El cosmos en un grillo: Octavio Paz y José Gorostiza
No es nuestra la transparencia del deseo
ni las alas del grillo ni su canto
ni siquiera el vuelo de las hojas secas
Si acaso hay algo nuestro ¡Es un misterio!
– Alberto Blanco
A. Dos poemas
T.S. Eliot (1888-1965) fue tajante y contundente cuando dijo que los poetas inmaduros imitan mientras que los maduros roban.[1] Desde que leí por primera vez esa frase del gran poeta angloestadounidense esta me inquietó, me chocó, me dejó pensando. No creo –y lo digo con total honestidad– que entiendo por completo lo que Eliot quería decir. ¿Trataba de justificar algún préstamo o robo en su propia poesía? ¿Era esta idea parte de su concepto de tradición, concepto que establece que siempre hay que colocar el aporte individual dentro del conjunto mayor de lo heredado? ¿Quería Eliot meramente epatar a sus lectores con una “boutade” provocadora que, en el fondo, no podía justificar?
Las posibles respuestas a estas preguntas no son mutuamente excluyentes; todas pueden ser aceptables y válidas a la vez. Pero la frase de Eliot, que me hace pensar por semejanzas y diferencias en algunas ideas de Borges, nunca ha dejado de inquietarme y la recordé cuando releí un brevísimo poema de Octavio Paz, “Estrella y grillo”. El poema, de sólo cinco versos, es parte de uno mayor titulado “Al vuelo (1)” que se compone de este y otros cuatro, todos muy breves. Estos poemas subordinados funcionan como estructuras independientes y, a la vez, como partes del conjunto mayor. Por ello las partes de ese todo aparecen con títulos propios. Estos son como esbozos, como apuntes, por eso el título del conjunto; parecen ser ideas para otros poemas más extensos y desarrollados, textos que surgen de pasada, que cruzan “al vuelo” por la mente del poeta, que el poeta apunta pero que quizás nunca desarrollará o que no tiene que desarrollar porque ya son textos completos en sí, aunque los una para formar un texto mayor.
“Al vuelo (1)” aparece en un libro titulado Árbol adentro (1987) donde recoge poemas escritos entre 1976 y 1987:
Es grande el cielo
y arriba siembran mundos.
Imperturbables,
prosigue en tanta noche
el grillo berbiquí.
(Estrella y grillo)[2]
Al releer este texto pensé en la perturbadora cita de Eliot porque del poema de Paz me hizo pensar en otro de José Gorostiza (1901-1973):
No canta el grillo. Ritma
la música
de una estrella.
Mide
las pausas luminosas
con su reloj de arena.
Traza
sus órbitas de oro
en la desolación etérea.
La buena gente piensa
– sin embargo –
que canta una cajita
de música en la hierba
(Pausa II)[3].
Hasta tras una lectura rápida y superficial se hacen evidentes las semejanzas y los paralelismos entre el poema de Gorostiza y el de Paz. La imagen de un grillo los une, pero, leídos con detenimiento, vemos que los dos textos tienen más en común que esa imagen central compartida.
El recuerdo de la frase de Eliot me hizo preguntarme si Paz, poeta maduro, había robado del poema de Gorostiza. Creo que la exploración de esas posibilidades sirven para entender mejor los dos pequeños poemas de los dos grandes poetas. La exploración de esta idea que parte de la frase de Eliot motiva estas páginas.
B. Dos poetas
Es un dato conocido y aceptado por los historiadores de la literatura mexicana que Paz reconoce el impacto y el magisterio de los poetas del grupo anterior al suyo, de los poetas conocidos como los “Contemporáneos” y que ve a estos como clave para entender la creación de una poesía moderna en México:
Gracias a los poetas de “Contemporáneos” penetran en nuestra poesía el mundo de los sueños, las misteriosas correspondencias de Baudelaire, la analogía de Nerval, la inmensa libertad de espíritu de Blake.[4]
Aunque Paz reconoce la importancia de Ramón López Velarde (1888-1921) y José Juan Tablada (1871-1945), poetas anteriores a estos, para la creación de la modernidad poética en México, le atribuye a los poetas que fueron sus antecedentes inmediatos, a los “Contemporáneos”, centralidad e importancia en la historia de las letras de su país. Estos introducen en la poesía mexicana las ideas esenciales de los románticos europeos –Baudelaire, Nerval y Blake o correspondencia, analogía y libertad, como se destaca en la cita anterior– y las técnicas poéticas que florecen a partir de los cambios de los románticos, los verdaderos padres, según Paz, de la poesía moderna occidental. Sin ellos, sin los “Contemporáneos”, posiblemente no hubiéramos tenido la poesía mexicana como la conocemos; sin ellos probablemente no hubiera existido un poeta con el mismo Paz. Estas presuposiciones son hipotéticas y muy probablemente exageradas, pero, al menos, podemos decir que esos poetas abonaron el terreno para que floreciera esta poesía y este gran poeta.
Y entre los “Contemporáneos” Paz destaca a Xavier Villaurrutia (1903-1950) a quien considera su maestro:
Siempre me ha gustado la poesía difícil, la poesía con secreto; Villaurrutia me mostró que los secretos, para serlo, deben ser compartidos. Compartir no es divulgar y el arte verdadero no está en la oscuridad sino en el clarobscuro (sic). [5]
Esa afirmación apunta lo que Paz aprendió de Villaurrutia y a esto hay que añadirle otra importante lección que el grupo de los “Contemporáneos”, como colectivo, también le enseñó a Paz. Esta fue la lucha por un nacionalismo que no negara la modernidad ni la apertura a otras tradiciones poéticas: “… fueron obstinados, fervientes patriotas y los persiguieron por cosmopolitas y extranjerizantes…”.[6] Los “Contemporáneos” eran profundamente mexicanos, pero, a la vez, estaban abiertos a lo ajeno, especialmente a lo europeo. Por eso admiraban a sor Juana, pero también a Rimbaud, a López Velarde pero también a Mallarmé, sin ver contradicciones en ello. La ambigüedad encerrada en la analogía y la correspondencia, la modernidad esencial hallada en los románticos europeos y el cosmopolitismo son rasgos que Paz destaca de los “Contemporáneos” y de ellos aprendió estas importantes lecciones que le sirvieron para crear su propia obra.
A pesar de que Paz destaca entre los poetas de ese grupo a Villaurrutia, a quien privilegia como figura tutelar o magisterial, no desprecia a Gorostiza y, por ello, dice que Muerte sin fin (1939) es “una de las obras más importantes de la poesía moderna en lengua española”[7]. Villaurrutia es su predilecto entre los “Contemporáneos”, pero jamás ignora ni le resta importancia ni valor a Gorostiza. Creo que “Al vuelo (1)” es un homenaje indirecto que Paz le rinde a este otro “Contemporáneo”.
C. Un principio poético
Tanto el poema de Paz como el de Gorostiza aparecen identificados como descansos o paradas entre los otros poemas de los libros donde aparecen. El poema de Gorostiza se incluye en su primer libro, Canciones para cantar en las barcas (1925) y lleva el revelador título de “Pausa II”. Hay otro con ese título en el libro. Paz, a su vez, titula el suyo “Al vuelo (1)” y aparecen dos con este título en Árbol adentro. Estos también cumplen la misma función de parada o descanso en el fluir de la totalidad del libro. A pesar de esa brevedad y de esa función que los subordina al texto como unidad, tanto al poema de Paz como al de Gorostiza hay que prestarles atención porque creo que no son piezas prescindibles; son, en verdad, textos muy reveladores de las respectivas poéticas de sus autores y, sobre todo, de la semejanza o la visión estética compartida por ambos. En su aparente sencillez se esconde una gran lección que hace de ellos textos ejemplares para entender a estos dos grandes poetas.
Paz, más que Gorostiza, nos ofrece claves directas para entender la importancia de estos breves poemas que algunos lectores ignoraran deslumbrados por otras obras más ambiciosas de los dos poetas. Así es por las extensas meditaciones sobre el arte, tanto literario como visual, que Paz presenta en diversos libros y ensayos. En su excelente comentario sobre la poesía moderna occidental, Los hijos del limo[8], nos da claves para entender este breve poema suyo y el de Gorostiza. Para mí la principal de estas claves es el concepto de analogía o correspondencia. Para Paz este es central para entender la revolución poética de los románticos europeos:
En su disputa con el racionalismo moderno, los poetas redescubren una tradición tan antigua como el hombre mismo y que, trasmitida por el neoplatonismo renacentista y las sectas y corrientes herméticas y ocultistas de los siglos XVI y XVII, atraviesa el siglo XVIII, penetra en el XIX y llega hasta nuestros días. Me refiero a la analogía, a la visión del universo como un sistema de correspondencias y a la visión del lenguaje como el doble del universo[9].
En estas dos oraciones Paz nos ofrece una apretada pero muy acertada síntesis que exponen el argumento central de su libro. Pero hay que detenerse un poco más en este sistema de correspondencias que Paz postula como central para la poesía moderna de Occidente.
Sabemos que este concepto queda plasmado ejemplarmente en el soneto “Correspondencias” de Charles Baudelaire (1821-1867) y que es central para entender la poesía de Paz y su visión de la poesía del siglo XX. Paz entiende que los poetas románticos europeos hallan en esa analogía o correspondencias en la naturaleza misma y que este concepto trasciende al ámbito de la estética: “… la exaltación de la naturaleza es tanto una crítica moral y política de la civilización como la afirmación del tiempo anterior a la historia.”[10] Y la poesía es el lenguaje a través del cual se puede llegar a esas revelaciones que nos ofrecen las analogías. Pero recordemos que el sentido de poesía en esta visión de Paz no se limita a la producción literaria y que mucha de la que llamamos poesía es mera versificación y no instrumento para llegar al conocimiento poético. Paz ve los orígenes de estas herramientas estéticas –la analogía y la correspondencia– en el pensamiento presocrático, sobre todo en las ideas y la cosmovisión de Pitágoras. Esta particular concepción de la poesía, que colinda con lo religioso, hace del poeta un vate, un vidente, un místico: “La poesía fue la verdadera religión y el verdadero saber.”[11] Para Paz “la analogía hace del universo un poema”[12] y por ello a través de la poesía podemos entender el cosmos a partir de cualquier elemento del mismo ya que en todos se reflejan los principios básicos del mismo. El universo se puede encerrar en el proverbial grano de arena y también en un humilde grillo. Pero tenemos que tener los ojos y la sensibilidad del poeta para así verlo y revelarlo.
D. Estos dos grillos pitagóricos
Veamos brevemente los dos poemas de Gorostiza y Paz que tienen como imagen central un grillo[13].
En “Pausa II” se comienza con una negación que es una rotunda afirmación: el grillo no canta sino que rima o refleja y reproduce la música del cosmos. Pero hay que notar que el poema parte del grillo para ver las estrellas o el universo. Tras estos versos se esconden las ideas de Pitágoras y los neoplatónicos: el universo es un conjunto armonioso estructurado a partir de un orden que produce su propia música, la música de las esferas. Esta se refleja en la música creadas por los humanos ya que esta también se rige por una armonía o correspondencia entre sus partes. Por ello en el poema de Gorostiza el simple grillo duplica la música del cosmos. Su canto es paralelo al de las órbitas de oro que Pitágoras postulaba como la ruta fija de los astros. En el canto del grillo –y para el poeta es canto y no ruido o chillido– se refleja el universo completo. Recordemos que Paz nos advertía que la poesía moderna tiene sus raíces más profundas en las ideas de los presocráticos. Lo curioso es que Gorostiza vuelve al final del poema a un contexto social y lo hace con una cierta ironía: llama “la buena gente” a quienes no entienden plenamente la trascendencia del canto del insecto. A pesar de ello termina recalcando la correspondencia entre el canto del grillo y la música de las esferas ya que este se convierte en “una cajita / de música en la hierba”[14].
A su vez, Paz en su poema, que es mucho más sintético o condensado que el de Gorostiza, recorre un camino inverso, pues va del firmamento al grillo. Este se convierte, en el verso final que cierra el sentido del poema, en berbiquí. La imagen que se basa en una sinestesia presenta de forma efectiva la agudeza del canto del insecto que se transforma en herramienta que penetra. Este grillo es menos armónico que el del poema de Gorostiza, pero como el otro sirve también para recalcar la correspondencia entre el insecto y la esfera celeste donde están sembrados mundos imperturbables. Como ya he dicho, su herramienta principal para ofrecer esa imagen es la sinestesia, técnica central de la poesía moderna occidental como Paz mismo apunta en su excelente estudio de esta y en su imprescindible comentario de la poesía en general, El arco y la lira (1956). El poema de Paz, más breves y sucinto que el de Gorostiza, se fundamenta también en la idea de la correspondencia que tiene su raíz en las ideas pitagóricas.
Estos dos grillos son metáforas que recalcan que el cosmos es un conjunto de elementos que se corresponden, que se reflejan y que responden a un orden cósmico. El concepto de correspondencia que Paz halla en la poesía moderna occidental, como el apunta en Los hijos del limo, nos remite al pensamiento presocrático, específicamente a Pitágoras. Tanto Paz como Gorostiza proponen que es en la naturaleza donde los poetas pueden descubrir ese orden y, en estos casos, los dos insisten en que un insecto muchas veces ignorado o hasta despreciado sirve para descubrir y ejemplificar ese orden mayor del universo: el grillo y su canto reproducen la música de las esferas. Estos grillos pitagóricos son muestra fehaciente del concepto de la analogía o la correspondencias, conceptos esenciales de la poesía moderna.
E. Invención de un precursor
Esta semejanza entre los dos poemas me llevó a pensar, como ya apuntaba, en la para mí problemática cita de Eliot. Pero no creo que en este caso la cita sea útil ni válida: Paz, un gran poeta, no le roba a Gorostiza. No me cabe duda de que Paz, lector ejemplar de la poesía mexicana, conocía el breve poema del poeta mayor. No conozco testimonio suyo que asegure así sea, pero dados los paralelismos entre los dos poemas y, sobre todo, dado el amplísimo conocimiento de la poesía mexicana que tenía Paz, no me cabe duda de que su “Al vuelo (1)” es una relectura – ni robo ni imitación – de “Pausa II”. Recordemos que este concepto de relectura muchas veces depende del lector y no necesariamente se basa en evidencia directa de la actividad de un escritor. Por todo ello, leo “Al vuelo (1)” como una reescritura de “Pausa II”.
A partir de mi lectura de estos dos breves pero excelentes y reveladores poemas puedo llegar a varias conclusiones. Primero, mi lectura de la relectura que hace Paz del poema de Gorostiza sirve para representar la fuerza y la cohesión que hallamos en la poesía mexicana donde los poetas se leen unos a los otros efectiva y consistentemente para crear una fuerte tradición poética. Además, mi relectura sirve para ver cómo la obra de estos dos grandes poetas cabe dentro de los amplios parámetros de la poesía moderna occidental. Es gracias a las excelentes presentaciones de esta hecha por Paz, particularmente en su iluminador libro Los hijos del limo, que podemos entender mejor su poesía, la de Gorostiza y la de muchos otros poetas. Por otro lado, mi lectura, que partía de las aún para mí problemáticas palabras de Eliot, me lleva a anteponer a estas otras de Jorge Luis Borges que me sirven para entender mejor los dos poemas aquí comentados y para salir un tanto de la incomodidad que me produce la cita de Eliot.
Con las ideas presentadas en “Kafka y sus precursores” Borges me ayuda a entender mejor la relación de estos sendos poemas de Paz y Gorostiza aunque sus palabras se refiere al gran autor checo:
En el vocabulario crítico, la palabra precursor es indispensable, pero había que tratar de purificarla de toda connotación de polémica o rivalidad. El hecho es que cada escritor crea a sus precursores.[15]
Cuando Paz escribe “Al vuelo (1)”, premeditadamente o sin saberlo, crea un antecedente para su texto y este lo hallamos nosotros, los lectores de los dos poetas, en “Pausa II” de Gorostiza. Paz ni imita ni roba sino que coincide con Gorostiza en el empleo de una humilde imagen, el grillo, imagen que les sirve a ambos poetas para afirmar la modernidad de su poesía y de la poesía mexicana en general.
Referencias
[1] “Immature poets imitate; mature poets steal.” T.S. Eliot, “Philip Massinger”, Selected prose of T.S. Eliot, New York, Farrar, Straus and Giroux, 1975, p. 153
[2] Octavio Paz, The collected poems of Octavio Paz (1957-1987). Eliot Weinberger, editor, New Direction Book, 1987, p. 490. Este libro recoge los poemas originales en español y en traducción.
[3] José Gorostiza, Poesía y poética (Edición crítica de Edelmira Ramírez), Buenos Aires, Colección Archivos 12, Ediciones UNESCO, 1996, p. 25. Parecerá un detalle menor y hasta sin importancia, pero no lo es: esta edición de la obra de Gorostiza reproduce en su portada una pintura del artista oaxaqueño Francisco Toledo (1940-2019). No se da el título de la pieza, pero esta representa un grillo sobre dos formas redondas. Toledo usó los animales, particularmente los insectos, como tema frecuente de su arte ya que su obra partía de la cosmovisión prehispánica que prestaba atención muy especial a los animales. Creo, pues, que la selección de la imagen de la obra de Toledo no es accidental y hace eco del citado poema de Gorostiza.
[4] Octavio Paz, “Poesía mexicana moderna”, Las peras del olmo, México, Universidad Nacional Autónoma de México, (segunda edición), 1965, p. 75.
[5] Octavio Paz, Xavier Villaurrutia en persona y en obra, México, Fondo de Cultura Económica, (1978), p.34.
[6] Paz, Villaurrutia, p. 27
[7] Paz, Peras, p. 75
[8] Octavio Paz, Los hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia, Barcelona, Editorial Seix Barral, S.A., 1974. Hay que señalar que este libro recoge las conferencias dictadas por Paz en la Universidad de Harvard en las Charles Eliot Norton Lectures (1971-1972). También apunto que este libro abre con una cita de Gerard de Nerval (1808-1855), poeta francés que Paz destaca en este y otros textos como uno de los fundadores de la poesía moderna occidental.
[9] Paz, Hijos, p. 10
[10] Paz, Hijos, p. 58
[11] Paz, Hijos, p. 79
[12] Paz, Hijos, p. 84
[13] Hay que apuntar que las imágenes del grillo y del chapulín son frecuentes en la cultura mexicana, tanto en manifestaciones de la élite, como demuestran estos poemas, como en las de la cultura popular, como lo demuestra la popularidad del personaje del “Chapulín Colorado”. Aunque hay diferencias biológicas entre estos dos insectos, en la cultura popular estos tienden a confundirse. Las raíces de esta imagen mexicana del grillo/chapulín hay que buscarla en la cultura prehispánica y se evidencia hasta en la gastronomía del país. Esta imagen es muy frecuente en la pintura y la gráfica del gran artista Francisco Toledo quien parte de los mitos de sus raíces zapotecas para crear imágenes que combinan lo popular con lo elitista, lo oriundo americano con lo europeo. Recordemos que para Paz la visión pitagórica del universo se halla también en otras culturas, no sólo en la europea. En ese sentido la obra de Toledo nos hace ver los paralelismos y coincidencias de las culturas prehispánicas y las occidentales. Para una visión amplia del tema del grillo, del chapulín y de otros insectos y arácnidos en las artes visuales mexicana, véase el número 11 (Primavera, 1991) de la revistas Artes de México.
[14] Me ha sorprendido que este poema de Gorostiza haya sido musicalizado por varios grupos mexicanos; hay hasta una versión por un grupo de rock. Como muestra de estas versiones musicales véase la siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=aUOqpe9nUpI
(Consultado el 1 de marzo de 2021)
[15] Jorge Luis Borges, “Kafka y sus precursores”, Otras inquisiciones, Obras completas 2, Buenos Aires, Emecé Editores, 1974, p. 95. Énfasis en el original.