Gana terreno lo banal
Si bien las corrientes noticiosas a través de la red se acercan a nuestros embalses hace apenas dos décadas, desde el siglo XIX estamos en constante revolución tecnológica. Desde entonces, por supuesto, el flujo de la información está siendo alterado; lo mismo que la transparencia periodística y lo relacionado a las instituciones gubernamentales. La objetividad noticiosa ha sido una quimera con antifaz desde el 1870. Solo un puñado de compañías tienen el control y la concentración del poder de la información. De modo que decir que la democracia está siendo trastornada últimamente es, cuando menos, pecar de ingenuo.
Lo preocupante es darse cuenta de cómo la brecha de lo banal gana terreno amplio en el interés mundial. Si las notas gratuitas a las que tendremos acceso son del tipo 8 consejitos para recuperarse de la resaca dominguera o la intrigante revelación del sexo de la conductora de tv, menos oportunidades, interés y compromiso tendremos como ciudadanos al tomar las riendas de la exigua democracia que nos queda.
Las razones financieras para el “pay per view” responden al “nuevo” modelo de negocio que sigue la línea del irritante llamado a la austeridad. La vulgar paradoja: los que menos tienen pagamos a la minoría del privilegio, que además son los dueños y controladores de medios hace 150 años.
El porvenir se hace más terrorífico -con amargos tintes de terrorismo- y para discernir lo que vemos, de lo que leemos, de lo reportado, y del contenido editorializado será cada vez más dificultoso.