Me volaron la cabeza: aprendiendo de mis estudiantes
Mientras la atención del País se enfocaba en el único carnaval que realmente se celebra en Puerto Rico, las Justas de la Liga Atlética Universitarias (LAI), un puñado de universitarios nos reunimos en Mayagüez para discutir, filosofar y aprender sobre las insurgencias, las izquierdas libertarias y la democracia participativa.
Convocados por el doctor Daniel Nina, nos dimos cita en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos para formar parte del quórum que participó del Coloquio Ni Una Vida Más Para La Toga, evento académico que ya alcanza su novena edición.
Dicha reunión, probablemente la convocatoria de sociología jurídica más importante en la isla, cuenta con decenas de conferencias, secciones de reacción, muestras de cine y eventos culturales. Todos los eventos mantienen unos niveles de discusión muy alto que suelen ser tan instructivos y estimulantes como extenuantes.
Los que anualmente peregrinamos a la Sultana del Oeste para este encuentro, disfrutamos y aprendemos de los diálogos entre ponentes locales como Samuel el Silva Gotay, Carlos Rivera Lugo, Agustín Laó y el propio Daniel Nina entre otros. Allí los vemos compartir y defender sus discursos, teorías, preocupaciones frente a intelectuales de talla mundial como Raul Zibechi, Antonio C Wolkmer, Enrique Dussel, Boaventura de Sousa Santos y Enrique Dussel, por mencionar algunos.
Sin embargo, en este año fue distinto. En esta ocasión, no fueron las conferencias magistrales o los intercambios entre estos “gigantes” intelectuales lo que más me llamó la atención. Como expresara el propio Daniel Nina, en este coloquio fueron tres estudiantes de maestría del Recinto de Ponce de la Universidad Interamericana, Liza Nazario, Paola Román y José Mateo los que “nos volaron la cabeza” con sus preguntas sobre lo que en nuestro País constituyen las insurgencias y las democracias participativas.
Mateo abrió el camino cuestionando la imposición del llamado IVU-LOTO. El estudiante cuestionó si esta iniciativa es o no un acto ilegítimo que impone a los y las comerciantes, sin importar su volumen de negocio e imponiendo parte del costo económico, la labor de recolección de los ingresos públicos. Ante esta situación, el estudiante se pregunta si aquéllos que se oponen a esta imposición gubernamental, son o no insurgentes.
“Probablemente sean insurgentes, pero hay que esperar si el tiempo nos da la razón, de que este sector de la población puedan ser unos insurgentes ante las prácticas impuestas por parte del Estado, en este caso; el aparato electrónico con fines de “fiscalización” según lo define el Secretario del Departamento de Hacienda”, puntualizó Mateo.
A renglón seguido, la estudiante Liza Nazario comenzó su ponencia preguntado: “Narcotráfico: ¿criminal o insurgente?”.
Con esta interrogante, la joven cuestionó la etiqueta de criminal a jóvenes que siguiendo las pautas del capitalismo, ven en el narcotráfico la única opción para establecer una empresa. Es decir, Nazario pregunta directamente si ya no es hora de entender que para muchos, el integrarse al ilegalizado, pero capitalista mundo del narcotráfico, no es un discurso contestatario, es decir una insurgencia ante el sistema que los incluye en las metas de consumir pero que los excluye de oportunidades legítimas de producir. La estudiante de maestría se pregunta si los narcotraficantes no son en realidad insurgentes ante un sistema de exclusión social que los condena a la marginación y la pobreza en un ciclo bulímico de inclusión y exclusión.
“¿[Son] ese o esos individuos realmente o totalmente culpables de laborar en la venta de drogas? Sí, según Michael Moore todos estuvieran el alcance de las mismas oportunidades que aquellos más pudientes, o que por lo menos estuviera las oportunidades de buena alimentación, estudios, empleo con sueldo competitivo, entre, otras cosas. Quizás si no tuviera que ser ingerido y ‘vomitado’ por el sistema para regresar a las mismas condiciones depresivas” expresó Nazario.
La joven fue más lejos en su redefinición del narcotráfico, y citando a Chomsky, a Young y a Rivera Lugo, se cuestiona si el negarse a aceptar “la etiqueta de pobre” impuesta por el sistema y a utilizar el único mecanismo disponible que tienen para salir de esa pobreza, no es un discurso insurgente.
“En fin, si el vender droga, es una respuesta de aquellos excluidos por el sistema para que produzcan, pero incluido en el consumo, ¿no se debe ver esta acción como un discurso contestatario, es decir, una especie de insurgencia?”, concluyó Nazario.
Como si las interrogantes anteriores no fueran suficientes para “volarle la cabeza” a los defensores del positivismo jurídico y a los subordinados al sistema, la joven Paola Román, cuestionó si el famoso video de los “Niños de Chavier” titulado “Traición En Residencial Arístides Chavier”, era o no, en esencia, un ejercicio de “democracia participativa”.
Es decir, si el ejercicio del derecho a autodefinirse uno como uno mismo se ve y no como el sistema te quiere construir es un acto de insurgencia y a su vez una forma democrática de participación en el acto más básico: definir quién uno es.
De esta forma, Román terminó su ponencia preguntando: ¿Son los niños y jóvenes del Residencial Chavier unos insurgentes de acuerdo a las definiciones expresadas? ¿Se puede percibir que la acción recreada por estos niños y jóvenes en el video del residencial Chavier es un ejemplo de democracia participativa?
Los escritos de estos jóvenes no fueron los más elaborados, documentados o profundos del coloquio celebrado en Mayagüez. Quizá cuenten con errores de formato y rigurosidad académica. Probablemente, a ellos le falte mucho trabajo para que los presbíteros de la academia y del conocimiento les validen su trabajo. No obstante, lo que sí tienen estos trabajos es una sobredosis de creatividad y de capacidad para ver las cosas desde otra perspectiva.
De estos estudiantes debemos aprender todos, aún más aquéllos que fracasaron reproduciendo discursos que llevan más de cien años de historia fracaso.
A los compañeros estudiantes: ¡Gracias por una perspectiva desde donde es posible una nueva criminología!
Paz