La persecución de los intelectuales puertorriqueños en la década del 50
E[/dropcapl arte al servicio de o como denuncia a la política no es un aspecto nuevo, sino que, según apunta el historiador del arte Toby Clark, tiene vigencia desde el siglo XVII, en el barroco,[1] aunque su presencia más visible se da a partir de la Primera Guerra Mundial.[2] Los estados que reconocieron el potencial de este medio lo utilizaron como propaganda para difundir un nuevo concepto de nación después de la guerra. Una forma de implantar este recurso fue a través de la educación, ya que el gobierno la consideraba como un vehículo efectivo para reformas de los códigos ciudadanos. Un ejemplo de ello fue la Unión Soviética que utilizó lo audiovisual –dos innovadores métodos fueron: el documental y el cine– como método para inculcar los nuevos significados de la nación, el deber ciudadano y la identidad. En el hemisferio americano, México y Puerto Rico también promulgaron sus conceptos renovados por medio de la pedagogía. En este último, los intelectuales que se reunieron en la década de los 50 tuvieron la tarea de educar a la sociedad campesina. A pesar de no estar de acuerdo con la ideología y políticas del Gobierno Insular. Es por ello por lo que muchos fueron perseguidos por la infame Ley de la Mordaza de 1948.
Los intelectuales destacados de los 50, en su mayoría, participaron en la enseñanza por medio de la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO). La institución fue creada por el recién electo gobernador Luis Muñoz Marín en 1949. El cometido de este grupo era educar al ciudadano mientras que se modernizaba el país. La dinámica que desarrolló la producción pedagógica dependió del trabajo en conjunto, en la que se introdujeron diversas discusiones latentes en el periodo; ¿qué es el puertorriqueño? y ¿qué conforma el mismo? Un tema importante, pero en este periodo se vuelve central. El arte se convirtió en un espacio donde se creó una discusión de la realidad del momento y las nociones de identidad nacional que estos artistas intentaban definir. Esto puso la mira del gobierno, la policía y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) sobre ciertos artistas que abiertamente no coincidían con las políticas del estado.
Los años de mediados del siglo XX estuvieron marcados por dos medidas de escrutinio: el carpeteo y la Ley de Mordaza. La primera, fue iniciativa creada durante los años 30 por el FBI junto a la Policía de Puerto Rico. La misma consistía en generar archivos para monitorear a todo el que se consideraba una amenaza comunista para Estados Unidos y el gobierno puertorriqueño. Lo segundo, que fue una ley aprobada el 21 de mayo de 1948 en la que se consideraba políticamente controvertible para el gobierno insular debido a sus afiliaciones y actividades.
Las víctimas de la Ley de la Mordaza incluían innumerables personalidades, entre los que se encontraban artistas jóvenes. Al indagar en los documentos y realizar entrevistas para mi investigación sobre redes transnacionales de los artistas relacionados con la DIVEDCO entre 1950 y 1959, he identificado la vigilancia policiaca de este grupo como un denominador común en sus historias.
En la tesina titulada Los rojos de la DIVEDCO 1949-1951 de Jorge A. Arroyo, se investigó la forma en que Edwin Rosskam y Jack Delano –dos de las personalidades más relevantes para la concepción del proyecto– fueron perseguidos por el FBI por tener posibles asociaciones comunistas. Arroyo comenta que muchas de las órdenes para indagar asuntos de las personas fueron iniciativas comisionadas por La Fortaleza.[3] Esto es solo uno de los ejemplos de persecución y carpeteo de un sin número de puertorriqueños.
Los hijos de esta generación fueron testigos de las persecuciones de sus respectivos padres. De hecho, algunos de ellos fueron víctimas de este tipo de represión. En una declaración de un entrevistado relató que su padre fue cuestionado por sus relaciones con Cuba. Su hijo le pidió acompañarlo a su viaje al país caribeño, pero este se negó debido a su temor de que sucediera algo.[4] Por otro lado, Luis Maisonet hijo recordó el modo en que fue hostigado por la policía en innumerables ocasiones. Una de está fue cuando trataron de evitar que realizaran carteles en apoyo a las huelgas estudiantiles de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Su familia estuvo vinculada en el conflicto ya que había sido amenazada por las actividades en las que Maisonet había participado.[5] Por último, el hijo de Amílcar Tirado comentó que la película de su padre, titulada El gallo pelón (1961), implicaba una critica al gobierno y el resultado fue que su exhibición tuvo una corta duración en la pantalla pues la producción sufrió de censura.[6]
Los artistas que aportaron a la educación estuvieron bajo el escrutinio de la policía y controlados por medio de la censura por las discrepancias ideológicas con el gobierno. A pesar de las diferencias entre el gobierno de turno y los intelectuales no significaban que no reconocieran su capacidad creativa y el hecho de querían trabajar para la sociedad puertorriqueña. Lo que querían era poder crear una vía de comunicación a través del trabajo que realizaban para el pueblo. En ciertas piezas se pueden apreciar la forma en que insertaron temáticas que de gran relevancia en el periodo y donde el ciudadano tenía un rol central. Por ejemplo, en las imágenes de los Libros para el Pueblo trataron aspectos sociales y políticos. Eran libros estilo folletos que se repartían para proveer información que complementaba el tema de la película.
A pesar de no coincidir con el populismo muñocista, los artistas consideraban que la DIVEDCO podía ser una conexión entre el artista y la sociedad. Insertaron elementos de discusión, pero no como una manera de convencer, sino de educar sobre la realidad que se estaba tratando de pasar por alto. Aquel momento fue un campo de batalla político e ideológico que se enfrentó el populismo y el nacionalismo. Los artistas, solo abrieron el espacio para reflexionar sobre la manera en que afectaba el significado de lo que era ser puertorriqueño. El arte, fue su forma de denunciar las políticas culturales que estaban emergiendo.
La censura fue una de las constantes del periodo que duraría hasta finales de siglo XX. Toda la producción pasaba por estrictas revisiones para ser aprobada y en algunos casos las películas que habían sido completadas se engavetaron y no llegaron a ser presentadas. Todo movimiento estaba bajo la mira del Gobierno Insular que no toleró lo que consideraba inadecuado por diferencias ideológicas que luchaban por ser escuchadas ante el atropello policiaco y político. La institucionalización de la cultura fue el inicio para sentar unas bases sociales y culturales que transmitieron los códigos que componían la nación y la identidad puertorriqueña según la visión gubernamental. Los proyectos que aportaban al crecimiento artísticos pasaron al Instituto de Cultura Puertorriqueña y los otros programas –como la DIVEDCO– quedaron relegados hasta que cerraron después los 50. Tales entidades aportaron a propulsar las artes gráficas, el cine y la televisión, pero los problemas económicos de la isla fueron calando cada vez más hasta el punto en el que se disminuyeron los espacios donde las artes se podían continuar desarrollando.
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[1] El arte se convirtió en un espacio en el que se ha podido discutir la inserción que tiene la política de transformar una sociedad y su cultura, ya sea en apoyo o en denuncia.
[2] Toby Clark, “Introducción,” in Arte y Propaganda En El Siglo XX: La Imagen Política En La Era de La Cultura de Masas (Madrid: Ediciones Akal S.A., 2000), 17–46.
[3] Jorge A. Arroyo, “Los Rojos de la DIVEDCO 1949-1951” (Tesina, San Juan, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2014), https://www.academia.edu/2401975/Los_Rojos_de_la_DivEdCo_1949_1951.
[4] Pablo Tufiño, Entrevista sobre la vida y obra de Rafael Tufiño, vídeo, February 21, 2021.
[5] Luis Maisonet, Entrevista sobre la vida y trabajo del cineasta Luis A. Maisonet, vídeo, de diciembre de 2020.
[6] Amílcar Tirado, Entrevista sobre la vida y trabajo del cineasta Amílcar Tirado, vídeo, de diciembre de 2020.