De la iupi a la cárcel
A mis hermanos y hermana
“Y ahora que Mama no está aquí …”
–Arsenio Rodríguez
Primavera 1971
Eran tiempos turbulentos. Eso dicen, yo era un niño todavía. Creo que no se equivocan: había guerra en Vietnam y protestas en su contra; el movimiento por los derechos civiles continuaba en el sur de Estados Unidos y se radicalizaba en algunas ciudades del este y el oeste. En 1966 los Black Panthers asustaron a los supremacistas blancos cuando monitorearon armados a la policía en Oakland para evitar sus abusos. Con actividades desafiantes como esta y con su plataforma de justicia social contagiaron la nación y fueron imitadas por los Young Lords en Chicago y Nueva York. Esta guerra de guerrilla, como la llama Johanna Fernández, explotaba espontáneamente frente a los hogares de muchos, como en Detroit en el verano de 1967, cuando 7,000 tropas del ejército y la Guardia Nacional invadieron la ciudad para controlar el descontento por el abuso policial.
No obstante guerra, motines y asesinatos políticos, Estados Unidos enviaba cohetes a la luna anualmente y transmitía vía satélite –en vivo y a todo color– la Serie Mundial de béisbol. Su industria del entretenimiento aceleradamente acumulaba ganancias y riquezas inimaginadas que hicieron millonarios a sus jugadores antes de 1980 y la magia de sus pantallas gigantes y chicas entretenía ciudades, barrios, calles y hogares a lo ancho del planeta, convirtiéndose en parte de sus vidas cotidianas. Como parte de esa cotidianidad, en 1968 José Feliciano enmudeció a los fanáticos del béisbol poniéndole soul al “Star-Spangled Banner” en Detroit.
Eran tiempos turbulentos. Cinco muertes en tres años en la Casa de Estudios de Jaime Benítez. En marzo 11 ocurrieron las tres más recientes, incluyendo el jefe de la policía. Posteriormente cientos, quizás más de un millar de estudiantes, personal universitario y peatones de Río Piedras sintieron sobre sus cabezas y costillas la furia del animal herido. Por esas y otras protestas y por oponerse al servicio militar obligatorio, cientos de estudiantes enfrentaron los tribunales; no pocos de ellos, pasaron tiempo tras las rejas.
Dos amigos del Círculo de Estudiantes Metropolitanos, Blackie y Capitol, tuvieron una idea. Una Decana de Estudiantes, Elsa Castro, la vio con buenos ojos. Con el aval de la doctora Castro organizaron presentaciones de salsa para estudiantes: Johnny Pacheco, Willie Colón, Roberto Roena, Rafael Cortijo y el Gran Combo, entre estas. Tuvieron otra idea: ¿Por qué no un concierto en el Teatro de la Universidad? “[E]n el Teatro nunca se había presentado una orquesta de salsa ni tampoco se había programado un espectáculo de música popular,” recuerda uno de ellos, Pedro Clemente, mejor conocido como Capitol. La titi de Eliot Castro dijo que sí. Solo faltaba convencer a Palmieri.
Más que un verano en Nueva York
Eran tiempos turbulentos. En Nueva York, entre 1969 y 1971, los Young Lords habían quemado basura y tomado una iglesia y un hospital; además habían desarrollado una campaña de sanidad para eliminar el plomo de sus residencias. Con estas acciones, los y las Lords lograron un amplio apoyo de los residentes y provocaron reformas de sanidad, alimentación, educación y salud en East Harlem, South Bronx y toda la ciudad de Nueva York. Sus acciones provocaron también la intervención policial y del FBI. Una vez arrestados contribuyeron junto a los Black Panthers a la ebullición de las cárceles del Estado, repletas de afroamericanos con otros cuantos boricuas. Ellos también reclamaban derechos de salud y de educación. Su huelga más famosa fue en Attica, en el norte del Estado, la que tras cinco días concluyó con una intervención armada que en quince minutos dejó un saldo de 39 muertos. Eran tiempos turbulentos. A esas cárceles también fue Palmieri, pero a tocar con y para “sus amigos”. De ahí salió otro disco, más bien dos, pero de estos hablo luego.
A finales de los 60, Palmieri dejó el straight jacket, se puso ponchos latinoamericanos, se dejó la barba y componía temas de rebeldía y libertad como “Justicia”, “Libertad, lógico” y “Vámonos pa’l monte”. Este último intitula el álbum con la primera grabación junto a su hermano Charlie en el órgano. Hasta Nueva York fueron Capitol y compañía. Ismael Rivera fue quien los presentó y a Palmieri le encantó la idea: “tocar en el Teatro de la Universidad, eso para mí es un honor, es un privilegio”, recuerda Capitol fueron sus palabras. El Teatro inauguraba órgano: “Uf, esto es una maravilla”, dijo Charlie y para la Decana era “un honor que Charlie lo pruebe para ver si está bueno”, bromeó.
Con una grabadora Teac de dos canales y seis micrófonos que consiguió otro amigo del Centro, Amaury Hernández, y la ayuda de Andy González grabaron el concierto. A Andy le había gustado la acústica del Teatro y también le gustó la grabación. “Just another concert — right? Wrong! Thank goodness someone had the foresight to realize it”, asegura Harvey Averne, de Coco Records, en la contraportada del disco. “We played real good. Empezó bien y se tocó bien. There was a good vibe, you know, bien chévere”, así Andy describe el concierto. “Mira, esa velocidad no cesó. E.P. estuvo inventando consecutivamente por casi 2 horas. El arrebato del sonido y el meneo podía más que la fatiga”, relata Luis Antonio Rosario Quiles en la contraportada del disco.
Primavera 1972
Eran tiempos turbulentos. “Se te quemó la casa, Marcela”, cantaba Mon con Willie, durante los años que el fuego consumía al Bronx. La construcción del Cross-Bronx Expressway, había destruido el sur del Bronx. Dice Robert Caro que ya para 1965 “the community’s ‘very good, solid housing stock,’ the apartment buildings that had been so precious to the people who had lived in them, were ravaged hulks” (citado en Hermes 80). Cuenta Sandra María Esteves que la desolación siguió avanzando y entre el deterioro de los edificios, ahora viviendas de familias pobres, principalmente boricuas y afroamericanas, y los landlords buscando sacarle dinero al seguro, los fuegos se generalizaron tanto que entre 1973 y 1977 promediaron 12,000 al año. Había fuego no solo en el 23 ni a Marcela fue la única que se le quemó la casa. Muchos de esos edificios abandonados fueron cuna del hip-hop.
Luego de una década de “sex, drugs, and rock n’ roll”, Richard Nixon declaró la guerra contra las drogas el verano de 1971. Gran parte de esta guerra se desató en los vecindarios pobres y proyectos de las ciudades del este, medio oeste y oeste de esa gran nación. Probablemente de esos barrios también son el mayor número de detenidos y un alto porciento de las víctimas fatales de esa guerra que parece no tener fin.
“From 125th Street / to a bridge called GW / Several shades of living / from diamonds to mud”, así describe Calvin Clash, Snookie, el Harlem River Drive: expreso que cruza de sur a norte el oeste de Manhattan. Igual que a su amigo Eddie Palmieri, este puente era símbolo de las desigualdades de la sociedad moderna. Juntos a Ronnie Cuber tuvieron una idea y grabaron un disco con música de Palmieri, poesía de Clash y músicos de Cuber y Palmieri. Como antípode al puente, la agrupación y el disco Harlem River Drive: “sonically unified both black and Spanish Harlem, aligning and empowering two neighboring communities that were suffering similar iniquities” (Washburne).
Esta colaboración de los Palmieri con Cuber, grabada poco después del concierto de la UPR, funde rumba cubana con jazz, soul y funk en lo que la revista Waxpoetics consideró “the ultimate Latin soul album” (Flores). En parte, música compuesta en el estudio para acompañar la poesía de Snookie y de Marilyn e Ira Hirscher resultó en una “protesta elocuente contra las injusticias y la irracionalidad de la sociedad moderna” (Flores 170). El álbum, especialmente “Idle Hands”, fue adoptado como pieza de culto por la guerrilla urbana Weather Underground y Morris Levy, dueño de Roulette Records, no le agradó la visita de agentes del FBI. No fue un éxito comercial y hoy es pieza de culto.
Eran tiempos turbulentos. Panthers y Lords coordinaban presentaciones musicales en las cárceles del Estado. Palmieri era parte de esos músicos que recreaban presidarios. Snooky cayó preso y Palmieri quiso visitarlo en Sing Sing. Allí fue con su hermano y sus amigos; entre ellos Cuber, Jimmy Norman y otros integrantes del HRD, y los poetas Paquito Navarro y Felipe Luciano. Esta vez grabaron con mejor equipo y Eddie Palmieri Recorded Live at Sing Sing (1972) salió antes que Eddie Palmieri & Friends Concert at the University of Puerto Rico (1974).
Públicos diferentes, conciertos diferentes emparentados por la furia libertaria de la percusión afrocaribeña, exponenciados por el jazz y el soul. Contrario a lo posiblemente imaginado, en la cárcel donde hubo más poesía que en la universidad, en el sentido académico de la palabra. Allí leyeron Paquito Navarro y Felipe Luciano, como ejemplo de las resonancias entre la salsa nuyorquina, especialmente Palmieri, Joe Bataan y Ray Barreto, y el Nuyorican poetry. Entre ellos, el primer volumen incluye “Jíbaro, My Pretty Nigger”, el emblemático poema de Luciano. Al introducirlo, el ex chairman de los Lords, aclara que la relación entre el “hilly boy” puertorriqueño y el afronorteamericano se debe a que ambas comunidades, la puertorriqueña y la afroamericana, comparten historias y destinos de discrimen y búsqueda de libertad.
“Y el ritmo que traigo es azúcar, azúcar pa ti”, le riposta Palmieri. El tropos del pregonero toma cuerpo en el sonido electrificante y embriagante de la orquesta. Número que para Juan Flores representa la culminación de los sonidos de La Perfecta por su combinación de los formatos de conjunto y charanga, en Sing Sing deja atrás la charanga y explosiona al fundirse con el jazz y el soul de Ronnie Cuber y el HRD. “Sugar … Taste the rhythm. Sugar for you, sugar for me”, rompe Jimmy Norman en soul clave, como lo llamaría Luis Gallardo, seguido de Cuber trepado en su nota y la guitarra de Cornell Duphee. Todo esto junto a los hermanos Palmieri, y sus amigos: Ray Romero, Andy González, Chucky López, Nicky Marrero, Ray Maldonado y Jose Rodrigues. Aunque, como dice Andy, en la grabación se nota la presencia de dos agrupaciones no bien fusionadas. Aún así, “Azúcar Pt. II y II (feat. Harlem River Drive)” es una muestra magistral de los alcances de la fusión Latin soul y Latin funk, que solo Palmieri podía lograr.
Otoño 1971
La espontaneidad explosiva de Palmieri, para Andy, quedó mejor recogida en la grabación de la Universidad. Con esto parece coincidir Harry Averne, quien distingue esta grabación en vivo de las colecciones de éxitos, porque: “Our album … is new, life in concert recording of your all time Eddie Palmieri favorites played the way E.P. plays them today. Added to all of this are the incredible vibrations and that special charisma generated between Eddie Palmieri and the thousand students at the U. of P.R.”
Eran tiempos turbulentos, y luego de “introducir humildemente” a “sus amigos”, Eddie invita al público a irse con él “al monte pa vacilar”, y luego pedirle “un cachito pa’ huele”. Charlie estaba feliz como niño con su juguete nuevo y lo hacía sonar como una sirena acompañando a Eddie con un piano eléctrico. Aníbal Vázquez, el MC, anunciaba la presencia de personas importantes: los peloteros Peruchín Cepeda y “el gran Víctor Pellot.” Yo no estaba allí, pero aquello debía vibrar. Y junto a sus amigos les corresponden a los estudiantes metiéndole una “Malanga”, con “Bilongo” y “Helado de chocolate” que les sacude el “Amor ciego” hasta a los que no tienen “muchacha al lado”. De paso, le pide perdón a “Muñeca” para luego invitar a las “mujeres a guarachar” con las trompetas de Larry Spencer y Chocolate Armenteros, emocionadas en fuga sincrónica, que se completaría en el estudio. Eran tiempos revoltosos y nadie se estaba quieto. Las sillas estorbaban, Nicky Marrero tiraba balas en el timbal: “tata ta / tata ta / tata ta” y el coro clamaba “No no no, no me trates así: la libertad no me la quites a mí”. Palmieri se refería al sistema contributivo, pero para Luis Antonio Quiles, sus letras representaban las “aspiraciones de una Nación oprimida por la esclavitud racial y el colonialismo”.
“Formaron comparsa”
“Todo tiene su final”, cantaron Héctor Lavoe y Willie Colón en 1974, en el LP que cerraba su carrera juntos. La guerra en Vietnam terminó; divisiones internas, persecución política y policial y más asesinatos desmantelaron a Panthers y Lords. La fragmentada izquierda en Puerto Rico tampoco pudo seguir con el empuje. Como tras los terremotos, las turbulencias no cesaron. Protestas y huelgas continuaron a lo largo de la década y continúan en Puerto Rico y Estados Unidos. Cientos de estudiantes han sido perseguides, penalizades y llevades a los tribunales por defender la Universidad y la educación pública. Algunos han hecho tiempo tras las rejas. En estos casi cincuenta años que nos separan de aquel concierto, la Universidad ha graduado decenas de miles de bachilleres, masters, doctoras y doctores. No en pocas ocasiones su torre de marfil ha coqueteado con el populismo. Ese Teatro ha sido escenario de muchas otras fiestas salseras, aunque todavía ha temblado poco con la bomba, el hip hop y el reggaetón.
Poco después de estas dos grabaciones, Palmieri ganó el primero de sus ocho premios Grammy en 1975 con The Sun of Latin Music y repitió poco después con Unfinished Masterpiece (1977). No obstante, ninguno de sus álbumes galardonados reúne la magia de estas grabaciones con su hermano. Como dice Averne, en estas se recogen las transformaciones que el jazz le imprime a la salsa junto a la magia de las reacciones del público. Estudiantes y presos enlazados y ensalsados por la electricidad de los hermanos Palmieri y sus amigos.
Palmieri además ha sido reconocido como un ícono americano por el Museo Nacional de Historia Americana, de la Fundación Smithsonian. La Universidad de Yale le concedió un premio usualmente otorgado a jefes de estado por su contribución en la construcción de comunidades por medio de la música. Su banda se convirtió en escuela de rumberos de la más alta calidad, entre ellos Eladio Pérez, Chucky López, Nicky Marrero, los hermanos González, Ray Romero, Anthony Carrillo y Giovanni Hidalgo, para nombrar solo unos cuantos. Doctor entre los suyos, que el cincuentenario de este histórico concierto en el Teatro de la UPR sirva para reconocerle que también es Doctor entre los nuestros.
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Fuentes consultadas
“1967 Detroit Riots”, History, https://www.history.com/topics/1960s/1967-detroit-riots. Updated June 2019.
“Black Panthers”, History, https://www.history.com/topics/civil-rights-movement/black-panthers. Updated June 2019.
Henry Chalfant, Director, From Mambo to Hip Hop: A South Bronx Tale, Video Film, 2006.
Johanna Fernández, The Young Lords, A Radical History, Chapel Hill, The Univerrsity of North Carolina Press, 2020.
Juan Flores, Salsa Rising. New York Latin Music of the Sixties Generation, New York, Oxford University Press, 2015.
Eric González, “The Cultural Warrior: Andy González”, Herencia Latina, http://www.herencialatina.com/Andy_Gonzalez/Andy_Gonzalez.htm. Recuperado septiembre 2020.
Harlem River Drive, Harlem River Drive, Roulette SR 3004 (1971).
Will Hermes, Loves Goes to Buildings on Fire. Five Years in New York That Changed Music Foerver, New York, Faber and Faber Inc., 2011.
Eddie Palmeri, Eddie Palmeri Live at Sing Sing, Tico Records CLP 1321 (1972).
Eddie Palmierimeri & Friends, Concert at the Univrrsity of Puerto Rico, Coco Records, DCLP-107 (1974).
Israel Sánchez-Coll, “Recuento del concierto de Eddie y Charlie Palmieri en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico”, Herencia Latina, http://www.herencialatina.com/Aniversario_Charlie_Palmieri/Charlie_Palmieri_Israel/Charlie_Palmieri_Israel.htm. Recuperado septiembre 2020.
Christopher Washburne, “An Introduction to Eddie Palmieri: A Revolution in Harlem River Drive”, https://daily.redbullmusicacademy.com/2016/05/the-note-eddie-palmieri-intro.