta mundial basada en la compra de artículos no-esenciales. Es una acción desmedida impulsada por individuos que buscan satisfacer sus necesidades, entre éstas la felicidad. Comprar es una terapia: necesaria e inevitable.
O así piensan.
Un estudio realizado por la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, reveló que al enfrentarnos al deseo y anticipación de comprar un artículo, el cuerpo suelta un estallido de dopamina. Este último es simplemente un neurotransmisor que resulta ampliamente ligado al desarrollo de adicciones en el ser humano.
A consecuencia, los individuos reciben placer de ésta anticipación, efecto que se desaparece a sólo minutos de efectuar la compra, dejándolos con las ganas de recibir más. Por ende, el nacimiento del consumismo, una conducta que afecta ciudades, pueblos y naciones completas.
Vale aclarar que éste proceso ‘relajante y placentero’ surge de la anticipación y no de la acción de comprar. Es una realidad preocupante, que no tiene fin, no se sacia y sigue incrementando al pasar los años.
En fin, como dice el artículo publicado en La Nación, Del Consumo al Consumismo:
“el consumismo…es el hijo dilecto de una fantasía que altera o distorsiona nuestra propia realidad o nuestra propia imagen, convirtiéndonos en esclavos, en un remedo de lo que somos o en la imagen de lo que nunca seremos”.