No soy un Bernie Bro
Bernie Sanders representa muchas de las cosas en las que creo y que deseo que existan en el lugar donde vivo. Esto obviamente añade más a la ecuación emotiva, pues no solo es perder lo que se pensaba que se iba a ganar, sino es que se va con ello una ilusión que pocas veces experimento. Pero lo más jodío de esa noche, que fue lo que culminó un fin de semana lleno de llamadas y endosos y presiones; fue de la manera que se dio, cómo la directiva del Partido Demócrata, con el aval de los medios “liberales” revivieron a un candidato que estaba muerto, Joe Biden. Y así duele más, pues perder porque el otro es mejor, o siempre estuvo en la delantera o simplemente es más popular, pues se traga con dolor, pero es parte del juego, y uno al que estoy más que acostumbrada, siendo de izquierda en este país e independentista en Puerto Rico. Pero que la moneda se virara de la manera que sucedió, me dio una rabia que aún no logro quitarme de encima y lo que ha hecho es distanciarme más de una posible reconciliación en noviembre y reforzarme en mis esfuerzos para que Bernie Sanders logre la nominación.
En los 25 años que han pasado desde que puedo votar he votado por candidatos menos malos, he votado para tumbar a otros, he decidido no votar porque simplemente pienso que es la mejor estrategia en ese momento, he votado en blanco, he escrito nombres de candidatos “write in”, he votado por gente que no me gusta, gente que no me disgusta, pero pocas veces he podido votar por gente que genuinamente me gusta. Veo, con envidia, cómo en Brasil pudieron votar por Lula, en Chile por Michelle Bachelet, entre otros. No solo no he tenido la dicha de votar por candidatos y candidatas que me inspiren y representen, sino que he tenido la desdicha de vivir bajo gobiernos nefastos: 8 años de Pedro Rosselló, 8 años de George W. Bush, ahora casi 4 de Donald Trump y pa’ colmo, me voy de intercambio a Italia y es cuando gobierna Silvio Berlusconi.
Desde las primarias del 2016 la candidatura de Bernie Sanders me ilusionó, no porque fuera mi candidato perfecto e ideal, sino porque era quien, sin duda, más se acercaba a los valores en los cuales creo profundamente y quien presentaba un proyecto de país en el cual preferiría vivir y en el cual mi hija creciera. Hay muchísimas cosas que detesto profundamente de Estados Unidos y Bernie proponía cambiar algunas de ellas, como sus propuestas de salud y educación pública, un plan migratorio justo, un proyecto para combatir el cambio climático y una visión económica más equitativa. Frente a Hillary, Bernie representaba una ruptura no solo con la política tradicional estadounidense, sino dentro del partido que decidió representar en las elecciones. Desafortunadamente, perdió frente a Hillary y esta a su vez perdió contra Donald Trump. Ahora, cuatro años después, Bernie regresó con las mismas ideas, y yo, cuatro años después, con unos costos de salud cada vez más grandes y viendo cómo las desigualdades económicas se acrecentaban, sin duda lo elegí como mi candidato.
Entre las muchas cosas que me irritan, me molesta muchísimo el término “Bernie Bro” y todas las implicaciones de que los seguidores de Bernie son hombres jóvenes blancos y agresivos. El movimiento de apoyo a Bernie es mucho más transversal, multiétnico, e incluye mujeres. Y, como dijera alguien en un mitin, tampoco entiendo cuál es la aversión al enojo, por qué no tenemos derecho a estar molestos cuando las circunstancias y el sistema nos provocan rabia y esta puede servir de motor para movilizar. De hecho, la victoria que Bernie obtuvo en California y que ha sido bastante obviada por la prensa, fue en gran medida por el voto latino, igual que la de Nevada. Como mujer latina me siento constantemente dejada a un lado en la representación de lo que implica apoyar a Bernie. Y lo más que me molesta es la reacción visceral de muchas mujeres al respecto. Yo entiendo, aunque no lo comparto, que la elección de Hillary Clinton representaba para muchas mujeres algo esencial por el hecho de ser mujer y que se eligiera, finalmente, la primera mujer como presidenta. Al igual que para muchos afroamericanos, la elección de Barack Obama era incuestionable. Estas ideas de elegir el candidato o candidata por su identidad, ya sea racial o de género (incluso de preferencia sexual con el candidato homosexual Pete Buttigieg) yo no las comparto. Aunque sin duda pienso que este país es racista, machista y homofóbico —además de muchas otras cosas— aún me gusta elegir a quien vaya a liderarlo con relación a sus ideas, y sin duda, las de Bernie, en el 2016 y ahora, son con las que coincido. Honestamente no he conocido a ninguna mujer cercana a mí que le guste Bernie, ni siquiera que haya votado por él. Con todas las que hablo son rabiosamente seguidoras de Elizabeth Warren, y en muchas siento un gran resentimiento contra Bernie, ya sea por sus ideas radicales o porque aún no le perdonan que haya osado enfrentar a Hillary en el 2016. Si Bernie no obtuviera la nominación y la Senadora Warren aún estuviera en la contienda, sin duda le daría mi voto, pues es quien en términos de ideas más se parece a mi candidato. Y me duele, que por cuestiones identitarias o rencillas, muchos de los seguidores de Warren no puedan hacer lo mismo con Bernie.
Yo creo que hay mucho análisis que hacer, profundo, para entender todo lo que ha estado sucediendo, bueno y malo. Hay que entender por qué el voto afroamericano se va masivamente con Joe Biden, ¿hay algo en sus ideas que les atrae? O es como en el 2016 cuando también se fueron masivamente con Hillary, ¿es una tendencia al centro, más moderado? ¿Es que lo asocian con Obama por haber sido su Vicepresidente? ¿Es aversión a Bernie? De la misma manera hay que analizar y sobre todo no ignorar el apoyo masivo de los jóvenes (menores de 30 años) a Bernie. Sin duda su mensaje de Medicare For All, cancelar los préstamos estudiantiles, el Green New Deal, son todos proyectos que apelan a los jóvenes que están comenzando su vida. Quizás estos programas no ofrecen nada, en la mirada de las personas que ya han comenzado su vida laboral, tienen una hipoteca, etc.
A mí, acostumbrada a ser minoría y nadar contra la corriente y saber que mi actividad política no se limita al primer martes de noviembre cada cuatro años cuando hay Juegos Olímpicos —así mido cuándo es año electoral— sino todo lo contrario, que lo que pasa en el medio es lo que de verdad es activismo político. Si Bernie no gana la nominación ya botaré el golpe. Pero el proceso me asegura que vamos por buen camino desestabilizando el sistema, valga la redundancia, al saber que se tuvieron que unir todos los candidatos centro/moderados (al momento de este escrito aún Elizabeth Warren no había decidido endosar a ningún candidato) para intentar tumbar a quien entonces era el líder, un autoproclamado socialista que pretende hacer los cambios más radicales en décadas en Estados Unidos. Me asegura que vamos por buen camino al ver a la prensa “liberal” en pánico, porque han vivido cuatro años de gloria económica por los desastres de Donald Trump y viven de una máscara que alimenta los egos liberales de sus lectores y televidentes, pero que jamás aceptarían o tolerarían un cambio estructural real. Me asegura que vamos por buen camino cuando tres de las caras nuevas de la política estadounidense, todas mujeres y ninguna blanca (Alexandria Ocasio Corteez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib), apoyaron a Bernie. Ellas, lejos de ser Bernie Bros, han ayudado a llevar una campaña centrada en “issues”, sobre todo los que afectan a las comunidades marginadas, económica y racialmente hablando. Finalmente, me gustaría pensar que si eventualmente Bernie no es el nominado demócrata, se queda el movimiento, ese que no existía antes de su candidatura, que eran ideas sueltas que muchos teníamos y compartíamos pero que no se habían logrado presentar al público en general. Ahora, gracias a Bernie, la salud pública, la educación sin deuda, un programa verde, todos son temas de conversación y quisiera pensar que todo va mucho más allá de él y su candidatura, como dice el “slogan”, no es sobre “él” sino “nosotros”. Yo, una semana después, y con mucha rabia y tristeza y sobre todo con explicaciones de por qué apoyaba a Bernie y no a Warren…decidí que lo único que puedo hacer es redoblar esfuerzos y luchar. Si me tumban, que me tumben peleando.