Doctorado Honoris Causa para Alfredo Torres Otero
Semblanza leída en la asamblea de la Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico el viernes, 16 de marzo. La misma fue presentada con motivo de la nominación de Alfredo para un doctorado honoris causa, por iniciativa del Departamento de Historia, y con la solidaridad del Departamento de Literatura Comparada. La nominación fue aprobada por mayoría y será sometida próximamente ante la consideración del Senado Académico del Recinto.
Los Departamentos de Historia y Literatura Comparada presentan ante la consideración de nuestra Facultad de Humanidades la candidatura del Sr. Alfredo Torres Otero como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Puerto Rico. Con ello honramos, no sólo la destacada trayectoria de un defensor incondicional del libro en el país, sino que junto con él queremos destacar la función imprescindible de los libreros y las librerías universitarias para la formación de lectores y para la creación de intelectuales en el campo cultural. Nombres como los de Juan Gallagher, Carmen Rivera Izcoa, Jesús Tomé, Benjamín Muñiz, Norberto González y librerías como la Librería Campos, la Librería Hispanoamericana, Universitas, o la Librería Mágica resuenan junto con el de Alfredo Torres y su librería La Tertulia como parte esencial de un paisaje cultural amplio y complejo del que no sólo son parte, sino también gestores.
La Tertulia ha sido no solamente el lugar donde tantos de nosotros adquirimos los libros con los que escribimos los nuestros y con los que preparamos nuestras clases y nuestras conferencias, sino que es también, como lo indica su nombre, un lugar de encuentro, el agente catalítico donde ocurren las presentaciones, conferencias, foros, charlas, discusiones, o, a veces, el diálogo íntimo e intenso mediado por un café donde se produce el chispazo prometedor de una idea o de un proyecto. En tiempos de crisis, sobre todo como los que ha vivido últimamente la Universidad, La Tertulia se ha convertido en un espacio de sobrevivencia, casi podría decirse, en la Universidad alterna. Ha sido salón de clases, oficina de profesores, sede para toda suerte de contubernios, conspiraciones, acuerdos, desacuerdos, polémicas, edictos, pronunciamientos, en fin, lugar propicio para la democracia que se crea por el respeto a la palabra y por la defensa del espacio público.
Para todos estos menesteres La Tertulia cuenta con un hábil y dispuesto maestro de ceremonias en la figura de Alfredo Torres. Nadie se hubiera imaginado que su destino lo llevaría de su barrio de Orocovis a las calles polvorientas y ruidosas de Río Piedras. Producto de la Ramón Vilá Mayo, de Capetillo, de un bachillerato en la Universidad de Puerto Rico permutado por el diploma de la militancia política, su vida le depara más amos que al Lazarillo de Tormes. Teller de banco, enmarcador, empleado de fábrica, diseñador de sistemas operativos, pasa de ser, en sus propias palabras, un troublemaker de la militancia de izquierda a ser un troubleshooter de la industria de la computación. Fue precisamente cuando lo contrataron para diseñar un sistema operativo para la antigua La Tertulia que decide comprarla y el resto es historia.
En La Tertulia ha amenizado cientos de presentaciones de libros de historia, ciencia política, filosofía, estudios culturales, literatura, economía, sociología, en fin, una gama amplia representativa de la diversidad de la producción intelectual del país. Algunas de las más importantes revistas culturales de nuestro medio, como Postdata, Bordes, Apuesta, Hotel Abismo, han contado con su decisivo apoyo y subvención. Su renovación constante del inventario de la librería la ha convertido en una de las más inteligentemente provistas de Latinoamérica, digna de compararse con librerías afines en México, Argentina o Chile. Como fundador y co-director de las editoriales Callejón y Vértigo, Alfredo ha publicado los libros de muchos de los más connotados intelectuales del país. Ha sido además fundador de la Asociación Puertorriqueña de la Industria del Libro, de la Caribbean Publishers Network y participa asiduamente de las ferias del libro de Guadalajara, Barcelona y República Dominicana.
Quizá lo más importante que pueda decirse de Alfredo Torres como librero es que es un lector, un gran lector. Da gusto ir a una librería donde el librero lee. Lo mismo puede decirse de los estupendos empleados que han trabajado y trabajan allí, muchos de ellos poetas, narradores y escritores que, no sólo venden sino que también escriben, libros. Hace unos meses, en una reseña sobre la nueva narrativa puertorriqueña, Juan Duchesne comentaba que la nueva literatura de este país se estaba escribiendo prácticamente en el espacio que media entre La Tertulia y la Librería Mágica. Es esa la energía y la intensidad que queremos celebrar al proponer la candidatura de Alfredo Torres, vecino de Río Piedras y natural de Orocovis, como Doctor Honoris Causa de esta Universidad de Puerto Rico.