Sube la temperatura ciudadana: miles se encuentran en Adjuntas para decirle NO al gasoducto
A las 11 de la mañana del primero de mayo, cuando se suponía que arrancara por las calles de Adjuntas la marcha contra el gasoducto convocada por la organización ambiental y comunitaria Casa Pueblo, el aguacero que caía por el expreso, comenzando en Salinas y acercándose a Ponce, era monumental. No se veían los carros del frente a corta distancia. Pero Adjuntas a esa hora ya estaba lleno de cuerpos calientes, que inspirados por la gesta de Casa Pueblo y estimulados por su llamado en contra de un proyecto gubernamental que ha sido rechazado por la ciudadanía y por importantes entidades profesionales, ambientales y comunitarias, estaban allí desde temprano y habían caminado largos trayectos para acercarse a la periferia del pueblo. La policía desviaba el tránsito en los pocos accesos que hay hacia el casco urbano. Comenzaba a lloviznar.
Anticipando el diluvio, arrancó puntual la marcha por las calles adjunteñas, aunque fue poco lo que pudieron marchar; las calles estaban tan llenas de gente que era limitado el trayecto disponible para la caminata. Se estimó que cerca de 30 mil ciudadanos acudieron a la cita (vea video y saque la calculadora). Había muchos jóvenes, familias, grupos ambientalistas, sindicatos, políticos, artistas, religiosos, en fin, una interesante diversidad. Líderes comunitarios llegaron desde Vieques, Cantera, Utuado, Guaynabo, Aguas Buenas, Toa Baja, Aguada, Loíza, Arecibo, Ponce, Mayagüez, Peñuelas y Patillas.
Resultaban impactantes las gotas pesadas que bajaban por los rostros determinados de los asistentes, muchos sin sombrilla, que se mojaban con las primeras lluvias de mayo, quizá confiados en sus buenos augurios. La lluvia no detuvo a los ciudadanos que inundaban las calles, ni a los que aún a las dos de la tarde subían jalda arriba para llegar hasta la tarima. Algunos bailaban, otros comían, reían, hablaban y compartían ideas. Algunos decorados con cintas que decían «no al gasoducto», otros con pancartas ingeniosas. Bajo una sombrilla negra Joel Cintrón, estudiante graduado de la Universidad de Puerto Rico decía: «Pienso que si no hubiese llovido tanto hubiese venido quizás el doble de personas, pero con todo y eso me sorprende la gran cantidad de personas que hay.»
Una pancarta del alcalde Jaime Barlucea, el mismo que no permitió usar la plaza pública para celebrar el encuentro, se desplegó con un NO al gasoducto.
«Todavía no he escuchado a nadie en la calle que esté de acuerdo con este proyecto,» dijo Joel Cintrón. Y es que según demuestran múltiples encuestas y como quedó claro con la multitudinaria manifestación, la mayoría de los puertorriqueños cuestionan la viabilidad del propuesto gasoducto y la legalidad en la otorgación de contratos para la curiosamente llamada, «Vía Verde», que no cuenta con el aval del Cuerpo de Ingenieros norteamericano para construirse. Justificándolo con una «emergencia energética,» la administración del gobernador Luis Fortuño le ha dado la vuelta a los procesos ordinarios, incluyendo el de subasta y competencia justa para el proyecto.
En su turno en tarima, Alexis Massol dijo:
«En Casa Pueblo hemos venido sintiendo que un nuevo ser puertorriqueño viene por ahí marchando. Lo sentimos en los abrazos, en los mensajes, la solidaridad, en las bendiciones y en las múltiples actividades que grupos y personas realizan en todos los rincones de Puerto Rico en bien del patrimonio de nuestro país. Ese ser se manifiesta con una ética de comportamiento supremo, con un sentimiento especial de calor humano. Que lo mueve la responsabilidad genuina con sus semejantes, un ser educado contando con el conocimiento para la acción; que está apoyado en nuestra cultura e identidad, para con el orgullo de ser boricua actuar de forma coherente, amorosa, dejando atrás los egoísmos. Ese ser desprendido y comprometido a que me refiero, son ustedes, mis queridos hermanos y hermanas.
Y es que en este momento de cambio que vive Puerto Rico, que no lo dude nadie, está gloriosamente acompañado de un ser boricua libre de ataduras, que rompe la dependencia de políticos y partidos; que tiene voz propia, que actúa con criterio independiente. Entonces, podemos concluir, que todos somos parte de un cuerpo de voluntarios en la defensa de la Patria. Pues siendo así, en esta honorable Asamblea del Pueblo Puertorriqueño queda constituido el Cuerpo de Voluntarios en la Defensa de la Patria. Cada uno de ustedes se convierte en un líder, en un protagonista de este proceso de trascendencia.
¿Qué dónde está la sede de este cuerpo de voluntarios? Está en su corazón y en la acción que desarrollemos en cada pulgada de la tierra boricua, en cualquier lugar del Planeta Tierra, ya sea en Barcelona, España o en Nueva York, California, Chicago de los Estados Unidos».
Luego, los Massol dieron paso a la asamblea de pueblo que prometía legislar desde las calles, en la cual los miles de asistentes denegaron al unísono su permiso para la construcción del gasoducto. Expresó Massol que la desobediencia civil es el mecanismo que proponen como alternativa de defensa ante la negativa del gobernador de detener el propuesto gasoducto. «Me hacen feliz,» se le escuchó decir al premio Goldman por su gestión ambientalista.
Mientras afuera llovía, adentro de la Casa Pueblo, en la tiendita, Tinti Deyá y los voluntarios de la organización tenían las manos llenas, vendían camisetas, Café Madre Isla, libros sobre temas ambientales, artesanías, documentales, en fin, todo lo que allí se ofrece para recaudar fondos que echen adelante la compleja labor sin fines de lucro de Casa Pueblo.
Junto a la tarima se encontraba Gamelyn Oduardo, estudiante de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, quien comentó que era el impacto humano el que más le preocupa. Como miembro de la Clínica Legal de dicha institución él ha estado en contacto con residentes de comunidades amenazadas de expropiación. «La última vez que estuve en Adjuntas se nos acercaron personas que habían recibido cartas de expropiación. Cuando presentan cartas es para crear el efecto psicológico de que ya no hay remedio alguno y te tienes que ir. Y eso es terrorismo sicológico.»
En la calle que conducía a la tarima, se alineaban las carpas de comida y artesanías donde algunos se guarecían de las gotas frías. Entre ellos estaba Héctor Pérez, jubilado residente en Santa Paula, Guaynabo, quien expresó: «Hay otras alternativas, está el viento, está el sol, las cosas gratis que están ahí y se pueden usar. Hay que buscar la manera de que el gobierno subsidie toda esa industria de alternativas energéticas». Con él conversaba Pedro José Pérez, vecino de San Juan quién opinó que el proyecto de Vía Verde es «una locura».
Otro grupo numeroso también buscaba refugio en las salas de la Casa Pueblo y su biblioteca, admiraban con entusiasmo todos los recortes de periódico, materiales informativos y fotos históricas que cubren las paredes y dan cuenta de la lucha antiminas, el rescate del Bosque del Pueblo, los proyectos educativos, el mariposario, y la Radio Casa Pueblo, la primera estación comunitaria del país que pronto cumple sus tres años de fundada allí.
Dentro del estudio radial, el congresista por el estado de Illinois, Luis Gutiérrez ofrecía una conferencia de prensa junto a los líderes de la oposición al gasoducto Alexis Massol y Arturo Massol. Allí el congresista reiteró su apoyo a la lucha del pueblo para evitar la construcción del tubo. «Yo voy a continuar insistiendo que se sigan los procedimientos,» dijo Gutiérrez. Luego en la tarima, pronunció un breve discurso. «Si eres el gobierno de Puerto Rico y quieres construir un gasoducto de 92 millas sobre las montañas, a través de bosques, lagos y ríos y de críticos sistemas acuíferos subterráneos en Puerto Rico, si quieres darles contratos a tus amigos y evitar el debate público sobre ellos, si no quieres lidiar con héroes como nuestros buenos amigos de Casa Pueblo, enmiendas una ley diseñada para enfrentar desastres naturales para poder evadir los procesos normales públicos y de permisos. Lo que el régimen hace es declarar una «emergencia energética». Eso se llama «pasar el rolo». Y como saben los trabajadores, las comunidades, los estudiantes y los abogados, y hoy por hoy, todo el pueblo, este régimen tiene un doctorado en pasar el rolo». El congresista, al igual que Massol, exhortó a considerar la desobediencia civil como estrategia de lucha. Varios ciudadanos reaccionaron a la propuesta. Elisa Sánchez expresó que «la desobediencia civil fue la herramienta que funcionó en Vieques. Ha sido efectiva en otras partes del mundo. Mientras que Pedro José Pérez afirmó que «después de esta manifestación, si continúan, lo próximo será la desobediencia civil».
A pesar de los ahorros que promete la Autoridad de Energía Eléctrica con la construcción del gasoducto, había comerciantes diciendo presente en Adjuntas. Entre ellos Elisa Sánchez, propietaria de la Pizzería Il Carretto en Río Piedras, quien piensa que el ahorro «no es real». Además expresó: «Más que el ahorro lo que no es viable es la destrucción que van a ocasionar con la construcción [del tubo] y la destrucción del ambiente.
Un ágil grupo de voluntarios articulaba el operativo de comunicaciones allí, anclado en la emisión en vivo por Radio Casa Pueblo de lo que acontecía. Se encadenaron WPAB 550 AM y Boricua 740 AM. Vivien Matei, Amber Lee Vélez, Millie Gil, Arturo Massol y muchos otros voluntarios hacían una labor impresionante para coordinar la tarima, la conferencia de prensa y todos los pormenores mediáticos del evento. La mayoría de los medios de comunicación comerciales e independientes cubrieron el evento. Echando mano de las redes sociales, articularon una agencia in situ con videos, fotos y entrevistas que se hacían disponibles al momento.
Bajo la llovizna, y con una sonrisa, Gamelyn Oduardo expresó: «Hoy era el día para medir, como un termómetro, la temperatura de la resistencia y sabemos que está caliente.»