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Las Marías cimarronas revolucionarias

Rubén Maldonado JiménezRubén Maldonado Jiménez Publicado: 16 de abril de 2021



En el Puerto Rico de hoy, existe una marcada tendencia de padres y madres al momento de elegir qué nombres deben llevar sus hijos/as, hacen tremendos injertos de los suyos o con los de algún familiar querido, como el de la abuela o abuelo, el de alguna figura artística o admirada. Muchos inventados, modificados sobre la marcha o transcritos literalmente del inglés, donde parecen haber desplazado a clásicos en su día como María, Ana, Juan o José.[i] En el pasado con mucha frecuencia se usaba nombres bíblicos, para niños los nombres como: Jesús, José, Pablo, Juan, Tomás, entre otros. En caso de las mujeres: Magdalena, Sara, Esther, Susana, Ana o simplemente María.

El nombre más repetido de las cimarronas contenidas en mi disertación, “La resistencia antiesclavista de la mujer en Puerto Rico, 1806 – 1873”, es María. De 111 cimarronas identificadas en esa investigación, veinte (20) llevaban el nombre María, según se observa en la tabla abajo. En 11 ocasiones su primer nombre era María. Las restantes 9 llevaban el nombre de María seguido por un segundo nombre, por ejemplo, María de la Mota. Otras llevaban el nombre de María en sus segundos nombres, como Juana María de los Santos (igual pasaba con nombres de muchos varones entonces, como el síndico José María Herrera, el cimarrón de origen francés, nombrado Luis María[ii] y así también de propietarias de esclavos como doña María del Camperes, doña María Fonseca, doña María Ramos, doña María Virginia Bridge viuda de don Luis Moura, del partido de Ponce. [iii] ). También se encontraron cimarronas con el nombre de María, no contenidas en la tabla abajo, que llegaron a Puerto Rico huyendo de Santo Tomás como María del Carmen y María Magdalena.[iv] Tampoco se incluye una cimarrona llamada Ma Paula, que con mucha probabilidad su nombre fuera María Paula. Esta se fugó entrando en avanzada edad y enferma, era descrita: “negra natural de África”, como de 44 a 46 años… gruesa y cojeaba de un pie hinchado.[v] Otras esclavas que llevaban el nombre de María, se encuentran entre las que se quejaron del incumplimiento por parte de sus propietarios/as con relación al derecho de coartación o libertad testamentaria. Entre ellas María Balbina, engañada por su amo don Antonio Padilla con la promesa de otorgarle la libertad luego de parir una criatura.[vi] La esclava criolla María Manuela que murió a raíz de ser trasladada Casa de Beneficencia en 20 de mayo de 1844.[vii] En Mayagüez según informado por el periódico la Gaceta Puerto Rico  (Gaceta) del 15 de marzo de 1853, se multó con 50 pesos a don Pedro Agostiny (sic) “por infracción al artículo 1º capítulo 14 y otros del Reglamento de Esclavos, habiendo castigado con excesivo rigor a una criada suya, nombrada María Gregoria, sin tener en cuenta su tierna edad”.[viii] También se encuentra la esclava María del Rosario, quien murió a consecuencia de las heridas propinadas por el esclavo Domingo Mata, entre muchas otras.[ix]

María ha sido un nombre muy común en la cultura occidental. Hay diferencias en torno a su origen, si es hebreo o egipcio, en la biblia es el nombre de la virgen, (según la fe católica) madre de Jesús, símbolo de virtud y obediencia, inmaculada, santa y libre de todo pecado. Ejemplo de pureza, serenidad y docilidad. Las cimarronas que recurrieron al cimarronaje eran transgresoras de esos valores morales de la cultura dominante patriarcal. De ahí la preocupación del gobernador Gonzalo de Aróstegui de tildar la fuga de María de la Mota como una conducta prejudicial a “los habitantes y conviniendo en su pronta aprehensión…”[x] ¿Qué se pensaría sobre aquellas cimarronas que decidieron romper con el discurso de mujeres obedientes, serenas y dóciles al escapar de las instituciones religiosas como es el caso de Estefana de 24 años, encontrándose enferma de sus pies y embarazada de 6 a 7 meses, en la noche del 13 de agosto de 1821, decidió escapar de las manos de doña Eugenia Letamendi, residente en una de las piezas altas del Palacio Episcopal.[xi] ¿Por qué se les escaparía el esclavo Pedro a su amo el presbítero bachiller don Ambrosio Feijoo del pueblo de Arecibo? Según atestiguaba la Gaceta en su anuncio del 12 de septiembre de 1837 al señalar el domingo 17 en la madrugada, caminando el presbítero bachiller D. Ambrosio Feijoo de esta capital para el pueblo de Hatillo con su criado Pedro: este desapareció en el barrio de Santana, jurisdicción de Arecibo, llevándose una yegua. El criado es amulatado, criollo, de edad de 38 a 40 años, barba y pelo liso, el barbage canoso, estatura regular, y va vestido de camisa y calzón de coleta blanca.[xii]

¿Qué se diría de aquellas mujeres esclavas involucradas en asesinatos de mayordomos y amos? Por ejemplo, de Ana y María, la primera de veintidós y la segunda de diez y ocho años, declaradas culpables en rebeldía y prófugas de la justicia desde el 1837, unidas a otros seis cimarrones por la muerte violenta dada al mayordomo don Juan Solá de la hacienda de don Luis Laforet.[xiii] Cómo sería juzgada Rosa María reincidente en sus fugas, una de ellas de la cárcel municipal de Barranquitas.[xiv]

Sus conductas ¿serían para la iglesia y el estado una ofensa al buen nombre de la virgen María? Ofender a la virgen con un mal ejemplo, sería también faltarle a Dios y por consiguiente consideradas pecadoras. Razón para considerarlas herejes y procesarlas por los tribunales de la Santa Inquisición a ser quemadas vivas en hogueras.

Esto podría ayudar a entender, el por qué para propietarios/as esclavistas, las cimarronas y cimarrones eran considerados como delincuentes, desobedientes, pecadores/as, infractores/as, etc. Es decir, romper con la docilidad y sumisión a través del cimarronaje rural o marítimo y demás expresiones de resistencia antiesclavista significaba para los propietarios además de mermas económicas, la pérdida de los valores tradicionales y patriarcales encarnados y personalizados por la virgen María. El régimen económico dicta los valores morales a seguir. ¿La infraestructura determina la superestructura? ¿Estarían equivocados aquellos que pensaran que la intensión de los propietarios/as al ponerle el nombre de María a las esclavas, buscaban que éstas reprodujeran los valores morales de la cultura patriarcal. Es decir, acentuar y propagar la sumisión y docilidad como las cualidades que debían reproducir de la virgen María, símbolo de moralidad. Así evitar que se viera a las cimarronas como revolucionarias que pretendían buscar su libertad para transformar su situación material de vida.

Una mirada a grandes rasgos a la tabla abajo, se deducen varios asuntos. El primero, la inmensa mayoría de las cimarronas asociadas al nombre de María, se fugaron durante las décadas de 1820 y 1830, afirmando el periodo de mayor correlación entre azúcar y esclavitud y por ende de más resistencia antiesclavista en Puerto Rico. Segundo, a base de la información ofrecida por sus propietarios y a veces por los cazadores de esclavos/as, también se afirma que la mayoría de las Marías cimarronas eran relativamente jóvenes adultas de 25 a 30 años. Las excepciones podría ser la María de 40 años y la María Josefa de “como 40 años”, que para el siglo XIX podría entenderse como mayores de edad. También se refleja en la tabla abajo, que las nombradas María se fugaron en casi todos los meses del año. La mayoría son identificadas de origen africano y por consiguiente bozales, seguidas de dos criollas. Es posible que las no identificadas por su procedencia fueran caribeñas o criollas e inclusive africanas.

Los principios de amor al prójimo, solidaridad, justicia, compasión, entre otros, que engloban la empatía por otros seres humanos sin importar su condición que dice defender la fe cristiana, parece que nada tenían que ver con las mujeres esclavas y menos con las cimarronas en el Puerto Rico decimonono. Una cosa era las disposiciones reglamentarias otra era la realidad según se deduce de muchos testimonios de esclavos/as y en particular el del esclavo Juan en visita que hiciera el gobernador de Puerto Rico don Rafael de Aristegui (1844-1847) a Guayama para investigar personalmente las denuncias del esclavo Juan de la hacienda de don Pedro Virella.[xv] Alegaba Juan según anotado por un facultativo de sanidad que el día 7 se presentó el negro Juan esclavo de D. Pedro Virella, de Guayama, quejándose que este le daba maltrato lo mismo que a los demás esclavos/as, y denunciando que los negros que se morían los enterraba en su hacienda sin conocimiento de la autoridad ni del cura párroco, y que tres habían sido sepultados vivos. Detenido el esclavo, fue reconocido por el facultativo de sanidad que le encontró en el cuero cicatrices de foetazos, y habiéndosele tomado declaración insistió en los hechos denunciados, entendiéndose a que el amo no los bautizaba, ni les enseñaba la doctrina cristiana, ni les hacía oír misa y los obligaba a trabajar los días de fiesta.

Esas quejas se originaron aproximadamente una década antes de la epidemia del cólera morbo, contrario a la idea generalizada que se recurrió a cementerios alternos a los de las iglesias a raíz de la mortandad principalmente entre población esclava que fue afectada por ese virus.[xvi] ¿Había mujeres esclavas entre los/as enterrados/as? Los esclavos/as no sólo se quejaban de que eran enterrado/as vivos, sino también del maltrato físico y sicológico, la subalimentación, la ausencia de servicios médicos, la carencia de vestimenta, excesos en el trabajo, imposición de trabajo por encima de las normas reglamentarias como: obligarlos a trabajar en horas de descanso, los domingos y días de fiestas religiosas, días feriados; castigos severos y excesivos, engaños sobre los derechos de coartación y libertad testamentaria; fueron las razones principales que ayudan a explicar las causas de la resistencia antiesclavista en Puerto Rico.

 

_____________

[i] “Los boricuas se botan inventándose nombres”, Primera Hora, 17 de marzo de 2014.

[ii] Ibid., Gaceta, 26 de marzo de 1839. Aparece anunciado en varias ediciones de este periódico como el 26 y 30 marzo y abr 2,4,6 de 1839.

[iii] AGPR, GEPR, Esclavos (Libertos), 1837-1838, caja, 65, entrada 23.

[iv] AGPR, Fondo de Gobernadores Españoles, Esclavos (libertos), 1799-1825, Caja 59, Entrada 23

[v] Gaceta, 7 de julio de 1859.

[vi] Benjamín Nistal Moret, Esclavos prófugos y cimarrones, 163.

[vii] Ver Documento Núm. 77, en El proceso abolicionista en Puerto Rico: Documentos para su estudio, San Juan, Puerto Rico, Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974-1978, 2 vols.: vol. 1, 289-294.

[viii] Ibid., 15 de marzo de 1853, 4, Imagen 4.

[ix] Gaceta, 7 de abril de 1840, 4.

[x] AGPR, FGEPR, esclavos, Caja 59, Entrada 23

[xi] “Anuncios”, Gaceta, Núm. 66, miércoles, 18 de agosto de 1821, 264.

[xii] “Anuncio”, Gaceta, 26 de septiembre de 1837.

[xiii] Gaceta, 24 de julio de 1850.

[xiv] AGPR, Fondo de Gobernadores Españoles, Esclavos (libertos), 1816-1838, Caja 64, Entrada 23

[xv] “Quejas de esclavos negros en Guayama”, Portal de Archivo Español (PARES), Archivo Histórico Nacional, ULTRAMAR, 5065, Exp. 12 – 4 Recto – Imagen Núm.: 7 / 62.

[xvi] En Arecibo dice Cayetano Coll y Toste “llegado el momento angustioso de la epidemia colérica de 1856, … los cadáveres se multiplicaban, faltando conductores y sepultureros, … se coleccionaba cada día en la Plaza Mayor una sopa, dando un plato de ella y un pan a todos los que se acercaban a pedirla, pues el trabajo se había paralizado, y las transacciones comerciales se habían suspendido^ y no se pensaba en otra cosa sino en la muerte. … Las haciendas enviaban al cementerio los cadáveres á carretadas. Fue necesario la creación de un cementerio provisional, que aún se conoce con el nombre de Cementerio de los coléricos, el cual adornan algunas lápidas y mausoleos (1). En la improvisada necrópolis se hicieron tres grandes y profundas zanjas, que aún hemos reconocido por la depresión del terreno, donde se sepultaban indiferentemente todos los cadáveres, igualando la muerte y la putrefacción las sutilezas de castas y los distingos del dinero. El hacinamiento de los cadáveres era tan rápido, que los enterradores no podían cumplir su penosa faena, a la par que también pagaban ellos su tributo a la epidemia; de tal modo, que se íes tenía asignada una onza diaria y no se encontraban individuos para practicar el sepelio. Ver sobre este particular Coll y Toste, Cayetano, Crónicas de Arecibo, Imprenta de Salícrup y Co., Arecibo, 1891, 68-69.

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Rubén Maldonado Jiménez
Autores

Rubén Maldonado Jiménez

Nació en Utuado, Puerto Rico. Realizó estudios elementales y secundarios en las escuelas públicas de ese pueblo. Hizo estudios graduados y posgraduados en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP). En mayo de 1981, terminó en esa institución su maestría y luego en el 1996 completó un doctorado en educación con concentración en historia. Comenzó en agosto de 1999 en la UPR-RP, un doctorado en historia con concentración en Puerto Rico y el Caribe, el cual interrumpió y retomó en el 2015. Es Catedrático y enseña en la Facultad de Estudios Generales, Departamento de Humanidades, Recinto de Río Piedras.

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