Esculturas Sonoras: entre lo cotidiano y el arte

Desde las Cuevas de Lascaux y las antiguas ánforas griegas hasta la Torre Eiffel o los “objetos encontrados” del arte contemporáneo, el diálogo entre lo cotidiano y el arte ha sido una constante de la existencia humana. Objetos que guardan una relación entre lo pictórico, lo escultórico y lo sonoro, aunque comunes a todas las culturas humanas, son menos frecuentes y corresponden en su mayoría a las prácticas mágico-ritualísticas y curativas de pueblos ancestrales. En el Caribe, los inicios de estas prácticas se remontan a los taínos quienes confeccionaban con árboles ahuecados el mayohuacán, instrumento central del areito. Creían nuestros ancestros que el universo estaba vivo y que las fuerzas de la naturaleza, los animales y los espíritus de sus antepasados se comunicaban a través de sus instrumentos. Estos objetos eran avatares de los seres míticos, los animales y las fuerzas naturales representados en sus iconografías o en sus formas antropomórficas y zoomórficas, y musicalmente imitaban sus sonidos.

Esculturas Sonoras
Siguiendo una filosofía animista parecida, los afrocaribeños en el Nuevo Mundo tomaron objetos manufacturados como el barril para recrear sus tambores. Ya sea en la bomba puertorriqueña, el bata afrocubano o el steel drum de Trinidad, el tambor juega un rol intrínseco y cobra vida en la celebración de fiestas de Carnaval, ritos fúnebres y toques de santos; conjugando lo sagrado con lo profano. Aunque de una manera más discreta, la relación entre lo escultórico, lo pictórico y lo sonoro también está presente en la práctica sincrética de la imaginería popular cristiana. En el caso de Puerto Rico, es mediante el rosario cantado y el aguinaldo que los santos de madera escuchan las promesas de sus devotos. Al sol de hoy, en circuitos populares de la música caribeña siguen apareciendo instrumentos hechos de palos de escoba, latas de sardinas, hebillas de pelo y frenos automovilísticos, como testimonio de tradiciones que sostienen su arte a través de lo cotidiano.
Tomada en cuenta esta trayectoria de fusionar lo cotidiano y el arte: ¿nos debe extrañar que 17 tanques de gas se conviertan en esculturas sonoras? El arte en el Caribe, como costumbre, se ha cimentado en prácticas de reciclaje y transformación. Ante los problemas que enfrenta nuestra actualidad, con la crisis ambiental, el consumismo desenfrenado y las políticas de un sistema neoliberal que cuestionan la utilidad del arte en la vida moderna, el proyecto Esculturas Sonoras propone nuevas maneras de pensar un futuro más sostenible, de ver lo útil en lo inútil y de transformar lo desechable en arte.
Esculturas Sonoras reúne obras de Antonio Martorell, Rafael Trelles, Enrique Cárdenas, Admin Torres, Zuania Minier, Mariantonia Ordóñez, Jorge Zeno, Poli Marichal, Verónica Rivera, Roberto Silva, Rigoberto Quintana, David Zayas, Dafne Elvira, Rafael Rivera Rosa, Nick Quijano, Aby Ruiz y Nelson Sambolín.