Mayo Francés 1968: del paro estudiantil a la huelga nacional (ensayo gráfico)

A mis hijas Paola y Mariana.
Introducción
Al comentar los eventos de 1968 — desde Berlín hasta Roma, Praga, Tokío, México, Berkeley, Nueva York, Irlanda y París – Eric Hobsbawm destaca tres elementos: el carácter sorpresivo de los sucesos, tras décadas de prosperidad en Occidente; cómo los circuitos de 1968 conectaron el Primer, Segundo y Tercer Mundo; y cómo los movimientos estudiantiles fueron su inesperada chispa, denominador común y muchas veces protagonistas. (Hobsbawm, “The year the prophets failed”, en1968: Magnum throughout the World, Paris: Editions Hazan, 1998). Ningún escenario de 1968 cristalizó estas tendencias como París y luego Francia en el mes de mayo… el largo mes de mayo, pues las luchas callejeras y las huelgas se extendieron hasta la tercera semana de junio.Ningún escenario fue tan sorpresivo como el francés, donde un editorialista de Le Monde comentaba en marzo de 1968: “El rasgo característico de la vida pública en Francia al presente es el aburrimiento.” Los franceses “no toman parte, ni de cerca ni de lejos, en los grandes dramas que están convulsionando al mundo”. Mientras los jóvenes de otros países protestaban, hacían demostraciones y luchaban, los jóvenes franceses “están aburridos”. La prueba, según Le Monde, estaba en Nanterre, el nuevo recinto universitario en las afueras de París, donde la gran controversia era si las estudiantes tendrían acceso irrestricto a los dormitorios de varones. Poco se imaginaba Le Monde que sería precisamente en Nanterre, y a partir de la pequeña controversia de los dormitorios, que estallaría mai 68 (el mayo del 68).
En ningún escenario del 1968 mundial, tampoco, un movimiento estudiantil alcanzó la proyección inmensa que tuvo el francés, culminando en pocas semanas en una huelga general que casi derroca al gobierno de Charles de Gaulle. Igualmente fue paradigmático el mayo francés en la riqueza y profundidad de su expresión cultural, manifestada en miles de carteles, grafiti y consignas que le dieron la vuelta al mundo, como también en obras artísticas y críticas sociológicas y filosóficas de impacto duradero.
Bien lo dice Francisco José Ramos en un articulo reciente en 80grados: “El mayo francés fue el cuestionamiento más radical y multitudinario que desde entonces se ha llevado a cabo del capitalismo y sus estructuras de poder. La disolución, más que el fracaso, de ese memorable acontecimiento dio pie a la consolidación de la primera civilización mundial que nos ha tocado vivir.” No está mal para un movimiento cuya chispa enragée fueron jóvenes blancos franceses de clase media y pico. Otros plantean que el mayo francés fue epicentro de un 1968 que representó un utopismo estéril incapaz de desbordar sus orígenes de clase y allanó el camino hacia el individualismo narcisista en los 1970 y al neoliberalismo desde los 1980.
Estudié en París en 1971-2, cuando los sueños y desilusiones de 1968 pesaban mucho todavía. Las certezas y recriminaciones emanadas del 68 se deshacían en opciones extremas, desde coaliciones tibias de izquierda hasta secuestros maoístas en pleno París. Haciendo esta investigación décadas después descubrí un mayo 68 más complejo y quizá más duradero: los inicios a primera vista frívolos del movimiento en Nanterre; el abanico de posiciones asumidas en el momento por los académicos franceses, varios de ellos catedráticos de Nanterre (Touraine, Lefebvre, Castells, Ricoeur); la cartografía política urbana de Nanterre y París; el preciso rol de las estructuras y procesos universitarios en la explosión; el impacto de los situacionistas y anarquistas; la importancia de las jornadas educativas o teach-ins; el efecto catalizador de los grupos de derecha; la persistencia del tema argelino y su legado de fracturas en Francia; la compleja proximidad/distancia entre el movimiento estudiantil y el sindical, cada uno un ramillete de tendencias, que sin embargo tuvieron en un momento una asombrosa convergencia… y el encanto de la fotografía en blanco y negro para el mundo de la memoria.
El mayo francés puede parece menos dramático que México en 1968, un proceso de paros y huelgas de seis meses que culminó con la masacre de Tlatelolco, con más de 300 muertes en una noche. En el mayo francés, en cambio, hubo muchos arrestos y heridos, y ni un solo muerto. Ciertamente el 68 mexicano tiene enormes lecciones para la tradición latinoamericana de autonomía universitaria, como el movimiento pionero de Córdoba exactamente medio siglo antes. En el Caribe, el 1968 fue un año de una amplia conmoción política en Jamaica, detonada por una protesta estudiantil en apoyo a Walter Rodney; pero en Curaçao, la gran ola de protestas y huelgas fue en 1969 (el Trinta di Mei) y en Trinidad y Tobago el Black Power Revolution fue en el 1970, una vez más con un importante rol estudiantil en su origen y dinámica.
En Puerto Rico también tuvimos nuestra propia clave. Aquí tuvimos antes y después del 1968 una serie de conflictos universitarios, protagonizados por la Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI), la Liga Socialista, la Juventud Independentista Universitaria (JIU) y otras organizaciones. Los temas recurrentes eran la presencia de la ROTC y la prohibición contra actividades políticas en la UPR; la Reforma Universitaria y la participación estudiantil en los organismos universitarios; la Guerra de Vietnam y el Servicio Militar Obligatorio. Los enfrentamientos más serios fueron en Río Piedras en octubre 1964, septiembre de 1967 y 1969, marzo de 1970 y 1971 y octubre de 1973. Pero no en el 1968, que estuvo dominado por los graves sucesos universitarios del 1967: incursión de la Policía al Recinto de Río Piedras, enfrentamientos violentos, bombas lacrimógenas, pedradas y balazos; muerte del taxista Adrián Rodríguez doce estudiantes arrestados. En nuestros anales universitarios, el 1968 se caracterizó por los procesos que generaron los eventos del 1967 y por las elecciones generales de ese año.
Sin embargo, el 1968 y su mayo francés es nuestro también. El zeitgeist del 68 nos dio duro, tanto desde el flanco norteamericano (Vietnam a todo vapor, asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, las insurrecciones universitarias, los hippies, el rock) como desde el europeo y latinoamericano. La fuerza y masividad de las protestas de 1969, 1970 y 1971 en la UPR lo reflejarían. También lo haría la diversidad de la huelga de 1973.
El mayo francés nos toca en Puerto Rico también por razones mas íntimas. En el Mapa biográfico: Ruta Betances de Lilliana Cotto aparecen las calles donde vivió y transitó Betances, y donde también se emplazaron barricadas en 1968, en el área en torno al Boulevard Saint-Michel. Cuando estudiante, Betances residió en las calles Racine y Odéon, detrás del Teatro Odeón, que fue un espacio de asamblea cultural durante varias semanas. Allí cerca estaba y está la Escuela de Medicina, donde Betances estudió. La Rue Gay-Lussac, a pocas cuadras de los apartamentos donde residió Betances, fue la de mayor concentración de barricadas (¡doce!). Es el París de Oller y Tavárez, y el París donde se formaron tantos intelectuales, artistas y escritores puertorriqueños contemporáneos. París que brinda una tercera opción, más cultural que política, o más política precisamente por eso. Como la ha brindado siempre a América Latina, ante la influencia a menudo aplastante de nuestras metrópolis vieja y nueva.
Los debates sobre el 1968, y lo que fue quizá su momento más elocuente (¡y ciertamente más locuaz!), en Francia, continúan. Esta crónica mayormente visual no es el lugar para abordar esos debates, solo un referente más para repensarlos. La importancia de la dimensión estudiantil – y juvenil, en términos más amplios — del 1968 tiene mucho que ver con el impacto a largo plazo de las insurgencias de ese año, y que fue mucho más cultural que político en los países capitalistas desarrollados. Hobsbawm destaca sus coordenadas: el aumento masivo del estudiantado universitario; la globalización de las comunicaciones que transmitió íconos, banderas y música, cruzando continentes en semanas; la prosperidad sin precedentes que generó un estrato social emergente de “juventud” de una gran autonomía cultural y económica; la brecha creciente entre las generaciones pre y post 1950; y el cambio en comportamiento público y privado, como en la relación entre los sexos, que se dio en los 1960. Ninguna de estas tendencias era “política” en el sentido convencional, y se expresaba solo parcialmente en el lenguaje político establecido; pero su impacto en las estructuras políticas no tardaría.
Hay también, tengo que decirlo, motivos más personales tras mi interés en el 68 de París. Allá nació en 1899 mi padre, siempre francófilo, donde la abuela y el abuelo corso iban anualmente para hacer compras para el “París Bazar” en San Juan. Juan Angel padre sirvió en el ejercito francés al final de la Primera Guerra y retuvo su ciudadanía francesa hasta la Segunda. En su oficina colgaba un inmenso cuadro del Arco de Triunfo. Los fragmentos de Francia (y de su semicolonia, Córcega) que llegaban al entorno familiar me ayudaron más de una vez a sondear nuestra enmarañada trama nacional.
*Solo me queda agradecer a Luis Fernando Coss y a Gabriela Cruz que se quedaron impávidos ante los megabytes de esta crónica y las muchas fallas de presentación visual que tuvo su primera versión; y que siempre encontraron las mejores soluciones. Bravo 80grados.