Todavía hay país: a pesar de los abusos
A pesar de los abusos internos y externos, provenientes de las élites extractivas del patio y las de afuera, de la metrópoli, todavía queda país para defender en Puerto Rico y, afortunadamente, comienzan a aparecer los grupos que lo defienden. El pesimismo y la impotencia van dando paso a la esperanza. Y es que cuando existe el espíritu de nación, este termina por expresarse contundentemente para defender a la patria.
Eso va ocurriendo en el Puerto Rico contemporáneo y a pesar de la campaña estadista del PNP y de algunos medios de comunicación y de la proclamación de que todo lo que decide Estados Unidos es salvífico para el país, incluso el abusivo ajuste de la deuda que, para beneficiar millonarios en Estados Unidos, empobrece y castiga a los puertorriqueños que no incurrieron directamente en la deuda de un gobierno secuestrado por el bipartidismo extractivo PPD y PNP. Incluso las supuestas “ayudas” en “fondos federales” que son más las que se prometen para llenar ojo que las que llegan al pueblo necesitado.
No es que el espíritu de lucha sea algo nuevo en Puerto Rico. Muchísimos ejemplos tenemos en nuestro honroso pasado desde las luchas contra las minas de cobre, las de carácter urbano por los rescates de terreno y las de naturaleza universitaria, así como la gran lucha por la paz y los derechos humanos en Vieques. Sólo es preciso sintonizar con la Memoria Histórica y llegan a las mentes boricuas las luchas exitosas del pasado, desde las ambientales de Casa Pueblo en Adjuntas y otros grupos, hasta las que han buscado seguridad alimentaria para el País, y los esfuerzos múltiples por lograr la igualdad y el respeto a los derechos humanos de todas las personas en Puerto Rico. Nótese que ni hablo para nada del asunto del estatus político. Hace tiempo ya que eso no es tema serio en Puerto Rico. Se ha convertido en un verdadero relajo, o en un ridículo risible, como el tema y demeanor de los “cabilderos por la estadidad”, y en un señuelo de votos incautos, vacío de contenido real, de todos los partidos.
Admiramos lo que ahora observamos sólo porque hubo un tiempo de pasividad e impotencia, atizado también por desastres naturales como el huracán María, los terremotos y la pandemia. No ha sido poca cosa lo que como sociedad hemos pasado, especialmente por razón del colonialismo exacerbado de Estados Unidos para cobrar las deudas, y la crisis palmaria de nuestras instituciones políticas, incluso las electorales, cosa que no se hubiera creído hace unos años.
Diversos frentes de lucha frente a los que “hacen el teatro de que gobiernan aquí” y los que realmente mandan desde la metrópoli
Los frentes de lucha son bien variados y se expresan con diversas demandas del Pueblo perjudicado: (1) las luchas por el derecho a disfrutar las playas, que son públicas, pero las quieren privatizar en la práctica para el disfrute del turismo de ghetto que impera en Puerto Rico, o el de los ricos de aquí y el control real por los blancos ricos estadounidenses; (2) el frente de la lucha energética frente a los desastres de LUMA, (3) el frente de la lucha por salarios justos, que no sean de hambre, para maestros, policías, bomberos y empleados públicos en general; (4) el frente de lucha contra los corruptos del patio y por verdadera transparencia en lo que hacen los gobiernos; (5) el frente por un retiro digno o una jubilación económicamente protegida para todos los puertorriqueños, pero principalmente para los empleados públicos; y (6) el creciente frente de lucha contra la inseguridad pública frente a un gobierno que poco para detener el crecimiento desenfrenado de la criminalidad en Puerto Rico.
Todas esas áreas son importantes, algunas más que otras, pero todas se predican en con el mismo principio y ánimo: Puerto Rico es nuestro y no nos lo dejaremos quitar y Puerto Rico cree en el respeto a los derechos humanos de todos y el que no lo siga, sea partido o sea gobierno, o sea una iglesia conservadora, será rechazado por el Pueblo.
Hay algunas luchas que están por llegar; pongo dos ejemplos importantes: la lucha de los profesores universitarios contra los clanes que monopolizan toda suerte de privilegios y humillan a los profesores comunes con ausencia de aumentos salariales por largos y años y en ocasiones con ascensos llena ojo y sin aumento de sueldo, o con todo tipo de persecuciones. No olvidemos que, desde hace ya años, la autonomía universitaria es en Puerto Rico un mito irrespetado a la luz pública, con la consecuencia de que quienes mandan realmente en las universidades, sean públicas o privadas, y con muy pocas y honrosas excepciones, son las mismas élites extractivas partidistas o religioso-partidistas del PNP o del PPD, que monopolizan todos los sueldos altos y los privilegios y pisotean los derechos del profesor común. Sólo la inercia, inactividad o cobardía, según sea el caso, de los profesores comunes, ha hecho que esa situación se haya prolongado demasiado. Pero en algún momento, los universitarios se habrán de levantar contra los órdenes monárquicos que imperan en muchas de las universidades y contra los nefastos clanes del amiguismo, del partidismo o del familismo (alias el nepotismo). Esa lucha vendrá, pero parece ser que no ha madurado todavía.
La otra lucha que está por manifestarse más públicamente mediante protestas es la del Pueblo en general por el alza terrible en los costos de los productos de consumo. Quizá en Puerto Rico sea una lucha que recién comienza porque los precios, excepto por la luz eléctrica y la gasolina, no se han percibido como demasiado elevados todavía, o si hay la queja es menos pública que las mencionadas arriba. No obstante, ahora mismo tanto los precios de las viviendas como su escasez en cuanto a disponibilidad fuerzan a buena parte de la población joven a irse de Puerto Rico.
La lucha por el acceso libre a las playas y contra su privatización efectiva es de gran importancia
Todas las luchas mencionadas son legítimas y de gran importancia. Aunque las luchas por salarios pudieran verse como intereses de grupos particulares, en Puerto Rico representan la lucha del Pueblo mismo por justicias salariales y por condiciones laborales injustas largamente pospuestas o desatendidas por los gobiernos o las empresas privadas.
En este artículo deseamos poner de mayor relieve la lucha por las playas por varias razones: (1) Es parte de las luchas ambientalistas, algo que con el cambio climático se vuelve cada vez más importante internacionalmente. Sobre todo porque afecta la vida del Planeta y de la raza humana en ella. (2) Esto es así también porque no sólo se lucha por el disfrute de las playas para el Pueblo en general, sino que estas luchas incluyen la preocupación con la erosión de los suelos en nuestras costas, la defensa de nuestra diversidad biológica mediante la ayuda a los tinglares y manatíes que se reproducen en las costas y (3) por el reclamo de playas más limpias y libres de bacterias peligrosas para la salud del Pueblo.
Por supuesto, la lucha más evidente es la del acceso a las playas por parte del Pueblo. El reclamo de que las “playas son nuestras y no las vamos a entregar” es particularmente importante porque el Pueblo no se va a dejar arrebatar las playas como en otro tiempo se dejó arrebatar el Yunque por intereses científicos o militares de la metrópoli o algunos monumentos historicos de nuestra historia nacional en la época española, como el Morro, por la conveniencia de unos fondos federales de mantenimiento. El letrero de El Morro como que es un “US national monument” es uno de los embustes más notables de la presencia estadounidense en Puerto Rico.
En el caso de la lucha por el acceso a las playas, no se trata de un monumento de una historia ya lejana, ni de un monte de utilidad científica en tiempos en los cuales no había muchos científicos bien preparados en Puerto Rico. Se trata nada menos que de la principal diversión del pueblo común. Es falso de toda falsedad que el deporte nacional de los puertorriqueños sea la política. No tenemos tan mal gusto los boricuas como nos quieren hacer suponer los miembros de las élites extractivas de las clases políticas. El deporte principal de los puertorriqueños es ir a la playa porque hasta el más pobre y sencillo boricua puede disfrutarlas ampliamente. Y también por ello la popularidad de los llamados “chinchorros de playa”. Si no lo cree, observe usted en un día de elecciones y pregúntese dónde hay más gente en las playas del país o en los colegios electorales. Sobre todo en estos tiempos en que la política ha venido tan a menos, en que los políticos son símbolos de corrupción y pillería, las playas son mucho más importantes para el ciudadano promedio que los entresijos de una vida política que ha anulado su potencial democrático.
De hecho, es también importante que con la defensa de las playas se defiende también la creencia en la igualdad democrática. Es uno de los pocos lugares donde suele igualarse la humanidad de todos.
Ya en la lucha escenificada en Rincón respecto de las pretensiones de los dueños del Condominio Mar y Sol, se produjo una victoria judicial para el pueblo. Esto estimula más este tipo de lucha, aunque la misma no depende de gobierno alguno sino que se da espontánea para defender los derechos del Pueblo mismo. Ya sea en Rincón, en San Juan en Ocean Park, o en el municipio de Dorado, el Pueblo se ha enfrentado con éxito a los intereses privados que buscan privatizar las playas. Sabemos que Dorado es un municipio de alcalde PPD y que en San Juan hay un alcalde PNP. Esta situación es una muestra palmaria y evidente de cómo las élites de ambos partidos son extractivas, de cómo los gobiernos de uno u otro partido movilizan la policía contra el Pueblo y en defensa de lo que llaman “propiedad privada”, es decir, en contra de las masas del Pueblo y a favor de las elites extractivas que tienen propiedades a donde supuestamente el pueblo NO se debe ni acercar. En pocas ocasiones el pueblo mismo tiene la oportunidad de palpar con evidencia incuestionable quién está de parte de sus intereses y quién repudia éstos para defender los intereses de las clases económicamente pudientes y de los intereses privados extranjeros.
Hemos visto las diversas razones porque la lucha por el acceso libre del pueblo a las playas es importante. Sabemos además que muchos de los que han luchado por estos principios se han arriesgado a recibir hasta castigo corporal por parte de la policía. Es decir es una lucha que requiere gran valentía, enfrentarse a la represión policial y de los políticos que, cuando no es tiempo electoral se les cae la careta falsa de que están de parte del pueblo. Son las mismas elites extractivas de siempre, sean PPD o PNP, el bipartidismo al desnudo, o lo que se ha llamado la kakistocracia: el gobierno de los peores.
Nuestra solidaridad va no sólo con la lucha por las playas, va también, debe ir también, con todas las iniciativas que defienden el ambiente natural, nuestra diversidad biológica y la vida normal de los animales que usan nuestras playas y zonas aledañas para su reproducción. No es menos importante este reclamo de los que defienden nuestro ambiente natural y la limpieza en nuestras playas: reconocer los derechos de los animales que “no es un acto de compasión, sino la protección de un derecho natural”.