Un Cruce de ideas
Entre cruces se conoce. Hilando y enlazando nos relacionamos con espacios, con historias, con gente. Entre búsqueda y encuentro se desvela el anonimato. De llamada telefónica a Googleo indiscriminado, conocí a Thelma Jiménez, quien forma parte del colectivo de autores de la nueva revista cultural Cruce de la Universidad Metropolitana (UMET).
Para Thelma y sus colegas, Cruce es un colectivo que responde a las necesidades de una población, que aunque no es necesariamente endémica al ámbito cultural, tiene la inquietud de sumergirse en las ramificaciones de lo que es la producción cultural.
El proceso de pensar y crear Cruce fue uno casi orgánico para el grupo formado por Iván Chaar-López, Sonia Cabanillas, Julieta Muñoz Alvarado, Giannina Delgado Caro, Beatriz E. Ramírez Betances, Eloisa Gordon, Martín Cruz Santos, Alfredo Nieves Moreno, Vilmania Mambrú, Yvonne Guadalupe y Hugo Viera. Ponderando esa necesidad de diversificar los medios de producción de contenidos culturales, optaron por moldear un proyecto multimedia que no sólo respondiese a su propia estética, identidad y aspecto creativo, sino que se uniese a pluralidad de voces en los medios alternativos que ya están en circulación.
Cruce le ha dado espacio también a otros modos de expresión cultural que componen su plataforma multimedia: la fotografía y el documental.
Conscientes del alcance que deseaban para Cruce, apuntan que sus publicaciones –la digital y la impresa- no se circunscriben a un sólo grupo. A pesar de que su sede física radica en las paredes de la UMET, el proyecto no pretende restringirse al andamiaje académico de la institución. “El trabajo del intelectual no necesariamente está en la Universidad; está en todas partes. Pensar es un ejercicio que todo el mundo debería llevar a cabo”, subrayó Thelma, quien también profesora en la UMET.
“Uno tiene que estar donde más hace falta”
El gestar espacios para la producción de textos culturales es uno de retos que Thelma y Cruce pretenden enfrentar. Dentro del ámbito de la gestión cultural, si bien no se quiere admitir, hay una comunidad ignorada.
Thelma cuenta que su experiencia como docente ha abonado a su acercamiento a la producción de Cruce. En una ocasión, llevó a su clase al Museo de Arte Contemporáneo. Al salir, una de sus estudiantes le preguntó que si ella podría volver al museo con su familia. Para esa estudiante, el museo, lejos de ser asequible a todo público, había generado un imaginario de un espacio sólo accesible a aquellos que pudieran consumir alta cultura. El museo se había tornado en lo que Thelma describe como uno de los centros impenetrables de la cultura. Es por ello que Cruce incita no sólo a profesores y académicos, sino a estudiantes y ciudadanos a someter trabajos al colectivo, generando un ambiente de inclusión y diversidad de perspectivas. “En eso se basa Cruce. Hicimos las paces con una idea muy básica: uno tiene que estar donde más hace falta”, concluyó.
Un Cruce de ideas
A pesar de haber lanzado en su plataforma digital apenas hace un mes atrás, la recepción de Cruce ha sido positiva. La publicación ha cedido importancia al comentario del lector, estableciendo cimientos democráticos y de debate –en el buen sentido de la palabra- entre el consumidor y los textos.
Thelma destaca el texto del arquitecto Miguel Rodríguez-Casellas, “F**k art”, el cual ha recibido binariamente buena retroalimentación así como comentarios críticos. “Como editores tenemos el compromiso de darle espacio al lector a explicar el porqué de su desacuerdo. Cuando recibimos esos comentarios nerviosillos es un buen indicativo de democracia…yo digo, dale ¡comenta!”
El portal digital de Cruce está en producción desde hace un mes. El lanzamiento de la versión impresa de Cruce, “Intervalos generacionales: de 30 en treinta”, tendrá lugar el 6 de octubre.
Cruce está comenzando a ocupar su espacio dentro del quehacer cultural, brindándole al espectador un espacio y tiempo para la reflexión ponderada de lo que en realidad le interesa ver y leer.