Gobierno se sirve el banquete total
En busca de un ángulo distinto, y habiendo perdido la posibilidad de tomar mediante votación la dirección de los Colegios, utilizaron a los mecánicos para atacar todo el andamiaje de los colegios profesionales. Es interesante ver la nueva estrategia del PNP en contra de los colegios: ellos reconocieron que era “sucio difícil” entrar en debate con las y los abogados, así que optaron por atacar con una profesión que sus miembros carecen de información y su gente no está bien organizada. No es secreto que la mecánica en Puerto Rico, en la mayoría de las veces, se hace en talleres que no están debidamente registrados y que en muchos de estos se trabaja “de chivo en chivo”. Fue así como los mecánicos representaron la grieta perfecta para los malabares destructivos del PNP.
Utilizando la mentira, justifican la libertad de asociación y los costos para la colegiación como gancho para atraer el oído de quienes no quieren adentrarse en una discusión con sustancia. El PNP sabe que todas las profesiones en el mundo están reguladas. Que es el Estado quien se encarga de velar por el buen servicio a los ciudadanos. Utilizar la libertad de asociación para descolegiar las profesiones es un mero acto de mentira, ya que la eliminación de la colegiación no es sinónimo de la ausencia de rendición de cuentas. Mucho menos del pago de un arancel para la regulación profesional. El PNP lo que busca con esta jugada es pasar a manos privadas la regulación de la gestión profesional y sobretodo la educación continua para los profesionales. Al igual que con el desmantelamiento de la UPR, no me cabe la menor duda que la universidades privadas salivan con quedarse con esa parte del bizcocho. O sea, una vez más la motivación del PNP con esta jugada es destruir lo público y repartir el billete a sus amigos.
A lo anterior me dirán que los colegios son entidades privadas, a lo que es imprescindible explicar la naturaleza de estos. Los colegios profesionales son entidades cuasi públicas, las cuales por virtud de ley, el Estado les permite regular las profesiones amparados en el “expertise” en busca de servicios a la población de calidad. En otras palabras, ¿quiénes mejor que los propios profesionales velando por la gestión de sus pares? La historia de los colegios profesionales conlleva mucha responsabilidad y diligencia. Se ha probado que por décadas han logrado mantener la gestión profesional por buenos rumbos, esto pese a la limitación de recursos.
Entonces, ¿por qué destruirlos? El asunto está en que hacer buenas prácticas profesionales es sinónimo de adentrarse en una crítica a la política pública que han decidido los gobiernos de turno. La política de recortes a los servicios esenciales se verá reflejada en la calidad de los servicios ofrecidos por los profesionales. Tomemos el caso del Colegio de Profesionales del Trabajo Social; ¿cómo será posible un buen servicio social, si el profesional que lo ofrece tiene a su cargo decenas de casos? Casos de gran complejidad como maltrato, abusos, depresiones, intentos de suicidio y calidad de vida de los viejos (sólo por mencionar algunos). El Colegio de Profesionales del Trabajo Social es uno de los objetivos a destrozar, ya que ha sido uno de los más activos colegios en denunciar las malas políticas públicas. Además, es el colegio profesional un espacio de pensamiento y acción colectiva, espacios que llenan de terror a los que tienen el poder.
El banquete total es parte importante del desmantelamiento de las instituciones públicas a partir de la reestructuración del capitalismo colonial. El plan sigue corriendo, y con esta movida los más afectados son el pueblo, la calidad de servicios y por supuesto los trabajadores profesionales.