Ni reforma ni revolución…por ahora
Durante los últimos 11 días Puerto Rico ha experimentado una movilización extraordinaria de la población, como resultado de las contradicciones que vive el país, en lo económico, social y político. Por los estándares de los movimientos sociales de protestas en los últimos 100 años, se trata de una protesta continuada más allá de lo normal. Es en realidad extraordinaria. Pero aquí lo que ha habido es tan solo un primer paso, por así decirlo una primera fase, de un levantamiento potencialmente revolucionario. Como ocurrió en Haití en 1791, lo que se destaca es la unidad de las fuerzas anticoloniales (el tema de la independencia no se planteó hasta 1804). En la medida en que pase el tiempo, surgirá la división, el deslinde, entre las fuerzas que buscan una solución reformista y las que podrían darle un desenlace revolucionario. Ahora mismo, pienso yo, es la tremenda movilización del pueblo, lo que ha neutralizado el que las fuerzas reformistas y de derecha impongan, incluso por la fuerza, su hegemonía sobre el movimiento. Pero no por ello no están planeando cómo hacerlo. Lo que pasa es que temen a cuál sería la reacción del pueblo.
Entrar en un debate abstracto sobre reforma vs. revolución es contraproducente. Lo central es no promover la desmovilización del pueblo, que da muestras de una creatividad mayor que mucha de nuestra intelectualidad de izquierda. Mientras alguna gente discute nociones abstractas sobre la solución final de la crisis, es muy probable (absolutamente probable, diría yo) que la derecha está moviendo sus fichas para que no se plantee abiertamente el tema del poder, del control del estado. Ese poder ha sido retado por el movimiento de masas. La derecha lo sabe. Nos corresponde a nosotros tomar acciones para inmovilizar las acciones políticas de la derecha, que hoy se posiciona para volver a algún tipo de status quo. Centrémonos en el tema del poder y confiemos en la capacidad de nuestro pueblo para responder radicalmente a los retos que se avecinan.