El mejor indio es uno muerto
Esta cristianísima presidenta, Jeanine Áñez, no sólo pregona el Evangelio, también degrada las creencias de los indígenas aimaras y quechuas al nivel de ritos satánicos. Émula de aquellos sacerdotes que acompañaron a los conquistadores españoles, se lanza a la cacería de los demonios que vislumbra ocultos en el ejercicio de religiones que le son extrañas. Justo es decir que no son pocos los cristianos —católicos y protestantes— que no comparten sus desvaríos medievales, como tampoco son pocos, lamentablemente, los que sí lo hacen.
Tras ese manto de Cruzada al rescate del Santo Sepulcro, sin embargo, hay más que la reedición trasnochada y sangrienta de viejos conflictos religiosos. Se trata de revertir la profunda transformación en Bolivia que dirigió Evo Morales y el MAS que permitió un desarrollo económico imponente, la emancipación de amplios sectores de la mayoría indígena depauperizada y marginada por la minoría blanca, de la explotación para esa mayoría de los amplios recursos de gas natural y del litio —vital para las nuevas baterías y del cual Bolivia posee más de la mitad de las reservas mundiales— y el asentamiento de nuevas industrias como la fabricación del carro eléctrico Quantum totalmente hecho en el país. El gobierno de Evo Morales, trastocando las consignas del neoliberalismo y la intervención de la embajada de EEUU creaba sobre la base de un compromiso social, la zapata de una nueva Bolivia. Tal vez la gota que colmó la copa fue el contrato de cerca de mil millones de dólares entre el país y China para explotar el litio. ¡Muy mal ejemplo para una América convulsa! ¡Demasiada es la herejía si afecta de ese modo la pugna actual entre China y EEUU!
De ahí que la embajada de EEUU haya desempolvado el modelo del golpe que se llevó a cabo contra el presidente Zelaya en Honduras: remoción del presidente por un golpe militar y nuevas elecciones sin la presencia de éste, presentación del nuevo gobierno —entonces con el patrocinio de la señora Clinton, ahora sería con Pompeo y Almagro—, ante una OEA siempre obediente y, cumplido ya el simulacro de democracia, aquí paz y en el cielo gloria. Como Zelaya, Evo al olvido del exilio. Lo que si hubiera pasado en Venezuela habría sido motivo de calurosas denuncias, la prensa mundial ni siquiera lo trata como una algarada.
Mientras tanto, en Bolivia, los indios sufren este proceso de recristianización donde les toca a ellos poner los mártires. Al recuerdo acude aquel episodio de la cruzada contra los herejes cátaros en 1209 cuando ante la pregunta de cómo distinguir a los buenos católicos de los herejes, se le atribuye a Arnaud Amaury, el legado papal, decir: “Matadlos a todos. Dios ya conoce a los suyos.” Parece que eso de que sólo un indio muerto es un buen indio ya tenía sus paralelos.