Los furgones
Los furgones
nunca fueron certificados
en este largometraje
de prólogo minimalista
la deshabitada función
se asfixia con aplausos insonoros
y al verse el occiso
clamar por agua potable
los celulares se encharcan con semen.
La anorexia del entretenimiento
es fieltro de hueca constitución
una deuda sin intérprete
que festeja las caries del consumismo
y enaltece la irracionalidad
con el chanchullo de likes y followers,
masturbaciones en grupos, facetime,
snapchat, mensajes en cadena,
fotos de primogénitos,
platos de comida,
primer día de clases
y otras pendejadas
que nunca serán discutidas
por la junta de supervisión fiscal.
El calentamiento global
está en la calle
tachando barriadas por estacionamientos
Va estrangulando centros comunales
con la fila del fast food
y su alta presión.
Juegan a un desaforado turismo
los relacionistas públicos de urbanización
mastican la cultura como food trucks
y engordan sus auspicios y social media
entre escotes de clase media alta.
El hand sanitizer de su filantropía
de colmillos políticamente correctos,
de pantalones skinny y copas de mimosa,
son el amputado futuro
que nos devolverá el mayoral
con las vitrinas
de este abucheado progreso.