Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra: a manera de prólogo
Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra es un libro GPS que cartográficamente pasea por dos de los sectores más icónicos de San Juan y de allí, historia y biografía se enlazan en una suerte de espejo en el que no queda otra que el repensarse en el crisol de una actualidad sin asideros, sino cargada de las contradicciones que resultan de ser colonia de dos imperios que, por un lado, dejaron la lengua que se identifica como nuestra (el español), y la otra, el inglés. Esos cambios de códigos y manejos del idioma deben pensarse desde lo sociopolítico, pero también desde la musicalidad, técnica que maneja con maestría el poeta.
Dulce Santurce… conjuga la tradición con lo urbano, la plena con la prensa, lo personal con lo político, lo trascendental con lo pedestre. Es también un relato de ciencia ficción que transcurre desde la Avenida Ponce de León hacia la Baldorioty, luego al Parque Luis Muñoz Rivera, para entonces asentarnos en Puerta de Tierra y ver el Capitolio de frente (en un sentido cartográfico a lo GPS; y, asimismo, simbólico, en una clara denuncia social). En el trayecto hay plegarias a Santurce mismo por la recuperación de la amada. La mitificación del espacio será uno de los aciertos del poemario, versos ingeniosos y mágicos como:
Dulce Santurce: constrúyeme un zoológico conlas [sic.]
instalaciones necesarias para mantener
vivo y en cautiverio el unicornio
–––– tatuado en su pierna izquierda. (p. 6)
mostrarán esa imaginería deliciosa que caracteriza la voz lírica de Gallego. Además, en el viaje se destacará la presencia de deambulantes, adictos; y hasta la mismísima doña Fela vaticinará por supuesto que caerá nieve (fue alcaldesa de San Juan, y trajo nieve en un avión en tres ocasiones muy pintorescas –Navidad de 1952, 1953 y 1954). La nieve como símbolo de la condición colonial será una de las constantes del poemario. Hay una advertencia en torno a la nieve que jamás fue derretida y alertas en torno a una máquina subterránea ubicada en San Juan. Lo propio de la ciencia ficción adquiere unas dimensiones simbólicas significativas en este poemario que conversa con la calle desde lo político, y esto es, para mí, una forma de amor. Así también, el mundo que propone el poeta es muy sanjuanero, pero con ello se proyecta al País y a las encerronas del despiadado neoliberalismo cuyos males de corrupción y abuso, fácilmente llevan a la concepción de los mundos terroríficos de la ciencia ficción.
De este modo, son muchos los encantos del poemario: San Mateo de los Cangrejos se alude mediante un poema en el cual un cangrejo se escapa de la olla porque sigue vivo, y los coros de plena develan conspiraciones con nostalgias de amor perdido. Homenajes a grandes poetas como Pedro Pietri, Julia de Burgos impulsan a mirar con atención los versos. Palomas, cangrejos, unicornios y la nieve, con sus indicios de nube y sus consecuencias de frío serán constantes en las imágenes poéticas de un “Sandulce” en el que se ama y un Puerta de Tierra que se sacraliza. El transitar la ciudad con el corazón abierto y la mirada llena de visiones apocalípticas será una propuesta de mundo que alerta y enternece, que conmueve. Ante la catástrofe, parece que el único motivo que queda será siempre la poesía, apuesta a la que me uno con el poeta.
¡Enhorabuena, Gallego! Este libro hacía falta. Desde ya auguro su lugar puntual en la poesía puertorriqueña y puedo imaginar las innumerables lecturas que complicarán placenteramente nuestros acercamientos a la poesía, al País, al estado colonial y hasta la pandemia misma. Uno de los versos recita: “Y así comienza un poemario, tan solo con un deseo” (p. 4). Yo también estuve deseando este poemario. Ahora les queda a les lectores ese mismo deseo.