Negación, Pos verdad e Ilusionismo
Soy consciente de que la cultura política es algo muy complejo. No todo el mundo refleja en su cultura política individual o personal lo que describiré en esta columna. Me refiero más bien a lo que los científicos políticos llamamos la cultura política ostensible, la que se observa en el clima político general de un país. Ese tipo de cultura política por supuesto influye sobre muchos individuos. La misma la proyectan públicamente los gobiernos, los partidos, el liderazgo de grupos políticos y el clima creado por los medios de comunicación. De modo que, aunque no coincida con la cultura política personal de todo el mundo, sí es importante por lo que refleja de la vida colectiva y porque tiene gran influencia sobre las personas. Aclarado bien este punto metodológico, podemos pasar a describir ese clima general político que se observa en el país.
La negación se puede percibir desde diversos ángulos, aunque, como se aclaró, no todos los habitantes del país alberguen todas las negaciones. Una de las más evidentes es la que niega que la quiebra del País sea prolongada. No se reconoce tampoco que nuestro país vaya a ser desvalijado de muchos de sus activos y recursos por los acreedores. Hasta el gobierno local trata de aprobar leyes para proteger las pensiones y se hace ver que la Junta de Supervisión Fiscal legislada por el Congreso de la metrópoli –o será enfrentada con oposición– o sólo tomará decisiones que no afecten a los más vulnerables. De alguna forma mágica la gente –y hasta los propios políticos– niegan que tengamos que enfrentar mayores problemas económicos por la deuda. La deuda, según la negación de muchos, se reducirá y se pagará sin grandes privaciones del Pueblo ya que el país saldrá de la quiebra muy pronto. El gobernador Pierluisi ya vislumbra el fin de la quiebra y los medios de comunicación ventilan sus visiones ilusas con lo que en español llamamos pos verdad y que en inglés se ha popularizado con el nombre de “fake news”. Así El Nuevo Día nos sirve en primera plana las ilusiones de Pedro Pierluisi sobre ese tema el martes 9 de marzo de este año.
El colmo de la negación en este tema la ha planteado el propio Gobernador Pierluisi y la prensa le ha conferido gran atención. Se trata de negar que la Ley Promesa que creó la Junta de Supervisión fiscal fuera más una promesa –como lo fue– para los contribuyentes estadounidenses que para los habitantes de Puerto Rico. Sólo si se sustenta tal negación, respecto de que el Congreso quiso asegurarles a los contribuyentes en Estados Unidos que ni un centavo de sus contribuciones se utilizaría para darle un bail out a Puerto Rico, puede explicar que el Gobernador Pierluisi se atreva a argumentarle a la Junta Fiscal que con más fondos federales se podría pagar más fácilmente la deuda sin perjudicar las pensiones, sin afectar a los más vulnerables.
La Pos verdad en los medios apuntala las negaciones
Toda la prensa escrita en papel, la que solemos llamar diaria y comercial –es decir los pocos periódicos tradicionales que nos quedan– nos amaestran continuamente con sus fake news. El periodismo ha perdido una de sus cualidades de antaño: su compromiso con la verdad, por lo menos en la redacción de las noticias. La verdad no cuenta mucho. Lo que cuenta es el impacto, porque eso sí atrae a los lectores. Por supuesto, hay honrosas excepciones, pero lo más general que consumen los habitantes de Puerto Rico desde hace un tiempo en la prensa escrita, la radio y la televisión es una mezcla atractiva de chismes, pos verdad (fake news) y entretenimientos de todo tipo. Estamos en el siglo del entertainment y no cabe duda que lo más que atrae a los habitantes de este país de los medios masivos de comunicación es precisamente el divertimento. Otra cosa muy distinta es la reflexión seria que se propicia por la prensa digital contestataria, como por ejemplo 80grados. Siempre hay un público sofisticado que busca eso. Pero la masa en general busca entretenerse, sea con el chisme, con noticias que se sabe son pos verdad, pero no importa porque entretienen, o con todas las secciones de “cultura”, “farándula” y diversiones que nos endilgan los medios de comunicación. Incluso ello ocurre en los anuncios comerciales, que es para lo que principalmente se publican.
Si lo que consume asiduamente la mayoría de los boricuas es esa mixtura de chisme, pos verdad y diversión, entonces ¿cómo se puede esperar que el Pueblo habitante de Puerto Rico conozca y aplique la verdad? ¿Cómo se puede esperar que se tome la vida misma con seriedad? Hay personas en nuestro país para quienes la vida no es otra cosa que un entretenimiento. Para eso se vive, para el divertimento que nos permite siempre tener la ilusión de la felicidad.
¿Quién si fuera una persona de mediana educación y cultura y buscara seriamente la verdad, podría creer el tipo de “fake news” que se sirve por los medios en Puerto Rico? ¿Quién creerá que Joseph Biden se siente retado, o ligeramente preocupado siquiera –Presidente como es de Estados Unidos, país muy complejo, con situaciones reales y complicadas de las cuales preocuparse– de que un grupo de puertorriqueños estadistas auspicien un proyecto en el Congreso para hacer de Puerto Rico el estado #51 de la unión americana? Pues en Puerto Rico no sólo esa “noticia” pos verdad se presenta como si fuera algo muy importante en Estados Unidos, sino que muchos de los lectores así mismo se lo creen. Cuando un periódico de circulación general le da prominencia, pues debe ser “verdad”. La pos verdad de la prensa, la radio y la televisión en Puerto Rico llega hasta lo que en otros lugares se consideraría ridículo. Aquí no. Aquí se trata de “business as usual” como dirían en la metrópoli.
De modo que las negaciones en que incurren los políticos y el Pueblo mismo tienen sustento no solo en el apego a ellas como si fueran grandes verdades, sino también en lo que se suele publicar en la prensa, la radio o la televisión. Acabamos de pasar por una supuesta elección general en noviembre de 2020. A la altura del mes de marzo de 2021 hay cargos no adjudicados finalmente por la CEE o que están en cuestión por el candidato opositor a base de evidencia contundente de fraude. Esto no se trata como fraude por las partes involucradas, ni en los medios, sino como “irregularidades”. Alguien debería hacer un acopio de los eufemismos que se usan en Puerto Rico para apuntalar las negaciones. Y no se nos puede escapar que lo que es negación usualmente se oculta detrás de una ilusión: en este caso la ilusión de que celebramos unas elecciones generales normales.
Llámeseles como se les llame, se trata de cosas como una abstención electoral mayor aún que la del 2016 que a nadie ocupa ni preocupa. Y el tener que oficialmente declarar Gobernador a alguien que apenas tiene el 33% de los votos. Todavía esas cosas alguien las podría suponer normales. ¿Y qué tal que haya distritos –como los hay– en que los votos supuestamente llegados por correo son bastante más que las personas que solicitaron el voto por correo? ¿Y que haya habido personas del PNP que recibieron doble papeleta para votar en el plebiscito por correo? Entre otras cosas, el llamado referendo de estatus se organizó en 2020 en Puerto Rico en contravención a las disposiciones federales sobre el asunto, principalmente a las que había estipulado el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Una “irregularidad” bastante fea, en un país que venera todo lo federal como la gran cosa. Pero no, la gente habla del 52% de la estadidad como una verdad irrefutable.
¿O qué hubo con eso de la aparición y desaparición de maletines con papeletas en el recuento sin que nadie haya explicado transparentemente cómo tal cosa pudo ocurrir sin que constituyera fraude? Pues aquí todo el mundo da las elecciones por limpias, porque, ¿cómo va a ser que no lo hayan sido si este es un país democrático? Con tal de afirmar la falacia e ilusión de que Puerto Rico es realmente un país democrático se oculta la realidad de los fraudes y las trampas electorales como simples “irregularidades”. Y los primeros que no se unieron a reclamar la nulidad de una elección con esas “irregularidades” fueron algunos de los políticos de partidos nuevos o de minoría, probablemente porque sus partidos tendrían más que perder –que algo que ganar– si se hicieran nuevas elecciones. Cada quien arrima la brasa a su sardina, como dicen. ¿Y en que paró el bien común? Además, la excusa por excelencia para hacerse los de la vista larga con los problemas habidos en la CEE es que dicho organismo no tiene los fondos para celebrar otras elecciones. Y aquí paz y en el cielo gloria.
De las más increíbles y mayores negaciones de los puertorriqueños y los que con nosotros habitan en esta zona del Caribe es que la metrópoli, Estados Unidos de América, sigue siendo igual de número uno en el mundo como en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. El país más rico y poderoso del mundo, repiten a menudo. Y los medios hacen coro con eso. Es como si el Estados Unidos actual no tuviera los problemas y polarizaciones que tiene, como si los movimientos Me Too y Black Lives Matter no tuvieran como causa el que en ese país se hayan violado en forma crasa los derechos iguales que su Constitución promete tanto a las mujeres como a las personas afrodescendientes. Nadie ve como un problema que haya la cantidad de supremacistas blancos –muy activos en su racismo y en la política– como los que hay en Estados Unidos. Nadie en Puerto Rico piensa que China y Rusia le están “comiendo los dulces” a Estados Unidos en las relaciones internacionales. Nadie siquiera se da por enterado de que Kamala Harris, la flamante vicepresidente mujer, negra e hija de inmigrantes que tiene la metrópoli del norte ya, bien tempranito, fue utilizada por la mayoría blanca que respalda a Biden para felicitar y dar apoyo a Netanyahu en Israel, a pesar de los crímenes que ese país comete a diario bajo el liderazgo de Netanyahu contra los palestinos en Gaza, incluso algunos de ellos condenados por el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU. Tampoco se sabe nada en Puerto Rico –y si se sabe se le niega– que Estados Unidos pueda estar en riesgo de una guerra civil o que haya serios diferendos entre algunos estados y el gobierno federal. La perspectiva de que Estados Unidos, como ocurrió con la Unión Soviética, pudiera saltar en pedazos por sus polarizaciones extremadas y sus contradicciones internas es algo que jamás se considera ni siquiera como una posibilidad remota. Negación, negación y negación. Y el otro coro: “que me den, que me den, que me den”.
Otra negación importante que se tiene en Puerto Rico sobre su metrópoli es que la mayoría blanca anglosajona no cree ya en la “One Nation under God, indivisible” que se declara en el saludo oficial a su bandera porque aquélla se ha convertido al multiculturalismo. El hecho de que haya bolsillos de multiculturalismo en ciudades como Nueva York, Chicago o Los Ángeles no significa que una mayoría del territorio nacional de Estados Unidos también lo sea. En Puerto Rico ni se sabe que la mayoría blanca de EEUU se comporta más bien como apegada a un nacionalismo étnico anglosajón. La presencia poblacional de los hispanos, un 15% de la población de Estados Unidos, se usa para justificar ese multiculturalismo falso y para vivir en negación de otra realidad estadounidense. El que los hispanos hayan aumentado en la proporción que constituyen de la población de ese país no borra la realidad de que no tienen poder real en la política estadounidense, o si alguien tiene alguno, es más bien muy poco y no determinante en el acontecer nacional de Estados Unidos.
La negación entre los grupos y partidos políticos
La negación tiene sus equivalentes también en los partidos y grupos políticos. El PNP está en negación en cuanto a que la estadidad no sea un derecho y en negación también respecto de que en el Congreso no se les hará ningún caso por más que cabildeen. El PPD tiene una negación peor: la metrópoli les deshizo el ELA y ellos siguen predicando el ELA. No saben si vienen o van ni si van o vienen. Su desorientación es impresionante. El PIP hace tiempo que está en negación en cuanto a la realidad de que no puede ser sectario. A pesar de que la mayoría de los independentistas ha estado fuera del PIP, este partido no ha abierto sus puertas completamente. El Movimiento Victoria Ciudadana está en negación por lo que les ha ocurrido tras las elecciones: el abandono de Alexandra Lúgaro para irse a ganar buen dinero con inversionistas neoliberales pro estadidad y el abandono de su excandidata a Comisionada Residente estadista para irse a cabildear por la estadidad de conjunto con los del PNP en el Congreso. Dicho movimiento niega además una realidad palpable: quienes han quedado en su dirección no tienen tracción política como para darle continuidad exitosa a dicho movimiento. Hasta el Proyecto Dignidad tiene su propia negación. Niegan, basados en la religión y en lo que interpretan “voluntad de Dios” según se lee en la Biblia que las mujeres y los homosexuales, incluso las personas trans, fueron ya investidos de unos derechos por el Tribunal Supremo de la metrópoli que no se pueden echar atrás mediante leyes de la colonia, en cuya legislatura, además, ellos son una minoría exigua.
El ilusionismo: la realidad se niega para reafirmar la ilusión
Ese mecanismo psicológico y defensivo de la negación se esconde con el ilusionismo. Es lo que suele suceder cuando personas o pueblos desconocen o se niegan a reconocer su propia realidad. La verdad que se niega se sustituye con la ilusión, y así por lo menos se aparenta creer en algo. Aquí hay diversos ilusionismos, como el que dice que Puerto Rico es verdaderamente un país democrático y como el que oculta la pobreza persistente en el país con la idea ilusa de que somos un país en desarrollo, donde todo el mundo mejora su posición económico-social. El hecho de que ello fuera verdad parcialmente en los años 1950’s y 1960’s del siglo pasado – cuando todos los sectores sociales subieron de categoría– no significa que eso sea así hoy en día. Para quienes viven en alguna burbuja de la riqueza o de la clase media alta sigue siendo así. Están literalmente “quedados” en aquellas décadas exitosas del siglo pasado. No reconocen las grandes desigualdades que hay en el país ni la pobreza y las limitaciones económicas que verdaderamente afectan a la mayoría. Entonces, se ilusionan con que Puerto Rico, por ser dependiente de Estados Unidos, sigue en una situación económica muy favorable. El que no ve eso realizado en su propia vida, pues recurre a buscar una conexión con los grandes partidos para unirse a los beneficiarios de las prebendas de la colonia. Y de esa manera egoísta se ilusiona con que el país está mejorando.
Todos los grupos políticos en Puerto Rico han dejado de ofrecer ideologías o ideales logrables. Más bien atraen seguidores con las menguadas prebendas que confiere el dirigir el gobierno local o alguna de sus ramas. O los cargos que puede repartir un partido minoritario. Ese es el verdadero señuelo para el liderazgo. Y para las masas, pues pos verdades y el ilusionismo de que podría ser que vayamos hacia algún lado. Ya lo decían Rosselló y sus adláteres en el famoso chat: ellos cogen de tontos hasta a su propia gente. Para la masa, ahí está la promesa de la igualdad en la estadidad. No hacen gran cosa por reducir las desigualdades entre los puertorriqueños dentro de Puerto Rico –las económicas, sociales y políticas– cuando han logrado el control del gobierno interno central, pero prometen la igualdad de la estadidad con el dinero de los estadounidenses. ¡Qué bemoles!
El otro partido del bipartidismo está también venido a menos y en lo mismo. Para el liderazgo el señuelo de las prebendas. Para la masa van las ilusiones basadas en que con ellos en el poder quizá vendrán mejores días y la ilusión de algún futuro falso en que Estados Unidos volverá a reconocer el Estado Libre Asociado como algo que pueda crecer autonómicamente y que al mismo tiempo crezca en fondos federales recibidos.
El PIP no anda muy lejos de lo mismo: para los dirigentes las prebendas de los cargos que puedan lograr y para la masa la ilusión de la independencia. La independencia pudiera no ser una ilusión sino algo viable, pero no lo será mientras el país esté en negación, pos verdad e ilusionismo. Y tampoco será viable si el PIP o los independentistas del país no se dejan de sectarismos y se unifican alrededor de una oferta que sea creíble. Como por ejemplo que sustituya la dependencia en Estados Unidos con una interdependencia constructiva con ciertos países del mundo. Pero las propuestas de cómo hacer eso tienen que ser concretas con compromisos concretos de países bien concretos. De lo contrario, es otro ilusionismo más.
No hay mucho que decir de Victoria Ciudadana pues andan como gallinas sin cabeza, descabezados, doloridos y abrumados con su realidad actual y la falta de tracción política de quiénes van quedando en el movimiento para lograr algo de lo que éste se propuso, supuestamente, en un principio. Finalmente el Partido Dignidad también tienen sus ilusiones pero las mismas es difícil creerlas mientras el Tribunal Supremo de Estados Unidos mande en Puerto Rico y le conceda derechos a quienes ellos quisieran quitárselos para salvarles el alma de pecados. Lo único que les queda es la estrategia que usan ahora con cierta sagacidad: intentar parar las órdenes ejecutivas sobre la educación con perspectiva de género con el argumento de que la legislatura no se ha expresado. Es una posición un tanto patética: tener que recurrir a cuestiones de procedimiento abogadiles para intentar parar la dirección de la historia a favor de la revolución de las mujeres.
Todo lo que hemos analizado tal como se percibe en el Puerto Rico de 2021 es una realidad apabullante pero no niega ni desconoce a los pocos que, fuera de líneas políticas o de partidos están dispuestos a mover al país hacia adelante: sea en la economía solidaria de las comunidades locales, sea en el empresarismo orientado a mejorar la economía y la producción local, sea en los grupos que trabajosamente intentan apoderar a los puertorriqueños en la democracia participativa, sea desde los grupos culturales que hacen cultura nacional o entre los maestros realmente comprometidos con la educación de nuestros niños. Todas ellas son iniciativas constructivas. También lo son las de las ONG defensoras de los derechos humanos o del derecho a la autodeterminación y descolonización real de este pueblo.
Cuándo, desde esas iniciativas, se pueda dar el salto necesario hacia una trasformación general del país está por verse. No es fácil que puedan hacerlo con una labor aislada y bajo el fardo pesado de las limitaciones de la negación, de la pos verdad y de la ilusión que vemos dominar en el país en este momento. Tal vez por eso las protestas de los jóvenes del verano de 2019 no han tenido continuidad efectiva. Quizás, sea porque el entretenimiento de los cantantes y artistas de todo tipo no está en las de verterse hacia las calles en esta coyuntura.