Lotería tradicional: una tradición que sobrevive
Decenas de personas establecen sus puestos de billetes a lo largo del Paseo de Diego como quienes hacen un llamado a la suerte del ciudadano puertorriqueño. A mediodía, cuando el sol caribeño aprieta, las personas salen a la calle a recorrer las tiendas en busca de buenos especiales. Muchos también se detienen para echarle un vistazo a la mesa de billetes de Don Andrés. La mayoría de las veces, sin embargo, las paradas no trascienden la mera curiosidad.
Don Andrés Hernández tiene 65 años y parece estar muy agotado. Trabaja en el negocio de la lotería tradicional hace 40 años. “La venta de estos billetes es para mantener mi hogar y mi familia. La necesidad obliga”. Todos los días Don Andrés se levanta temprano a emprender un caluroso y difícil día de trabajo.
Cuando se le pregunta cómo fluye su clientela en un día normal, reacciona un poco decepcionado. Y es que Río Piedras ya no es como en los años 70 y 80. Antes había mucho más movimiento, ahora con la comodidad del carro, el concepto del peatón ha desaparecido. Además, la lotería electrónica con su Pega 2, Pega 3, Pega 4 y Revancha ha revolucionado la industria de los juegos de azar. Juegos tan antiguos como las peleas de gallo, las carreras de caballo, los bingos y la lotería tradicional han sido rezagados, frente al fenómeno de la lotería electrónica y los casinos con sus ruletas y máquinas tragamonedas.
La comercialización desmedida también nos afecta
Doña Delia Llanos, quien también labora como billetera hace 22 años, ha observado cómo, poco a poco, los que denomina como las “mega tiendas”, minimizan el sentido de comunidad y concurrencia que antes imperaba en el Paseo de Diego. “Río Piedras es un pueblo humilde en donde, de un tiempo para acá, se explota al consumidor y al vendedor. El valor del comercio independiente ha disminuido grandemente y los puestos de venta ambulantes ahora son marginalizados aún más”.
Una razón política
El Sr. Luis Corretjer, nativo de Ciales y veterano de la Guerra de Vietnam, reaccionó ante las declaraciones de Doña Delia. Para Luis, el problema tiene una raíz política. “Mira, yo serví al ejército de los Estados Unidos un “fracatán” de años, pero me arrepiento, me di cuenta demasiado tarde que Estados Unidos le había robado gran parte de su cultura a Puerto Rico. Alabamos todo lo que viene de allá afuera y descartamos todo lo de aquí”. La mayoría de nosotros hemos cambiado la Plaza del Mercado con su comercio al aire libre por Plaza Las Américas y su aire acondicionado”, expone quien también expresa admiración por el trabajo de los billeteros.
La lotería tradicional es una de esas tradiciones que ha venido a menos. Pero hay allí también un país que quiere sobrevivir y echar pa’lante. Don Andrés y doña Delia son dos testigos casi mudos de esa realidad profunda.