El ensayo es un golpe certero
Eduardo Lalo de Puerto Rico; Carmen Imbert Brugal de República Dominicana y Desiderio Navarro de Cuba
El Caribe hispánico ha sido desde el siglo XIX un espacio de cultivo del género ensayístico que acompañó a las gestas libertarias y nacionales de la época. En él se destacan el puertorriqueño Eugenio María de Hostos, figura fundacional del ensayo en Latinoamérica, y el cubano José Martí, ambos autores mediáticos. La larga lista de ensayistas de los tres países excede los fines de este análisis, pero es necesario dar relieve al hecho de que este género está asociado a la herejía y a la polémica como ha entrevisto uno de sus teóricos, Theodor Adorno, quien lo conceptualiza como la forma crítica por excelencia. (16)El mexicano René López Villamar, en su texto El ensayo apesta, pero no muere o Ricardo Arjona tenía razón”, enfatiza este hecho al caracterizarlo como un género ninja “que golpea cuando nadie se lo espera, luego desaparece en las sombras como Batman hasta que lo volvamos a necesitar”. En este sentido el ensayo es un golpe certero, un artefacto de demolición de ideas que representan hechos, no solamente abstractos sino concretos y que son siempre verbalizados en el campo del discurso, que es un campo de batalla, palabras del sociólogo Pierre Bordieu ampliamente citadas.
Desde esta perspectiva es que abordo a tres ensayistas: a Carmen Imbert Brugal de República Dominicana y sus ensayos periodísticos en la prensa digital; Desiderio Navarro de Cuba con su trabajo “In Media res” y Eduardo Lalo de Puerto Rico en su libro Intervenciones.
Imbert Brugal, abogada y novelista, se ha dedicado al mundo mediático como colaboradora del periódico Hoy de Santo Domingo. En su obra rechaza lo que Mary Louise Pratt ha llamado el ensayo de género en su texto “Don’t Interrupt Me: The Gender Essay as Conversation and Canon”: aquel que trata elementos considerados femeninos y que están más restringidos a los clásicos espacios designados a la mujer. De forma semejante a la de la puertorriqueña Nilita Vientós Gastón, igualmente abogada, la autora dominicana se convierte en pensadora de la nación y añade, además, elementos globales a su discurso como la internalización de la lucha por los derechos humanos.
Varias temáticas son tratadas en su columna en el periódico Hoy Digital: la valoración de figuras históricas como las de los Trinitarios, héroes de la independencia; la obra de Salomé Enríquez Ureña por medio de la cual quebranta el procerato masculino; las intrigas antes del golpe a Juan Bosch cuyas “tropelías están escritas con sangre” (Antes del golpe); la consulta en Colombia sobre la corrupción; el sandinismo como la última de las utopías de América Latina ya en total declive por las actuaciones de Ortega, junto a otros artículos que comentan lo nacional y algunos de los hechos más sobresalientes de la política latinoamericana.
En el ensayo “Hubo una vez” exalta la creación de maestros según el método de Eugenio María de Hostos y la puesta en práctica de Salomé Henríquez Ureña, destacada colaboradora del puertorriqueño:
La masiva formación de maestros estaba pendiente. La Escuela Normal creada por Eugenio María de Hostos, inspiró a Salomé Ureña Díaz y en el 1881 inaugura el Instituto de Señoritas. El legado de los dos había sido más que fructífero. En el año 1887, el Instituto creado por la “madre de la Educación dominicana” entregó al país seis dominicanas aptas para educar. Los nombres de las seguidoras de sus enseñanzas estaban por doquier, pero el número era insuficiente. Comenzó entonces la reproducción del modelo. Haber pertenecido a esa estirpe que multiplicó el método de Hostos, replicado por Salomé, sentirse educado por la segunda o tercera generación de las egresadas de esa Escuela se convirtió en seña de identidad. Imbert Brugal escribe en defensa de las mujeres y en tono condenatorio de los que violan las políticas de derechos humanos lo mismo en Colombia que en Chile a tono con la era global. Sobre el caso del dictador Augusto Pinochet comenta:
La investigación comprobó y demostró: desvío de fondos públicos, encubrimiento, cuentas falsas. 45 años después del 11 de septiembre, un fallo avala el latrocinio de Pinochet. Variable no evaluada por sus víctimas ni por sus secuaces. Si el exterminio podía justificarse, el uso de fondos públicos es difícil de exculpar tras el manto ideológico. El vengador, creador de un orden nuevo, tiene razones, orgullo, no repara en medios para ejecutar sus designios, además, eso de derechos humanos es un invento. Las acciones se ejecutan con la convicción de realizar una misión redentora. Es aquello de Saint-Jean, el gobernador de Buenos Aires durante la era de Videla: Primero mataremos a los subversivos; después mataremos a los que colaboran con ellos; luego mataremos a los indiferentes; finalmente mataremos a los tímidos.
Una de las más ardientes críticas del balaguerato, Imbert Brugal no desaprovecha para satirizar la todavía leyenda sobre el bardo, intelectual que era, el hombre que escribió el ensayo “Dios y Trujillo” y que estuvo al lado del Presidente apodado el Chivo, en los momentos en que se decretaba la matanza de miles de haitianos. Por eso exige: “Mejor la historia. Evaluar el contexto y los datos, las cifras de desaparecidos y muertos y cotejar los hechos. Mejor descubrir las delaciones y conocer las órdenes de exterminio. Mejor los documentos desclasificados…”(Mejor la historia, 5 sept 2016)
En Cuba el discurso de Desiderio Navarro, quien falleciera en diciembre de 2017, no puede borrarse de su historia ni de la zona caribeña. Gestor cultural, traductor y ensayista, divulgador del pensamiento de teóricos diversos, construyó en el Centro Criterios que presidía un espacio para la libertad en el que utilizó su palabra para combatir el discrimen contra la disidencia sin dejar de apoyar las reformas más importantes de la revolución cubana en los campos de la salud, la educación y las gestiones científicas.
Me parece de esencial importancia su luminoso ensayo, que fuera una ponencia en un congreso en Beirut, “In media res publicas; Sobre los intelectuales y la crítica social en la esfera pública cubana”. En este analiza el rol de los intelectuales en los años revolucionarios y se pregunta:
¿Qué crítica social es revolucionaria y cuál es contrarrevolucionaria? ¿Quién, cómo y según qué criterios decide cuál es la respuesta correcta a esas preguntas? ¿No ir contra la Revolución implica silenciar los males sociales que sobreviven del pasado prerrevolucionario o los que nacen de las decisiones políticas erróneas y los problemas no resueltos del presente y el pasado revolucionarios? (9)
Este texto enfrenta a los cubanos y no cubanos a la realidad de que durante un periodo de tiempo la censura se adueñó de Cuba, disolviendo la revista Pensamiento Crítico, y llevando una cruzada, como manifiesta, contra la intelectualidad crítica que no seguía el realismo socialista. A estas pautas se opondrían, señala, críticos de las artes plásticas como Gerardo Mosquera. También habría instituciones, como Casa de las Américas, declara, y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, o la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el propio Ministerio de Cultura que se opondrían a medidas coercitivas de la libertad de expresión.
Dos temas le preocupan particularmente a Navarro en este ensayo: el silencio oficial ante el crecimiento de la prostitución en los años ochenta y el racismo. Pero, el papel que cumple el intelectual y su desvalorización por su irrupción crítica son las que le hacen elaborar esta defensa de la crítica.
Otro modo frecuente de descalificar las intervenciones críticas de la intelectualidad es estigmatizarlas públicamente con el epíteto de “hipercríticas”, lo cual resulta legitimación suficiente para su exclusión de la esfera pública. En correcto español. “hipercrítico se aplica a lo que contiene una crítica excesivamente minuciosa, escrupulosa o rigurosa. (…) Ahora bien, una vez más, ¿quién, cómo y según qué criterios decide qué grado de rigurosidad crítica es necesaria para la sociedad socialista?… (22)
Estas palabras, aunque publicadas posteriormente en diversas revistas, son del año 2000, pero se han convertido en una bandera de aquellos que creen que la crítica y el socialismo pueden coexistir o más bien, que la crítica es sustancial al socialismo. Para Navarro después de la caída del campo socialista la única adscripción al socialismo tenía que ser crítica. Como puede verse este es un ensayo que golpea las visiones de que la diferencia de opinión está vedada en Cuba, A pesar de los pesares y gracias a intelectuales como Desiderio Navarro se han abierto muchas puertas a la disidencia, (y decimos esto entendiendo el contexto de agresión de los Estados Unidos que vive Cuba por el embargo) entre ellas a la perseguida durante el quinquenio gris, la comunidad LGBT, y los artistas que no se amoldaban a la praxis de un realsocialismo. Esta labor de apertura ha tenido impacto en las recientes discusiones de los marxistas críticos que abogan por una mayor integración de la Carta de los Derechos Humanos a la constitución cubana.
Eduardo Lalo es más reconocido como novelista a pesar de que su labor ensayística es de peso, pero no tradicional porque el autor cultiva en ocasiones un ensayo híbrido no convencional. Mencionemos sus libros Los pies de San Juan, Los países invisibles, El deseo del lápiz. Castigo, urbanismo, escritura e Intemperie. Su más reciente publicación, Intervenciones, que es el que comentaremos, recopila conferencias en universidades extranjeras, su aceptación del premio Rómulo Gallegos, su discurso en el Festival de la Palabra, colaboraciones en revistas cibernéticas y en El Nuevo Día, entre otros.
El autor le otorgó una gran sorpresa a Puerto Rico cuando recibió el premio Rómulo Gallegos en el 2013 por su novela Simone. Creo que en este libro nos otorga una sorpresa mayor. Publicados poco a poco el público lector no había tenido la oportunidad de leer en conjunto estos escritos en los que sobresale el pensamiento anticolonialista del escritor. Si bien la palabra intervenciones nos remite a un acto bélico u ocupación militar, como bien aprecia César Salgado en la introducción del libro, también puede desplazarse semánticamente y convertirse en respuesta del ocupado o colonizado. En apropiación, se diría desde los estudios poscoloniales.
El colonialismo es un tema esencial en la escritura de los autores caribeños. Cesaire, Memmi, Fanon, Walcott, Lamming, Confiant, Fernández Retamar son algunas de las voces que más han recorrido la palabra irreverente ante los imperios de ayer y los modernos. Territorios violentados desde el primer viaje de Colón, saqueados, despojados, no han dejado de ser caribes que se resisten en una tradición que se inicia con los jacobinos negros de los que nos habla L.R. James. Lalo no es la excepción. “Relegados por la historia al hábitat de extremo del colonialismo, constituimos una lección de resistencia”, afirma en su conferencia del 2014 ante la Asociación de Estudios Puertorriqueños. Ya en el inicio había expresado que Puerto Rico era una frontera y cito;
Lo es geográficamente (hacia el oeste comienza el gran océano), lo es políticamente (un territorio ocupado, aislado, puesto en cuarentena por Estados Unidos desde hace 116 años), lo es culturalmente (el lugar donde comienza y simultáneamente termina América Latina.
Defensor de la Universidad de Puerto Rico expresó en la Lección Inaugural de la Facultad de Estudios Generales en septiembre de 2015: “Esta es una universidad. Indudablemente la más vital, la que se desea, pero la que también se amenaza y se pone en entredicho año tras año, incluso por los mismos que la lideran”. (133)
En entrevista para Cuadernos Hispanoamericanos en 2017 Lalo reconoce la identidad bicultural de Puerto Rico a la vez que proclama al español como su lengua: “Demás está decir que Puerto Rico hace parte de las culturas caribeña y latinoamericana y que es un país hispanohablante”. (169) Ese sentido de caribeñidad es resaltado en el ensayo “Haití y Puerto Rico son del mismo buitre los huesos”. La próspera colonia de los franceses fue la primera vitrina de la zona que ahora comparte su pobreza con la nueva economía de la plantación que representa una industrialización con exención de pagos de impuestos.
Las águilas imperiales de Francia y Estados Unidos han sido sustituidas por los buitres. Esa es la lección que los haitianos aprendieron primero que nadie en América en los albores del siglo XIX. Hasta ahora no hemos tenido ni su lucidez ni su fortaleza, Haití y Puerto Rico son del mismo buitre los huesos. Hace dos siglos, cientos de millares de haitianos tomaron la historia en sus manos e inauguraron en el planeta la lucha anticolonialista. Todos somos sus herederos. Lo afirmo con orgullo y esperanza: todos somos haitianos. (150)
Sus ensayos, así pueden catalogarse la mayoría de los textos aunados en Intervenciones, demuestran un conocimiento de la política, de la historia de Puerto Rico, y de su cultura y sus artes que evidencian su pertenencia a este archipiélago del Caribe.
Eduardo Lalo ha sido uno de los más comprometidos escritores por la excarcelación del dirigente político Oscar López, por quien habló y escribió en diversas ocasiones. Antes de la conmutación de la sentencia al preso puertorriqueño cuestionaba:
¿Qué representa Oscar López? ¿Qué significan sus años en prisión? ¿Qué conlleva ser un libertador en un tiempo en que los grandes discursos se han venido abajo? ¿Qué es Oscar López en las calles de Río Piedras, en las calles que no ha pisado por 32 años en las calzadas que para nosotros son parte ordinaria de nuestra cotidianidad?
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¿Cuál es esta acción, cuál es su significado -la hipotética libertad del preso político con más años de cárcel en las Américas – qué representa esto para nosotros, para un país yaciente, incapaz, en espera de una salvación imposible, en espera de una espera interminable, sonámbula, extrañamente pacificadora? (55)
Estas citas contundentes nos bastan para entender el compromiso del puertorriqueño Eduardo Lalo con el país y su certera pluma acusadora del vil desalojo del capitalismo del desastre en Puerto Rico.
Los tres escritores que hemos comentado forman parte de la pléyade de autores caribeños que han sostenido una posición contestataria frente al poder y a los que le han sostenido. En diferentes sistemas han sido críticos de los que quieren imponer su hegemonía. Son voces que se rebelan contra los colonialismos, ya sean intelectuales o bélicos, internos o externos. Sus ensayos, no cabe duda, son un golpe certero.
Palabras leídas en el Simposio Sociedad y Literatura Caribeña: Cultura, colonialismo y poscolonialismo en el Caribe, UPRB, 2018