Don Roberto, el laberinto del poder y una convocatoria
La verdadera historia de Roberto Sánchez Vilella es uno de esos libros esenciales que marcan, con su aparición, un antes y un después. Establece nuevas pautas en Puerto Rico sobre lo que constituye ese género extraordinario de la literatura que es la biografía política. Esta no es una biografía de encargo. La idea no es que nadie quede como ángel ni como demonio sino entender las circunstancias complejas en que se tomaron decisiones difíciles y las consecuencias de cada una.
La gran aportación del libro está en la forma directa y sincera con que se afronta las acciones de la generación política de la que Don Roberto formó parte. Cuando Sánchez entiende que se equivocó (individual o colectivamente) así lo hace saber, donde no estuvo bajo su control el resultado de los acontecimientos, también. En donde faltó capacidad de previsión lo admite sin disimulo. De este retrato no surge la figura del líder carismático, el cual sigue siendo Muñoz Marín, pero la imagen de Don Roberto se torna aquí más compleja y rica en contrastes y tonalidades. El libro traza, desde la niñez misma, los rasgos de un líder por cuenta propia que va evolucionando en capacidad y en la seguridad sobre cómo puede tener su propia voz y sobre cómo implantar su propia agenda que es de beneficio al bien común. Es por eso que cuando Sánchez Vilella asume la gobernación ya tiene una agenda de trabajo propia. Tenía una estrategia para sacar al PPD de su curso inmovilista y de creciente corrupción electoralista. Pero las rupturas, y el manejo brusco de las mismas, pudieron más que el proyecto. Estas verdades sobre su gestión pública afloran en un texto íntimo, a veces con mucho dolor, a veces con mucha alegría, pero siempre con la verdad de su testimonio y los de aquellos colaboradores y participantes objeto de este drama.
Este el primer intento que yo conozca de narrar la vida de un político destacado de Puerto Rico desde una perspectiva integral en donde lo político y lo personal no se tratan como parcelas separadas e inconexas. En realidad era imposible hacerlo: la vida de Sánchez, y por tanto esta memoria autorizada, están marcadas ambas por rupturas políticas y personales que trascendieron un ámbito e invadieron al otro. Nunca antes (ni después) la gestión de un divorcio provocó tantas protestas políticas de un Gobernador en funciones. Nunca antes la lucha de dos buenos amigos protagonizando una ruptura política abierta y frontal como la de Luis Muñoz Marín y Don Roberto, tuvo tantas consecuencias. Esta confrontación es, a mi entender, el eje del libro. Es la que obliga a Muñoz Marín a desplegar el maquiavelismo de un castigo ejemplar que cambió para siempre la percepción pública del patriarca.
Todo esto ha provocado, sin embargo, que la vida de Sánchez haya sido escrutada, en lo privado y en lo público, con una mirada microscópica como ninguna antes. A veces me pregunto qué sucedería en Puerto Rico si todos los líderes políticos fueran sometidos al mismo escrutinio de su vida privada como ha sucedido en este caso. Cuando pienso en ello me dan muchas ganas de reír….
En este extraordinario libro, por tanto, la validación de los sentimientos, las frustraciones, las deslealtades van de la mano junto al cálculo exacto de un ingeniero que nunca falló en sus predicciones político-electorales. El libro es una gran aportación al debate político pero su aportación trasciende este género para convertirse en un ejercicio narrativo y humano de primer orden. Se han alineado los planetas. La sinceridad de Don Roberto y lo que ha llamado el amigo Néstor Duprey la “mirada fresca” de Celina Romany, se han juntado en una colaboración que establece nuevos parámetros en el entendimiento de la relación entre lo político y eso que llamamos el “factor humano”. Cuando digo que ha valido la pena la espera del libro lo digo muy en serio: este es uno de esos textos que dejan a uno distinto: más reflexivo sobre esa historia compleja del siglo XX puertorriqueño que a veces duele tanto como una herida abierta.
Por medio de entrevistas profundas al propio Sánchez y a un grupo nutrido de colaboradores y participantes del proceso político puertorriqueño y del examen de una extensa variedad de documentos, la amiga Celina Romany Siaca, logra desentrañar misterios y abrir nuevas vías de interpretación para descifrar mejor el Puerto Rico contemporáneo. Es una lectura difícil y los temas muy variados. No porque se trate de casi 600 páginas sino porque en ellas se plantean todavía asuntos no resueltos y de una pertinencia asombrosa para el drama contemporáneo nuestro. Al terminar el libro hemos sido testigos presenciales de un verdadero catálogo de las pasiones humanas de nuestro liderato político: las más sublimes y las más miserables, las de mayor compromiso con el bien público y las más egoístas, las más valientes y las más cobardes. En cada una de las encrucijadas (¡y mira que fueron muchas!) Don Roberto explica sus decisiones y luego emite su propia valoración de su conducta. Al final del día le toca al lector hacer la composición última y definitiva.
Este libro es lectura obligada para todo el que quiera aportar al futuro de Puerto Rico. Obliga a pensar lo político desde una perspectiva en donde la inteligencia emocional para enfrentar conflictos es esencial. Revalora la importancia de articular una propuesta socialdemócrata para el Puerto Rico de hoy. Reflexiona sobre el racismo desde el ámbito familiar hasta el político. Sopesa la relevancia del nacionalismo albizuísta y nos permite entender la valoración propia que hizo Sánchez de lo nacional. Este es un libro que evita el insularismo y constantemente nos recuerda a Puerto Rico como un mundo que no es ni tan ancho ni tan ajeno. Discute la relación entre el liderato carismático y el burocrático de forma magistral. No sigo porque prometí ser breve…
El libro no es, sin embargo, lectura ni para dogmáticos ni para simplistas ni, mucho menos, para los sectarios. A estos últimos, tan perjudiciales para encaminar el futuro de la Isla, les sugiero que no lo lean. Les puede causar una confusión permanente. El libro se mueve en el terreno de alguien que no tuvo el lujo de las opciones simples pero que no sucumbió tampoco al pragmatismo fácil ni a las salidas puramente electorales. Es un libro, por otro lado, que ofrece claves importantes para generar los consensos que Puerto Rico necesita para moverse hacia adelante. Al final el gladiador que fue Don Roberto nos da municiones, desde algún sitio en el universo, para que no nos desalentemos, para que abramos nuevas ventanas de posibilidades y de solidaridad social. Propone la asamblea constitucional de status como algo más que un procedimiento jurídico. Es la forma en que Puerto Rico puede negociar su futuro de igual a igual, de nación a nación.
El Roberto Sánchez al que Celina le toca entrevistar es a un hombre maduro de 82 años que no quiere que se le queden cosas sin decir. Quiere hacerle un último servicio al país: contar su historia y utilizarla para que otros aprendan de los errores. Sabe que su hora ha llegado: le toca ahora a las nuevas generaciones continuar la ruta. Esa nueva generación, sin embargo, debe conocer su versión de los hechos porque es una historia, en muchos aspectos esenciales, desconocida. Él mismo se ha auto-censurado para poder cumplir adecuadamente las labores de servicio público que marcaron su existencia. Celina lo describe bien: “A Sánchez le ha costado hablar. Han sido demasiados los años perfeccionando el arte de la discreción y la reserva…”
El cumplimiento de la agenda que se propuso el PPD en los cuarenta de lograr un Puerto Rico plenamente descolonizado, con niveles altos de calidad de vida y de justicia social, está completamente estancado y él conoce muy bien que hay errores, en los que él participó y los que no, que contribuyeron a ese estancamiento y que no se deben repetir. Para que podamos evitar nuevos traspiés al viejo gladiador le queda una última batalla: enfrentarse a su propia vida, extraer lecciones y que “nada quede en el tintero”.
El tono del libro no es de celebración ni cosa que se parezca. Al contrario, lo que percibo es una nostalgia por un futuro que nunca cristalizó y como diría ese sabio que es Joaquín Sabina: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Sobre uno de los proyectos más importante de su vida, la descolonización plena de la Isla, admite la nostalgia sobre lo no sucedido:
Si hubiésemos pensado que lo que hacíamos (el ELA) era inútil-que desde el punto de vista político era seguir con una colonia… ninguno de nosotros se hubiera prestado ni un minuto para tamaña farsa… Creíamos de buena fe que con el proceso del 50 al 52 dábamos un paso adelante que iba permitir seguir dando otros pasos…. Los intereses de E.U. no pueden ignorarse… Hay que tenerlos en cuenta como cualquier negociación entre países…. Queríamos adquirir unos poderes necesarios para hacer cosas que beneficiaran a Puerto Rico…
Las rupturas, las políticas y las personales en el caso de Sánchez se entrelazan. La relación con Luis Muñoz Marín es un eje central del libro. Don Roberto nos hace partícipes de sus intercambios más íntimos con el hombre que lo convocó al servicio público y del cual, quedo yo convencido, tuvo que distanciarse para ayudar a profundizar la democracia como ejercicio real de poder.
Este es un viaje muy adentro dentro del alma atribulada del Partido Popular Democrático que nació a mediados del siglo pasado como esperanza de descolonización y de cambio. No es lectura apta para oportunistas ni para aquellos que ven al partido político como algo parecido a un punto de drogas en donde se puede hacer dinero fácil traficando con la esperanza del hombre y la mujer común. A éstos también les puede crear una gran confusión mental.
Ya no será posible, después de este texto, evadir el peso histórico decisivo de Roberto Sánchez Vilella en el siglo XX. Este texto aporta al proceso educativo de lograrlo. La imagen distorsionada de un Sánchez como mero ayudante de Luis Muñoz Marín en la faena de modernizar a Puerto Rico ha sido demolida con este nuevo texto esencial de la historiografía puertorriqueña.
Antes de morir Don Roberto le dio a Puerto Rico una última muestra de respeto y de entrega: el testimonio más sincero de uno de los arquitectos principales del ELA sobre la madeja de grandes logros y frustraciones que implicó su gestión inconclusa. El Pueblo de Puerto Rico tiene una deuda de gratitud inmensa con el ser humano que provoca esta memoria que amorosamente la licenciada Celina Romany se ha encargado de hilar con paciencia y voluntad.
Dice el otro “filosofo” español, Juan Manuel Serrat, en una frase que utilizo en mis clases demasiado a menudo, que “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Esa reflexión profunda sobre el valor de lo cierto sobre lo falso, lo imaginado frente a lo real, es una reflexión indispensable para valorar la importancia del libro La verdadera historia de Roberto Sánchez Vilella en torno al cual nos reunimos hoy. Nunca es triste la verdad porque lo que hay que hacer con ella es encararla; enfrentarla, mirarla de frente y no huirle. Lo que hay que hacer es “sacudir el ala del atrevimiento ante el atrevimiento del obstáculo” como nos convida el poeta cubano Nicolás Guillén. Aquí está, por fin, la biografía autorizada de quien, en más de una ocasión, no encontró en la verdad tristeza sino reto, alguien que tuvo, más de una vez, que sacudir el ala del atrevimiento. Un líder que, años después, pudo sentarse tranquilamente a contar su vida con la serenidad de un verdadero patriota.
Este libro de la profesora Celina Romany nos emplaza, sin decirlo, a que llevemos a cabo un último requerimiento de Roberto Sánchez Vilella: que hagamos una introspección de los logros y las limitaciones de nuestro proyecto de la modernización política y económica. Don Roberto nos convoca a romper moldes, a practicar la justicia social que predicamos, a organizar la voluntad nacional para encarar una nueva agenda de optimismo y futuro.
Muchas gracias.
(Presentación del autor con motivo del lanzamiento del libro el pasado 12 de mayo de 2011, en la sede del Colegio de Abogados de Puerto Rico, en Miramar)