Solidaridad con Italia, pero aprendamos de sus errores

En el caso de Italia, también hemos tenido una inmigración sensible de italianos, y de corsos de origen italiano, de manera que lo que ocurre en ese país no nos es tan “ajeno” como lo puede ser lo ocurrido en China. No es casualidad que tantos puertorriqueños gusten mucho de la gastronomía italiana. Como tampoco es casual que algunos puertorriqueños educados hayan viajado varias veces a ese país, que algunos hayan aprendido el italiano como un tercer idioma después del vernáculo español y el inglés como segundo idioma, y que algunos de nuestros más talentosos jóvenes se hayan formado con estudios universitarios e intercambios culturales en Italia. Muchos hemos leído las obras de Andrea Camilleri y muchos más nos formamos al calor del cine italiano de maestros como Fellini y Passolini. Y en estos momentos, hasta circulan vídeos en las redes sobre la bella Italia.
Italia es sin duda una de las principales procedencias históricas, y a veces actuales, de muchos de los que son y se sienten puertorriqueños. Esto demuestra que cuando se habla del componente europeo de nuestras raíces es un error –y un gran reduccionismo– el referirnos sólo a los españoles, como si los puertorriqueños no tuviéramos otras ascendencias europeas importantes además de la española. Entre ellas, es evidente por nuestra propia historia y por los apellidos abundantes procedentes de allí, que tengamos que contar también a los italianos entre los componentes culturales principales que han forjado al pueblo puertorriqueño (igual sucede con los catalanes que son una nación distintiva aunque no un estado soberano separado del resto de España).
Retamos con ello la simplificación que señala que los boricuas nos formamos como Pueblo de la mezcla únicamente entre españoles, africanos y taínos. La realidad ha sido mucho más compleja como lo demuestra la lista parcial de los apellidos italianos que tienen muchas familias de Puerto Rico. Véase por ejemplo el recuadro de la página siguiente con una lista parcial pero abundante de muchos de esos apellidos de puertorriqueños con ascendientes en Italia.
Estas realidades reclaman que los puertorriqueños sintamos y expresemos una solidaridad especial con Italia, similar a la expresada con España, ahora que la emergencia sanitaria del COVID-19 se ha manifestado en ellos con particular virulencia. Esta solidaridad se ha expresado en mensajes a amigos que podamos tener en Italia o España, si bien no estamos en condiciones de ayudar materialmente, como lo ha solicitado Italia, a lo que han respondido países más ricos de Europa y del mundo como Luxemburgo y República Checa, Japón y Turquía. Y Cuba, por sus adelantos médicos, ha enviado personal sanitario a ambos países.
Más bien, por nuestra condición actual de recesión económica prolongada y de recursos limitados, y por los errores en que han incurrido nuestros gobiernos locales en producir la gran deuda, la situación italiana es importante para nosotros, como acicate para un examen detenido de los fallos en que ha incurrido el gobierno italiano y que, en parte, han agravado la situación contribuyendo a una propagación tan amplia y rápida del virus y sus secuelas en ese país.
Intentando aprender de los errores de Italia
Una buena guía de evaluación de la situación actual italiana, se ha producido en un artículo suscrito por expertos en una publicación reciente de la prestigiosa revista Harvard Business Review (HBR). Resulta pertinente y beneficioso para nosotros examinar lo analizado sobre la situación italiana en dicha revista estadounidense. Ello nos puede facilitar examinar estos asuntos con tiempo y evitar los errores habidos en Italia, ahora que la situación en Puerto Rico no ha llegado todavía a una condición más grave. (Todo lo citado en adelante del HBR ha sido traducido por el autor y tomado del resumen en italiano provisto por el Huffington Post, Italia, con autoría de Pietro Salvatori, el martes 30 de marzo de 2020).
Según el Harvard Business Review, una primera lección a aprender de la situación italiana respecto al COVID-19, es reconocer el “confirmation bias”. Se trata del proceso mental a través del cual buscamos informaciones que confirman nuestro modo de ver las cosas, descartando aquellas que son contrarias a nuestra visión. Así, los líderes políticos de Italia subestimaron la amenaza del coronavirus y descartaron al principio evidencia de que pudiera resultar en una pandemia. Es muy difícil con una enfermedad en que aumentan los contagios de modo exponencial afrontar la situación a causa de la dificultad existente para interpretar rápidamente qué realmente está aconteciendo en un tiempo real. Este problema se ha visto también en Estados Unidos con las actitudes expresadas originalmente por el Presidente Trump y algunos gobernadores de estados norteamericanos. Más adelante, han intentado “recoger velas” y tomar más en serio la amenaza de la pandemia. En Puerto Rico, afortunadamente, nuestro gobierno, un tanto autónomamente, tomó en serio la situación desde temprano y ha establecido el distanciamiento social (que debe ser más bien físico que social, como demuestran las relaciones sociales establecidas a distancia con ayuda de las tecnologías de la comunicación digital) y una declaración de emergencia y toque de queda que se ha extendido y se ha hecho más estricto a medida que aumentaron los contagios y las muertes en el país causadas por el virus.
Una segunda lección que porta la experiencia italiana, según el Harvard Business Review (HBR) es aquella que aconseja eludir las medidas graduales. La selección de medidas gubernamentales que han intensificado la rigidez de las medidas en modo progresivo no es eficaz, dice el artículo del HBR. Primero que nada, esas decisiones no eran coherentes con la rápida difusión exponencial del virus. Los hechos no eran ya predictivos de cuál sería la situación pocos días después. En consecuencia, Italia ha conseguido la difusión del virus en lugar de prevenirlo. En cuanto a esta sugerencia del artículo de Harvard, nosotros en Puerto Rico, o mejor dicho el gobierno local que a medias dirige Wanda Vázquez (no olvidemos que como colonia exacerbada gran parte de lo que hay que decidir lo decide la Junta de Supervisión Fiscal ordenada y nombrada por el Congreso) hemos podido enfrentar los retos que supone el COVID-19, aunque a medias. Ha sido algo parcial porque Wanda Vázquez sí ha usado el modelo progresivo agravando la rigidez de sus controles sobre los ciudadanos: nuevo y más prolongado toque de queda, anuncio de penalidades para los que incumplan el toque de queda, y la restricción añadida en la circulación de automóviles con base en el número o letra en que termine la tablilla del auto. Lo que no ha hecho el gobierno, hasta el momento, es ir demasiado detrás de la difusión exponencial del contagio. Se ha usado la restricción progresiva pero no ya muy tarde, como ocurrió en Italia, en que las restricciones no pudieron impedir el ímpetu de los contagios. Ese ha sido el aspecto positivo de la acción del gobierno. Claro, también hay que decir que el Pueblo italiano ha sido más temerario, indisciplinado y callejero que el nuestro. Lo mismo ha ocurrido en España donde un meme en las redes le aclaraba al pueblo que el gobierno había dicho “pandemia” y no “pa Denia” que es uno de los pueblos playeros del país. Demasiados jóvenes italianos y españoles hicieron caso omiso de las directrices de sus gobiernos y continuaron “playeando”, a botellón limpio, bebiendo en los bares, festejando en los hogares, y otras maneras de desoír el llamado de las autoridades sanitarias y políticas a quedarse “en casa” para evitar contagiar a los más vulnerables. En ese sentido, no sólo una parte de la juventud en Italia y España violó por semanas las normas de distanciamiento físico, sino que el clima generalizado en que lo hicieron era incluso de fiesta y burla porque a ellos no les había contagiado el virus, y si les contagiara, no tenían peligro de morir como los más viejos y vulnerables con sus condiciones médicas antecedentes. La misma temeridad e insolidaridad se ha observado en Estados Unidos de América sobre todo en la ciudad de Nueva York.
Probablemente porque ya sufrimos bastante los embates del huracán María –con su secuela de muertes y de irresponsabilidades gubernamentales– porque vivimos después los terremotos del sur del país y las fallas relacionadas de los gobiernos local y federal ante esa situación, tanto jóvenes como mayores en Puerto Rico han resultado ser más sensibles y disciplinados que sus contrapartes en Italia, España y Nueva York. No que no hayamos tenido la inclinación al festejo a pesar de la pandemia. De hecho, la gobernadora Wanda Vázquez decretó el primer toque de queda, al menos en parte, como respuesta a los ciudadanos irresponsables que seguían festejando en la Placita de Santurce en claro desafío a las directrices y peticiones de distanciamiento social a fin de atajar los contagios del virus. Sus violaciones las hubo y las ha habido, y de ahí que la Policía haya tenido que intervenir con los quebrantamientos a los toques de queda. No obstante, en general y en comparación con lo sucedido en Italia, España y Nueva York, en Puerto Rico se ha obedecido más –y más consecuentemente– el distanciamiento físico y los toques de queda. Es por eso, por la mayor disciplina correcta de nuestro pueblo, que no tenemos una crisis tan aguda en el País como la existente en Italia, España o en la ciudad de Nueva York. La gobernadora procedió a tiempo, más o menos, pero ha sido el Pueblo puertorriqueño en general quien ha mantenido una situación de comportamiento ejemplar que puede favorecer a que los contagios y las muertes no sean tan elevadas como en Europa, por ejemplo.
Para empezar, ya en nuestra isla la gente ha estado acostumbrada por décadas al distanciamiento físico y a la falta de una sociabilidad más masiva debido a la ausencia de un sistema adecuado de transporte público, debido al uso casi exclusivo del automóvil privado, de las urbanizaciones cerradas y otras medidas, que por un lado quiebran la posibilidad de comunidad, pero al mismo tiempo han protegido a los ciudadanos de la elevada criminalidad, y ahora, de los contagios masivos del virus.
En segundo lugar, señala el Harvard Business Review, el acercamiento selectivo en Italia podría haber involuntariamente facilitado la difusión del virus como ocurrió cuando mucha gente del norte se fue hacia el sur de Italia. En este aspecto, tenemos lecciones muy importantes para tomar en cuenta en Puerto Rico, pero también es cierto que la relativa centralización del gobierno interno del país, junto con la debilidad fiscal de muchos municipios, ha eludido ese problema del ser selectivo por regiones. Aunque los primeros casos de coronavirus se experimentaron en San Juan y en Mayagüez, relacionados con personas que estuvieron en el exterior en lugares afectados por la pandemia, la respuesta ha sido, como se necesita en estos casos, bastante centralizada y coherente y se ha aplicado a todo el País, algo que se facilita por la ausencia de un ordenamiento federal interno, o porque no existe una división en provincias o regiones como las que tienen, por ejemplo, Italia y España.
Otro problema analizado por los expertos de Harvard respecto de Italia fue el no haber tenido instrumentos eficaces para lo que se llama en inglés “contact tracing”. En este aspecto Puerto Rico y su gobierno han estado bastante peor que los casos de Italia y España. En primer lugar –y no es de extrañar que la imitación de todo lo que viene de Estados Unidos haya contribuido a eso– las pruebas para determinar contagios se hicieron tarde y se aplicaron las mismas restricciones absurdas que determinó el CDC de Atlanta. Si no se tienen pruebas fehacientes de quienes están infectados, no se puede hacer un estudio que trace cómo se mueven los contactos de los contagiados y a quienes han podido afectar. Todo ello se complica por el hecho de que esta versión del coronavirus permite que haya contagiados asintomáticos que, sin embargo, pueden transmitir a otros la enfermedad.
En Puerto Rico, ha sido todavía peor que eso. Habiendo la disponibilidad de las tecnologías, las mismas no se han utilizado a tiempo para hacer el “contact tracing” que se ha hecho, por ejemplo, en Corea del Sur con gran éxito. La situación se agrava por la forma como se experimenta el problema de algunos de los ciudadanos del país, quienes se enfocan en las limitaciones a los derechos ciudadanos, o a la privacidad, sin darse cuenta que esto es una emergencia mundial frente a la cual debemos aplicar todos los recursos y tecnologías disponibles, así sea de modo temporal, con el fin de vencer al virus y salvar las vidas de muchos de nuestros propios parientes y ciudadanos. La buena noticia parece ser que el gobierno que dirige Wanda Vázquez por fin anunció el viernes 2 de abril una estrategia para trazar los contactos y los contagiados. Ocurrió tres semanas tarde, pero lo más importante es que se haga. No basta, sin embargo, con el anuncio gubernamental de que se va a realizar. Es preciso que los ciudadanos se conviertan en un observatorio continuo de si lo que el gobierno ofrece y promete para enfrentar la pandemia se lleva a cabo según lo prometido o no, y cuánto tiempo tarda eso en tenerse listo para darle al país los datos que necesita.
Además, según la revista estadounidense que hemos citado, hubo también en Italia un impacto negativo por parte de la fragmentación del sistema sanitario italiano con gestiones diversas en las distintas regiones del país. Por ejemplo, el acercamiento del Véneto fue más proactivo que el de la Lombardía. Ya señalamos que esto no ha ocurrido en Puerto Rico por la centralización de la acción gubernamental. No obstante, hay que recordar que acá tenemos un problema de fragmentación de las decisiones a veces mucho más grave que el de Italia, o España, debido a que los hospitales en Puerto Rico han sido privatizados siguiendo la moda del neoliberalismo estadounidense y para beneficiar a médicos dueños privados de hospitales durante el gobierno de Pedro Rosselló González. No sólo los elementos de corrupción en ese proceso fueron entonces impactantes, sino que la privatización de los hospitales nos ha dejado ahora un gran problema. Como muchos puertorriqueños temen acudir a los hospitales por temor a contagiarse del virus –o porque algunos piensan que ahora sus servicios son menos efectivos y más ineficientes debido al éxodo de médicos del país como resultado de nuestros problemas económicos y de las secuelas del huracán María– los hospitales privatizados no tienen “negocio” suficiente.
Como la salud, que debe ser un derecho de todos, en el sistema puertorriqueño es vista como un negocio por los dueños privados de los hospitales, ahora los hospitales amenazan con el cierre, despiden empleados y hasta claman al gobierno por un rescate. Hay médicos privados y hospitales privados, que anteriormente se han enriquecido con el dolor humano de miles de boricuas, pero ahora que les toca hacer por el Pueblo, se rehúyen y buscan rescate en el mismo gobierno que antes despreciaron como manejador de la salud pública.
Todo esto se complica porque no se están protegiendo adecuadamente a los empleados sanitarios sean ellos enfermeras o médicos. Los turnos son apabullantes y excesivos para el personal médico, y las protecciones de mascarillas y guantes no dan abasto. En consecuencia, como en Italia y España, ya comenzamos a atestiguar muertes de enfermeras o de médicos. En Puerto Rico, la situación ha sido menos grave porque, afortunadamente, los casos que llegan a los hospitales son menos en número. Y la buena noticia es que el distanciamiento puede haber tenido el efecto buscado de hacer bajar los contagios nuevos. Debemos esperar más, sin embargo, para asegurarlo.
Finalmente, en Italia ha habido un problema de falta de datos o de falta de precisión en los datos recogidos. De manera que no se registraron adecuadamente los picos de infección en algunos hospitales. Y la revista estadounidense señala la necesidad de haber adoptado una actitud gubernamental similar a la que se tiene en caso de guerra con una mayor movilización urgente tanto contra el COVID-19 como para evitar un desastre económico.
La importancia de saber cómo maneja el gobierno esta crisis en adelante
Esa es precisamente una de las principales fallas de lo ocurrido en Puerto Rico: la falta de datos precisos sobre la evolución de la pandemia en nuestro país. No podemos tener datos fidedignos sobre el contagio y las muertes si el gobierno de turno no procura que se hagan pruebas suficientes, si se dejaron entrar personas procedentes del exterior que llegaron en cruceros, y si no se ha hecho un esfuerzo tecnológico para trazar el rumbo probable de los contagios. De modo que antes de aplaudir demasiado todo lo que hace Wanda Vázquez por razón de que sí tomó medidas drásticas a tiempo, debemos evaluar además todo lo que no se ha hecho y que puede complicar la situación del sistema sanitario de Puerto Rico si los casos comienzan a multiplicarse. Es importante, por lo tanto, observar con detenimiento, como ha hecho el Harvard Business Review, las fallas y errores que pudieron agravar el caso italiano para, con tiempo, aprender sus lecciones y además aplicar soluciones efectivas que logren evitar eso en nuestro país. Por otro lado, tanto los ciudadanos comunes como la prensa, deben llevar claro el récord de si lo que el gobierno promete para el futuro se va realizando efectivamente o no. No siempre este gobierno se ha expresado ante el Pueblo con la verdad.
Es increíble, por ejemplo, que el gobierno central de Puerto Rico no legisle para obligar a que los proveedores de servicios de salud, los hospitales, médicos y servicios a los ancianos, tengan que responder a esta crisis como es debido y no velando por sus intereses comerciales primero. Si no, ¿para qué queremos un gobierno autónomo en Puerto Rico si no puede o no quiere reglamentar nada, o sólo reglamenta en aquellos aspectos obvios que controlan a los ciudadanos, pero no así a los poderosos de la industria médica?