La inviabilidad de la estadidad federada
Ala altura de fines del año 2014 todas las evidencias señalan hacia la inviabilidad política práctica de la estadidad federada como “solución” de estatus político para Puerto Rico. No solo la propuesta estadista ha recibido la desatención e indiferencia del Congreso estadounidense, sino que las entrevistas con los propios puertorriqueños demuestran que es la opción de estatus más rechazada por la mayoría de quienes no son estadistas, como se demuestra en los datos que se presentan en este artículo. Cuatro sucesos importantes tienen a los propios estadistas en duda sobre la viabilidad de su fórmula: (1) la indiferencia y el silencio más apabullante del propio Congreso estadounidense ante la petición de Pierluisi y del PNP llevada allá con el supuesto aval del 60% de los votos en el plebiscito de 2012; (2) las burlas de que fueron objeto los estadistas en los medios de comunicación estadounidenses cuando el legislador PNP José Aponte dirigió una protesta en reclamo de la estadidad para Puerto Rico frente a las escalinatas del Congreso; (3) el informe económico de la General Accounting Office (GAO), el cual demostró que la estadidad federada sería inconveniente e insostenible económicamente para Puerto Rico y (4) el creciente movimiento para convertir a los habitantes de la capital federal, Washington D.C. en ciudadanos de un nuevo estado 51 que se llamaría Nueva Columbia. Mientras el Presidente Obama había prometido resolver el asunto de Puerto Rico en su primer cuatrienio y no lo ha atendido siquiera en su segundo y último mandato, expresó públicamente su apoyo a la estadidad para D.C. Y al mismo tiempo, el silencio sobre Puerto Rico ha sido más que elocuente. Es preciso tomar en cuenta que en la tradición estadounidense de admisión de nuevos miembros a su sistema de estados federados, cuando un territorio solicita atención del Congreso para que se haga una ley habilitadora para su admisión como estado, si el Congreso no responde a favor, el proceso aborta. El intento PNP-Pierluisi, por lo tanto, ya abortó. Los estadistas están aprendiendo poco a poco que, con los estadounidenses, hay silencios que son más elocuentes que las palabras.
No son muchos los estadistas con fe y esperanza en que la estadidad federada pueda estar cercana para Puerto Rico. Entre nuestros entrevistados estadistas de 2014 solo un 30% dijo que la razón para que el Congreso no haya atendido el reclamo de Pierluisi y del PNP es que “el Congreso es lento, pero al fin y al cabo legislará a favor de la estadidad”. Un 12.5% adicional seleccionó como respuesta: “el Congreso estaría dándonos la estadidad si Pierluisi y el PNP hubieran sido más efectivos en convencerlo”. Tanto como el 27.5% de ellos señaló esta otra razón: “en el Congreso en este momento no hay ambiente para considerar seriamente la estadidad para Puerto Rico” y un 15 % adicional admitió que “a Estados Unidos no le conviene admitir como estado a un territorio bajo las condiciones económicas y sociales que tiene Puerto Rico”. Finalmente otro 15% dio “otra respuesta”. Entre estos, la mayoría rechazó todas las premisas por no creer que el Congreso realmente, con su silencio, rechazó la estadidad. Nótese que si sumamos las dos razones que conllevan esperanza para la estadidad, los esperanzados, entre marzo y abril de 2014, eran solo un 42.5% de los entrevistados estadistas mientras los que no lo están constituyeron otro 42.5%. Están también divididos en las expectativas.
Algo aún más contundente es cómo se distribuyeron las respuestas de nuestros entrevistados estadistas cuando se les preguntó: ¿Cuál de las siguientes refleja mejor lo que USTED CREE que debe hacer el Pueblo de Puerto Rico si el Congreso rechaza la estadidad o le pone condiciones tan difíciles de cumplir que sería prácticamente un “rechazo indirecto”? La distribución porcentual fue la siguiente: solamente un exiguo 2.5% dijo creer que los puertorriqueños deberían “insistir en la estadidad con una manifestación bien fuerte”, opción no señalada por nadie entre los otros grupos ideológicos, ni entre los no afiliados. En cambio, una pluralidad de los estadistas (37.5%) recomendó “quedarnos con el ELA como está, sin cambios”. Estos son, por supuesto, los “estadistas tradicionalistas pro dependencia”, en última instancia tan colonialistas como los populares más conservadores. Esta opción fue la recomendada por el 72.5% de estos últimos, por el 4.7% entre los soberanistas de la libre asociación, por ninguno entre los independentistas y por el 22.5% de los no afiliados. Hasta entre los no afiliados la mirada favorable al ELA como está en la eventualidad de un rechazo a la estadidad está en minoría.
Un 15% de los estadistas seleccionó esta opción: “probar solicitando mejor el ELA soberano para tener más poderes”. Entre los populares tradicionalistas del “ELA como está” un 20% seleccionó el mismo camino, lo que indica que no todos ellos son tan conservadores como se piensa. Y por supuesto, entre los soberanistas esa recomendación llegó al 86% de ellos y entre los independentistas al 4.7%, bastante menos que entre los propios estadistas.
Un 25% de los estadistas optaría por recomendar “apoyar mejor la independencia sin romper las buenas relaciones con EE.UU.”, opción escogida solo por el 2.5% de los populares tradicionalistas y el 2.3% de los soberanistas, aunque por el 37.2% de los independentistas y el 30% de los no afiliados. No hubo un porcentaje mayor entre los independentistas porque se incluyó entre las opciones otro tipo de escenario para la independencia. Cuando la opción de la independencia se fraseó así: “apoyar mejor una independencia que busque apoyo en países de América del Sur en lugar de en Estados Unidos” esta fue seleccionada solo por el 7.5% de los estadistas, por el 2.5% de los populares tradicionales, por el 2.3% de los soberanistas de la libre asociación, pero por el 53.5% de los independentistas y el 20% de los no afiliados. En ese sentido, el ala más anticolonialista de los estadistas está más inclinada a optar por ese tipo de independencia que los populares tradicionalistas. Finalmente, solo un sorprendente 5% de los estadistas entrevistados respondieron así: “ninguna de esas opciones porque rechazo la premisa de la pregunta de que el Congreso vaya a hacer eso”. Nadie dio esa respuesta entre los demás grupos político-ideológicos ni entre los no afiliados. Solo una mujer estadista dio “Otra respuesta” que fue la siguiente: “recomendaría que nos toca pagar la deuda existente para entonces retomar luego el tema de la estadidad”. Por último, un 5% adicional de los estadistas entrevistados se negó a responder la pregunta, un tanto molestos con la premisa.
Los datos anteriores demuestran cuál es la distribución de “estados de ánimo” entre la base del PNP, entre los estadistas comunes y corrientes. Nada parecido a la impresión que tratan de proyectar algunos dirigentes del PNP. Algunos otros de los dirigentes están tan silentes como el Congreso sobre la estadidad federada y sus posibilidades. Pero si el PNP hiciera una encuesta interrogando a su propia gente sobre su estado de ánimo sobre la posibilidad real de la estadidad federada en estos tiempos, descubrirían una distribución de estados de ánimo muy parecida a la que aquí se ha visto, aunque, por supuesto, no lo admitirán públicamente puesto que no piensan dejar de utilizar la estadidad como “carnada electoral” para su objetivo principal: ganar las elecciones generales de 2016 y dedicarse una vez más a “administrar la colonia”.
Las razones por las cuales los estadistas apoyan la estadidad en 2014
Uno de los problemas seculares del movimiento integracionista o estadista en Puerto Rico tiene que ver con las motivaciones que han llevado a los ciudadanos a abrazar la estadidad como solución a nuestro problema de estatus. Cuando preguntamos a quienes respondieron que la estadidad federada es su primera o única preferencia de estatus, sus razones para apoyar la estadidad, quedó palmariamente demostrado este problema. Y es que, en Estados Unidos, ante la percepción de ciudadanos comunes, miembros de la prensa y otros medios masivos de comunicación, y entre los propios congresistas, quienes en Puerto Rico favorecen la integración como estado federado no lo hacen por las motivaciones que se esperarían de ellos. Tanto en Estados Unidos, como en Puerto Rico entre los no estadistas, existe la percepción generalizada de que la mayor parte de los estadistas lo son “por los chavos”… Por los fondos federales que piensan llegarán a tutiplén junto con la estadidad federada. No lo son porque en realidad se sientan primero que nada “estadounidenses” a pesar de su aparente idolatría por la ciudadanía americana. No lo son principalmente por algunas de las razones justificatorias que presentan los altos dirigentes del PNP en Washington para hacerse pasar por más papistas que el Papa, por más americanos y leales a la “gran nación” que los propios estadounidenses. Por ejemplo, la proporción de estadistas que le ponen importancia medular a la identidad estadounidense, o siquiera a la participación política en las instituciones “democráticas” estadounidenses, a la hora de explicar qué los mueve a ser estadistas, serían sorprendentemente bajas a los ojos de los estadounidenses ante quienes los líderes del PNP buscan hacer a menudo representaciones teatrales de una realidad que no existe.
En el Cuadro Número 1 se presentan a continuación las razones o motivaciones para ser estadistas mencionadas con mayor frecuencia por los entrevistados integracionistas en 2014. Recogimos un total de 50 menciones diferentes de razones y motivaciones para ser estadista. En la primera columna del Cuadro Número 1 aparecen las diversas razones. Agrupamos las mismas por similitud en su motivación esencial y así creamos categorías que suman las categorías específicas, por ejemplo: “Razones económicas”, “Razones Psicosociales”, “Razones de participación política en EE.UU”. Las categorías más generales suman menciones y porcentajes respecto del total de las varias categorías más específicas o concretas. Veamos: entre las razones económicas se incluyen diversas menciones concretas como “más fondos federales”, “tendremos una mejor economía”, “habrá mayores inversiones de capital en Puerto Rico”, “es la mejor opción para salir de la crisis económica” y “tendremos más empleos y mejores salarios o mayor justicia social”. Entre las razones políticas que tienen que ver con participación en las instituciones estadounidenses se mencionaron en concreto tres: “tendremos mayor participación en las decisiones”, “representación en el Congreso” y el “voto por el Presidente”.
Si se examina con detenimiento la distribución de las frecuencias absolutas de las menciones —las veces que fueron mencionadas— así como las frecuencias relativas o el porcentaje del total de menciones que representa cada razón concreta o cada conjunto de razones englobadas, observamos lo siguiente. Las razones predominantes son, efectivamente, las económicas. Estas recibieron 18 menciones de un total de 50 para el 36%del total. Le siguen en número y proporción de menciones las razones que llamamos psicosociales ya que tienen que ver con asuntos de identidad y pertenencia o con la aspiración a la igualdad con los ciudadanos estadounidenses de los 50 estados. Este tipo de razones recibió unas 12 menciones para un 24% del total de razones mencionadas. Por supuesto, sabemos que detrás del reclamo de “igualdad” hay mayor presencia para la igualdad en fondos federales que para la igualdad política o social, pero dando el beneficio de la duda, clasificamos el reclamo de igualdad como uno de igualdad en identidad más que de igualdad de acceso a las “ayudas federales”. Es posible, por lo tanto, que la distribución de porcentajes en el cuadro subestime el factor económico. A las razones psicosociales le siguen en proporción de menciones aquellas no relacionadas con condiciones futuras que se espera produzca la estadidad como tal, sino con otras “realidades” o “percepciones” como “soy estadista porque es la opción que apoya el Pueblo” , “porque viví allá y me gustó” o “soy estadista porque es la tradición mi familia” y hasta “soy estadista porque no podemos ser independientes”. Este tipo de razones obtuvo 7 menciones para un 14%del total. Las razones políticas de participación en el sistema político estadounidense recibieron únicamente 5 menciones para solo un 10% del total. Les siguieron aquellas razones para ser estadista basadas en que la persona cree que los puertorriqueños, de algún modo, tenemos derecho o merecimiento a que se nos conceda la estadidad federada. Algunos mencionaron la cuota puertorriqueña en el servicio a los intereses militares de Estados Unidos, otros que la estadidad se percibe como un asunto de “derechos civiles” o “porque tenemos derecho a ello ya que hemos demostrado la lealtad o capacidad para lograrlo”. Este tipo de razones recibió 4 menciones o un 8% del total. Finalmente, otros dos tipos de razones recibieron 2 menciones cada una para un 4% del total cada una de ellas. Se trata de ser estadista porque se cree que con la estadidad habrá mejor gobierno, ya que el Gobierno federal “nos protegerá contra la corrupción o contra posibles abusos del gobierno local o estatal” y de las razones que tienen que ver con creencias. De estas últimas se mencionaron dos diferentes: “porque creo en la descolonización” y “porque creo en el sistema federalista”.
CUADRO NÚMERO 1-RAZONES DE LOS ESTADISTAS PARA APOYAR LA ESTADIDAD
Como se observa claramente en el Cuadro Número 1, la prioridad al factor económico y a los beneficios en “fondos federales” no es una mera percepción prejuiciada de los estadounidenses o de los no estadistas en Puerto Rico sino que es una realidad admitida por los propios estadistas. Es como la señora aquella citada por el periódico Primera Hora cuando en una manifestación estadista frente al edificio federal la periodista le preguntó por qué tenía dos banderas en sus manos: la puertorriqueña y la estadounidense. Con mucha franqueza la señora respondió: “Ah, es que esta, la puertorriqueña, es la nuestra, pero esta otra es la que nos da los chavos”. Es un problema que suele comentarse y analizarse a menudo y que en nuestros datos halla confirmación: la mayor parte de los estadistas lo son por sus percepciones de bonanza económica en la estadidad federada como el elemento principal. La llamada igualdad en participación política —en el Congreso, en el voto por el Presidente y en la vida política estadounidense en general— es algo muy secundario, si es que halla consideración entre quienes se definen como estadistas.
La propia realidad vivida en la colonia, antes y después del Estado Libre Asociado de 1952, ha excluido, por propia voluntad de la metrópoli, a los puertorriqueños habitantes en las islas de nuestro archipiélago de la participación en la política estadounidense. Como los puertorriqueños, integracionistas o no, no están acostumbrados a tal participación y viven concentrados en su vida política puertorriqueña —que en el caso de los estadistas se enfoca en sus reiteradas luchas contra el PPD— la mayor parte de los estadistas carecen de conocimientos suficientes sobre los procesos políticos estadounidenses, sobre el funcionamiento real de sus instituciones políticas, así como también sobre los asuntos más discutidos en el espacio público estadounidense. Muy pocos estadistas de la base se interesan realmente por la vida política en Estados Unidos, lo cual es obviamente muy mala base, pésima preparación para pretender y aspirar a llegar a ser un nuevo estado federado de Estados Unidos de América. No todos los congresistas de Estados Unidos son igualmente conscientes de esta realidad, pero si no son conscientes de ello ahora, de seguro lo serán en el momento en que intenten descubrir por qué razones los estadistas de Puerto Rico quieren la estadidad federada. Este es un problema que no se resuelve de la noche a la mañana porque es un problema cultural, de la cultura política de la gente. Los seguidores del PNP viven la vida política puertorriqueña como algo tan nacional como la viven los populares tradicionales, los soberanistas de la libre asociación, los independentistas y los no afiliados. Lograr que en unas elecciones los votantes del PNP estén más pendientes de la política nacional estadounidense y de lo que acontece entre demócratas, republicanos e independientes en Estados Unidos que de la garata nacional contra el PPD, es como pedirle peras al olmo.
El rechazo de la estadidad por los no estadistas
El problema más grave que tiene la estadidad federada es, sin embargo, que después de más de 100 años de interacción estrecha, subordinación y dependencia hacia Estados Unidos de América no se ha logrado que una mayoría real de los puertorriqueños que habitamos estas islas seamos estadistas. Más grave aún, la estadidad federada es el estatus más tajantemente rechazado por los puertorriqueños de los diversos grupos político-ideológicos que no tienen la estadidad federada como primera preferencia. Y ese rechazo es muy emotivo y visceral, como tendremos ocasión de atestiguar cuando nos dispongamos a “escuchar las voces” de quienes tienen la estadidad federada como la opción de estatus que jamás apoyarían: la más rechazada por ellos. Los datos de entrevistas profundas con puertorriqueños de diversas preferencias de estatus que venimos discutiendo demuestran claramente esa realidad político-ideológica que perjudica las posibilidades de asequibilidad de la estadidad federada en Puerto Rico. Mientras entre los estadistas hay un sector que —si no ve viable la estadidad— buscaría la soberanía en la independencia o en la libre asociación, muy pocos no estadistas aceptarían moverse hacia el apoyo a la estadidad federada, no importa las circunstancias.
En el Cuadro Número 2 esta realidad queda demostrada no solamente con la muestra de entrevistados más pequeña de 206 entrevistados que logramos obtener en 2014, sino con los datos de las oleadas anteriores de entrevistas que acumularon un total de 764 entrevistados de diversas preferencias de estatus. Obviamente, como estamos observando únicamente a los no estadistas, que fueron los que, en muchos casos, señalaron la estadidad federada como el estatus más lejano a ellos y que jamás apoyarían, en las entrevistas de 2011-2012 estamos hablando de unos 607 entrevistados no estadistas y en las de 2014 la “n” de entrevistados no estadistas se reduce a unas 166 personas. Lo primero que amerita destacar al observar los totales en la parte inferior de este cuadro, sobre todo en atención a las dudas de los incrédulos que no acaban de comprender que las tendencias principales de las opiniones de estatus se reflejan de modo muy parecido no importa si las entrevistas son solo 40 o 43 por grupo ideológico que cuando son 140 y pico o hasta 153 por grupo político ideológico. Como vemos la proporción de entrevistados no estadistas que mencionó la estadidad como la opción más rechazada por ellos, la que no apoyarían nunca, fue del 58.1% entre los 607 entrevistados no estadistas en las oleadas de 2011 y 2012 y de 56.6% en la de 2014 con un número total de solo 166 entrevistados no estadistas. Los porcentajes son muy similares y cercanos a un 57% de todos ellos, en ambos casos. En las entrevistas de 2011-2012, cabe aclarar, aparece un número más bajo de libre asociacionistas (144) que de los otros grupos político-ideológicos (con 157 o 153) porque aunque todos los estudiantes entrevistadores tuvieron asignado el entrevistar igual número de personas en cada categoría (una por categoría), un número de ellos o ellas no pudo conseguir a un soberanista favorecedor de la libre asociación en 2011 o 2012, antes del plebiscito. Para 2014 ocurrió todo lo contrario: los únicos casos de dificultad para conseguir entrevistados fueron para la categoría de los populares tradicionalistas que apoyan el “ELA como está sin cambios” llegándose a 40 entrevistados, mientras que los populares y otros soberanistas de la libre asociación no fueron difíciles de conseguir en 2014 (luego del sorprendente resultado de 25% del voto total obtenido por el ELA Soberano en el plebiscito de 2012) y se pudo llegar a 43 entrevistados.
CUADRO NÚMERO 2- COMPARATIVO DE DOS ETAPAS DE ENTREVISTAS: 2011-2012 (n=607) y 2014 (n=166)-PROPORCIONES EN QUE DIVERSOS TIPOS DE “NO ESTADISTAS” RECHAZAN LA ESTADIDAD COMO LA OPCIÓN QUE NUNCA APOYARÍAN
El porcentaje de populares tradicionalistas conservadores que dijo tener la estadidad federada como la opción de estatus que jamás apoyaría fue casi idéntico en ambos momentos: 55.4% de ellos en 2011-2012 y 55.0% en 2014. Entre los soberanistas de la libre asociación —que hay que recordar es hoy un grupo en ascenso, mientras los populares del ELA como está es un grupo en descenso— el porcentaje fue mucho más elevado y también similar en ambos periodos. Para las entrevistas de 2011 y 2012, el 76.4% de los libre asociacionistas tuvo la estadidad como el estatus que jamás apoyaría y para 2014 el porcentaje correspondiente fue de 79.0%. La diferencia puede deberse a que más libre asociacionistas se percataron de la inviabilidad de la estadidad en 2014 que en 2011-2012, o puede deberse a que la muestra es más pequeña en 2014. Pero como vemos, la diferencia no es drástica. Entre los independentistas el porcentaje de 2011-2012 que mencionó la estadidad como el estatus que jamás apoyaría fue de 68.6%, algo menor que en el caso de los libre asociacionistas pero bastante elevado. Ya para las entrevistas de 2014 solo el 53.5% de los independentistas mencionó la estadidad federada como el estatus que jamás apoyaría. ¿Por qué? ¿Por una visión menos desfavorable de la estadidad? No. Para nada. La razón es clara: en 2011-2012 solo el 26.1% de los independentistas mencionaron “el ELA como está, sin cambios” como el estatus que jamás apoyarían, mientras que en 2014 esa proporción subió al 32.6%. Esta tendencia forma parte de la erosión y deterioro en la disposición de “aguante” de los puertorriqueños independentistas con relación a seguir soportando el ELA como está, sin cambios. Algunos llegaron a decirlo: aunque rechazan vehementemente la estadidad federada, muchos han llegado a la conclusión de que peor es vivir en el ELA territorial que en un escenario de estadidad federada. Finalmente, entre los no afiliados la mención de la estadidad como el estatus que jamás apoyarían provino de una tercera parte de ellos en 2011-2012 (33.3%) y ascendió a 37.5% en 2014. Parte de la diferencia se explica porque hay más no afiliados que consideran hoy, en 2014, que la estadidad es una quimera que en el pasado gracias a la indiferencia del Congreso ante la petición del PNP y de Pedro Pierluisi luego del plebiscito de 2012.
No puede ser fácil para los estadistas buscar y luchar en Washington una opción de estatus político que es tan fuertemente rechazada por los no estadistas, que además demostraron ser todavía la mayoría en el plebiscito de 2012. De hecho, en términos relativos, aunque los líderes del PNP han tratado de proyectar la falsa imagen de que la estadidad ganó en 2012 como más de 60% del voto, la realidad es que, al contar los numerosos votos de populares que votaron en blanco en la segunda pregunta, la estadidad tuvo un apoyo relativo real y efectivo de solo el 45% de los votantes de 2012. Y la suma real de los votos no estadistas: en blanco, por el ELA Soberano o por la Independencia llegó al 55% del voto total. Un verdadero fracaso para la estadidad federada que realmente no cuenta con el apoyo del Pueblo que dicen tener los dirigentes del PNP. De hecho, en los plebiscitos de 1993 y de 1998 la estadidad federada había obtenido más del 46%de los votos. En definitiva, por lo tanto, la estadidad federada mostró un leve descenso relativo entre los tiempos de Pedro Rosselló y los de Luis Fortuño. Y tendrá que pasar a la historia de la vida política de Puerto Rico como uno de los actos más antidemocráticos ejecutados en el sistema electoral oficial del país el despojar a posteriori de su derecho al voto y a la libre expresión de su voluntad política a más de 30% de los electores que fueron populares que votaron en blanco en 2012 siguiendo las instrucciones de sus líderes máximos en el sentido de hacerlo así como un rechazo y una protesta al “plebiscito amapuchado ingeniado por Luis Fortuño y el PNP”. Ello tiene que ser así porque en ningún país que sea realmente democrático se considera como si fueran “abstenidos” o al mismo nivel de “papeletas dañadas” los votos de un movimiento de protesta organizado por el principal partido de oposición al gobierno. Y eso fue justamente lo que pretendió y logró hacer en Puerto Rico oficialmente el gobierno PNP de Luis Fortuño y la Comisión Estatal de Elecciones bajo el mando de los estadistas. Con semejante vocación de “pichones de dictadores antidemocráticos”, es obvio que no habrían de ser atendidos favorablemente en el Congreso estadounidense donde los legisladores conocen muy bien de estas triquiñuelas estadísticas que falsean la verdadera realidad de los votos emitidos.
Para finalizar, es importante saber qué razones tienen los puertorriqueños no estadistas para decir que la estadidad es la opción de estatus que no apoyarían jamás. Dichas razones se resumen en el Cuadro Número 3 con base en las entrevistas de 2014. Por mucho, las razones más mencionadas y más importantes tuvieron que ver con la defensa de la identidad nacional puertorriqueña, de nuestro idioma y cultura nacionales, de nuestra propia idiosincrasia y hasta nuestra propia “dignidad”. Como se sabe, estas razones idiosincrásicas se llevan a un nivel sumamente emotivo y profundo y son más difíciles de modificar que otro tipo de razones como serían las que tienen que ver con situaciones políticas del momento o hasta con las cuestiones económicas. De hecho, los asuntos de identidad, idiosincrasia, dignidad e idioma y cultura recibieron 54 menciones o el 47.4% de la totalidad de menciones de razones. Las razones económicas les siguieron en importancia, pero con un peso mucho menor: 19 menciones para un 16.6%del total. Tuvieron también bastante importancia las razones que se refirieron a que Estados Unidos “no nos quiere” como estado federado aludiendo con ello a la inviabilidad de la fórmula. Estas razones obtuvieron 17 menciones o el 14.9%. Inmediatamente después vinieron las expresiones emotivas de resentimiento debido a como Estados Unidos ha tratado a Puerto Rico, algo que sorpendentemente no fue señalado únicamente por soberanistas e independentistas, sino también por populares tradicionalistas y, sobre todo, por los no afiliados. Curiosamente, las razones relacionadas con la pérdida de control político sobre nuestros propios asuntos fueron muy poco mencionadas, seguramente porque la mayoría de los entrevistados reconoce que la estadidad federada conlleva gobierno propio y un ámbito decisorio estatal propio que no siempre queda limitado por las decisiones federales. Igualmente poco mencionadas quedaron las razones de principios. Sí cerca de un 5% fueron razones de los independentistas en el sentido de que la estadidad federada pondría impedimento a una independencia futura porque “no tiene vuelta atrás”. En ese sentido, para esos independentistas el “ELA como está” no es su opción más rechazada porque deja las puertas abiertas a un cambio hacia la independencia.
CUADRO NÚMERO 3- RAZONES PRINCIPALES QUE ADUCEN LOS NO ESTADISTAS PARA RECHAZAR LA ESTADIDAD AL PUNTO DE QUE ES EL ESTATUS QUE NO APOYARÍAN NUNCA
Más importante que todo lo señalado en este artículo, para demostrar la inviabilidad radical de la estadidad federada como opción de estatus para Puerto Rico, es el contenido cualitativo de las expresiones emitidas por los entrevistados que tuvieron en 2014 la estadidad como la opción que jamás apoyarían1 . Es más importante porque refleja el nivel sumamente fuerte y contundente con que la estadidad es rechazada por la mayoría de los puertorriqueños que no son estadistas. Aunque eso es algo que no se percibe fácilmente en nuestro espacio público cotidiano, sí está muy presente en lo que dicen las personas cuando se les pregunta por la estadidad federada como posible opción de solución no territorial para el problema del estatus polítco de Puerto Rico. Además hay sorpresas. Muchas de las expresiones más negativas y viscerales provinieron de votantes del PPD, no solo de los independentistas o de los soberanistas de la libre asociación. Es una voz que es necesario escuchar en nuestra discusión nacional sobre el estatus político. Es tremendo “manjar” de cultura política boricua. Pero es un manjar que por razones de tiempo y espacio debo posponer hasta mi propia columna.
- Entre 166 no estadistas unas 94 personas, o el 56.6% de ellos dijo en 2014 que la estadidad es el estatus político que no apoyarían jamás. Estas personas mencionaron unas 114 razones diferentes para ese rechazo total a la estadidad federada. [↩]