Del amor y otras mentiras
A Pijuán
y a su Club de Corazones Solitarios.
Me reí con el mensaje y alguien me dijo que eran unas palabras tristes y melancólicas. A mí no me pareció así. Por el contrario, me gustó el sarcasmo de quien es capaz de reírse de su propia vida. ¡Genial!
Pensé que la frase salió de alguien que no se miente a sí mismo. Quien afirma que hay corazones que se enfrían y se congelan —y entre esos se encuentra el de algún ex— debe tener claro que en esas circunstancias mirar al pasado resulta fútil. Pero como la dureza de ser honesto consigo mismo requiere algo de arte, por aquello de no maltratarse demasiado, la frase cervecera contiene unos lúpulos de venganza sentimental. Al reconocer el corazón congelado de su ex, a la vez se proclama públicamente que su ex es una persona sin corazón. Es algo así como el caso de la señora de mi barrio que en un ataque de coraje insultó a su hijo diciéndole «por corazón tú lo que tienes es un rollo de alambre de púas».
Al hablar del corazón y del amor, necesariamente tiene uno que adentrarse en el territorio de la mentira. Resulta inevitable. De esto se trata esta columna, de las mentiras del amor y del amor a las mentiras, ya sea por el amor al amor o por el amor a hacer el amor. En esta columna reseño el libro El amor y otras mentiras, del cubano Ángel Boligán (2016), quien reside en Ciudad de México y publica caricaturas en las páginas de El Nuevo Día sobre el acontecer boricua y como comentarios humorísticos en las columnas de opinión. El libro contiene algo más de cien caricaturas, varias de ellas a todo color, pero la mayoría con la paleta de colores típicos de Boligán, tonos de grises acompañados por algún elemento rojo color sangre. Esta colección resulta a veces melancólica y a veces esperanzadora, pero es siempre mordaz, crítica y punzante de las prácticas amorosas en una sociedad cibernética, envejeciente y, lamentablemente, todavía capitalista y patriarcal.
La portada del libro resulta algo artificiosa, luego del título y el nombre del autor aparece «Textos de Silvio Rodríguez e Iván de la Nuez». Que el texto de Rodríguez resulte menos extenso que el párrafo de la descripción del autor en la contraportada, puede parecer extraño a algunos lectores. Que el tentador texto de de la Nuez, Perdido en la tentación, presente la idea de que «no estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, sino de nuestras tentaciones» es un acierto en esta colección.
El lector encontrará escenas de amor en parques públicos, museos, dormitorios, ciudades, hoteles, en el medio del mar y hasta en el paraíso (con todo y manzana y serpiente, claro está). Entre los hombres hay tiernos y audaces viejitos enamorados; hay solitarios hombres de mediana edad; hay soñadores y timadores; y hay emparejados hombres inseguros, aburridos, deprimidos y reprimidos. Entre las mujeres hay damas entaconadas y abusadas, al igual que mujeres asertivas, complacientes y complacidas. Las parejas de hombres gays y mujeres lesbianas están numérica y políticamente bien representadas. Alguno que otro diablillo y cupido no podían faltar, así como la presencia de un Dios heterosexista y patriarcal.
Me encanta la caricatura de un hombre sentado frente a una computadora con cámara digital, presumiblemente conectado a un chat romántico o sexual. Ante el ojo de la cámara colocó la imagen recortada de un apuesto y atlético hombre, para así ocultar la obesidad en su acto de «seducción». Y digo seducción pues es el título que Boligán le puso a esta caricatura. Aquí me parece apropiado tachar, sustituir y adulterar una célebre frase del viejito Karl Marx (1981), «Los hombres hacen su propia historia [mentira] pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.» No sé si esto es un acto de mentir por amor o si es una estrategia de supervivencia en una sociedad que en décadas recientes ha intensificado el desmedido valor de la apariencia corporal.
Recuerdo haber estado en casa de familiares y escuchar a un primo levantarse con resaca y decir, «Me siento bien mal, anoche bebí de más. Estuve ahogando las penas en alcohol… Las mías no, las de un compañero de trabajo que lo acaba de dejar su mujer». Y es que parece que eso de usar la aguja equivocada, como nos presenta Boligán, es una técnica bien masculina para remendar el corazón. Bien recientemente estuve en casa de un amigo que me dijo, «Qué bueno que llegaste, vamos a salir a beber ahora mismo. Mi novio me acaba de dejar por mensaje de texto, aquí está escrito en mi teléfono celular.» Acepté la invitación pero me ofrecí a pagar los tequilas de mi preferencia. La ocasión lo ameritaba, pedí un tequila reposado, de la Compañía Corralejo, «Tequila Quita Penas». Como no lo había, terminé con tragos gratuitos toda una noche.
Cuando un caballero llega a un hotel con una mujer de medias negras —como en la canción de Joaquín Sabina— este le grita a un pequeño cupido con arco y flecha en mano para que no se atreva a entrar con ellos a ese lugar. Sin lugar a dudas, una de mis imágenes preferidas. Siempre hay cierta fragilidad en la gente que se siente obligada a gritar. Y si este caballero tiene que vociferarle al diminuto cupido, me parece que se miente a sí mismo. A pesar de sus intenciones, parece que para él, el hacer el amor conlleva el riesgo de encontrar el amor. Quien no miente en estos menesteres es Chavela Vargas, pues no tuvo ni siquiera la necesidad de alejar a cupido cuando reiteró que «El amor no existe, es un invento en noches de borrachera. Cuando pasa la borrachera se acabó el amor». Al preguntarle la periodista si alguna vez le ha dolido el corazón, ella dijo sin estridencia alguna «Yo amo con el hígado. El corazón no tiene nada que ver con esto.» (Petrich, 2007) ¡Genial!
Una colección de imágenes humorísticas sobre el amor que no contenga parejas del mismo sexo constituiría otro libro que se miente a sí mismo. Afortunadamente, a Boligán no le tiembla el pulso al adentrarse en temas de identidad sexual y heteronormatividad. El humor de Boligán toma como tema la inseguridad sexual de hombres mujeriegos, así como la mojigatería de la Iglesia Católica. En esta línea de argumentación visual, sobresalen sus reinterpretaciones humorísticas de varios textos bíblicos. Me he quedado pensando en esa imagen de una inmensa Arca de Noé en alta mar, desde donde una pareja de elefantes y otra de jirafas observan a una pareja de dos hombres desnudos en una pequeña yola con una bandera gay. El título de la imagen, Homofobia, hace claro el carácter eminentemente heterosexista del relato bíblico. Siguiendo las palabras de ese Dios bíblico, en el Arca de Noé solo se admitirían parejas heterosexuales, Noé (de quien se dice que era un hombre justo) y su esposa, sus hijos y sus esposas. Igual sucedería con las parejas de animales. A la pareja de hombres gay en la imagen, se la llevaría el diluvio; siguiendo la lógica bíblica, no pueden ser hombres justos. Según el relato bíblico, la homofobia es mandato divino.
Una imagen presenta a un hombre sobre el suelo, aparentemente muerto, con el corazón por fuera de su cuerpo. Al lado está una mujer que intenta revivirlo, con una descarga eléctrica, que no proviene de un defibrilador médico, sino de las venas de su propio corazón. Conozco varios casos de gente que se encuentra prácticamente tirada en la calle por un corazón desanimado que súbitamente son rescatados o resucitados por un azaroso corrientazo amoroso. Me da mucha alegría haber presenciado estos casos pues antes del corrientazo casi los escuché cantar la canción de Shakira, «debajo está el asfalto y más abajo estaría yo». Ahora bien, como esos encuentros no dependen de la persona, sino del azar, y desafían toda ley de probabilidades, aconsejo no esperar por nadie y pensar en las palabras que Oscar Wilde (1999) puso en boca de Lord Darlington, «todos estamos tirados en el cieno, pero algunos de nosotros miramos la estrellas». Una vez de pié, se está en mejor posición de intercambiar corrientazos amorosos, los cuales prenderían fácilmente el resto de nuestra abatida y deselectrificada isla poshuracanada.
Me conmueve la caricatura de dos viejitos besándose apasionadamente en un banco de un parque de ciudad. Sus respectivos bastones conforman un corazón. Eso de que el amor no tiene edad puede ser otra mentira del amor. Boligán apunta a que mientras más tiempo pasa, mas apasionante resulta amar y sentirse amado. Si hay caricaturas enternecedoras en toda esta colección, son estas de amantes envejecidos nada reprimidos.
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En uno de los cementerios de la ciudad de París se encuentra una tumba, localizada en una esquina nada particular, que ha atraído a muchos a rendirle tributo de una manera muy particular a quien en su interior yace. Las huellas de cientos y cientos de besos, con marcados tonos de rojo sobre los colores grisáceos del mausoleo rinden homenaje a quien en una de sus sátiras a la aristocracia victoriana puso la siguiente frase en boca de uno de sus personajes «un beso puede arruinar una vida… Lo sé demasiado bien» (Wilde, 2003A). Uno de los remanentes de uno de los huesitos de dicho autor, se sacudió en el 2016 cuando Boligán publicó El Amor y otras mentiras. Supongo que el libro le llegó a través del ciberespacio y el propio Wilde cuando lo leyó, se rió y se sonrojó.
Observar con cuidado ese libro me obliga a comparar la ingeniosidad de Ángel Boligán con la sagacidad humorística del propio Oscar Wilde. Estando Oscar Wilde exilado en Francia, empobrecido y enfermo, luego de sufrir una condena de años de cárcel y trabajo forzado, le escribió a su abogado y amigo Carlos Blacker que aunque tenía el corazón hecho pedazos, su deseos de vivir eran tan intensos como siempre. De todas formas, escribió él, «los corazones están destinados a romperse» (Wilde, 2003B). Tener en la portada un corazón rojo, invertido, casi con la forma del as de espadas, pero completo y sin grietas o pedazos faltantes, resulta ser la primera mentira de esta colección de caricaturas. Creo que el corazón completo es tal vez la mentira fundamental de todo el libro.
A quien lea esta columna le exhorto, si no lo ha hecho todavía, a que algún día visite la tumba de Wilde y le plante un beso colora’o. Hay mentiras del amor por las cuales bien vale la pena vivir, aunque no morir. El ojo de Ángel Boligán ha observado muy bien las múltiples formas contemporáneas de esas mentiras y su mano las ha dibujado y caricaturizado. Este libro no nos invita a evitar dichas mentiras, sino a reconocerlas y disfrutarlas para así vivir más intensamente.
Referencias
Boligán, Ángel. (2016). El amor y otras mentiras. Ciudad de México: Almadía.
Petrich, Blanche. (2007, 7 de junio). El amor no existe: Chavela Vargas. La Jornada, Edición digital. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2007/06/08/index.php?section=espectaculos&article=a12n1esp
Marx, Karl. (1981). El dieciocho brumario de Louis Bonaparte. En C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú 1981, Tomo I. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm [Texto original de 1851-1852].
Wilde, Oscar (1999). El abanico de Lady Windermere. Buenos Aires: El Aleph. Disponible en: http://bibliotecadigital.educ.ar/uploads/contents/OscarWilde-Elabanicodeladywindermere0.pdf. [Texto original de 1892].
Wilde, Oscar. (2003A). Una mujer sin importancia. Buenos Aires: Biblioteca Virtual Universal. Disponible en http://biblioteca.org.ar/libros/89662.pdf. [Texto original de 1893].
Wilde, Oscar. (2003B). Letter to Carlos Blacker (fechada,). En Merlin Holland, Wilde: A Life in Letters. Fourth State Press. [Texto original del12 de julio de 1897].