Una locura recurrente
Bajaron las luces y ante un público de noventa a cien personas, no recuerda exactamente, apareció por primera vez Carlos Umpierre. Era febrero de 1978 en el Café Teatro La Tea de la calle Sol en el Viejo San Juan. Era la primera vez que Teófilo Torres presentaba el monólogo A mis amigos de la locura. De hecho, era la primera vez que presentaba un monólogo, ever. Eso fue hace 33 años.
Teófilo ha aparecido en películas, cortos y obras de teatro de todo tipo durante su ya larga carrera como actor. Fue por más de una década profesor del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico y ahora dicta cursos privados en el Gimnasio de las Emociones. Y desde el fin de semana pasado presenta A mis amigos de la locura en la sala experimental del Centro de Bellas Artes en Santurce. Teófilo ha presentado este trabajo en teatros, congresos profesionales, cárceles, en Puerto Rico y Estados Unidos, en República Dominicana y Cuba. Parece que no puede evitar regresar a él. “Si dependiera de mi únicamente este monólogo yo lo dejaría descansar quizás por un buen tiempo o para siempre”, explica sobre el trabajo que requiere mucha energía física y que, según explica, provoca una mezcla de sensaciones intensamente negativas.
Pero la locura es recurrente, no deja de aparecer en un país que a pesar de haber cambiado desde 1978 para acá arrastra con muchos de los mismos problemas, incluyendo la ineficiencia institucional y personal de lidiar con los problemas de salud mental. “El tema del pastilleo es bien relevante en estos tiempos”, dice sobre la crítica de la obra al uso exagerado de pastillas para tratar condiciones mentales, “hasta a los niños los están medicando en exceso. El personaje protesta por esa comercialización de la enfermedad mental, eso no pierde vigencia”.
La pieza, escrita por Ernesto Ruiz Ortiz, llegó a las manos del actor vía una librería de Río Piedras. Se iba para Nueva York y fue a buscar material de lectura para el viaje. “Encontré ese libro allí, era bien finito, y tenía ese título: A mis amigos de la locura, lo compro y me lo llevo y rápidamente me comuniqué con el autor y le dije que quería hacer un monólogo”. Ahora vuelve a escena producido por Florentino Rodríguez.
“En los 80 y 90 era más acrobático”, dice sobre las peripecias que practicaba en escena, “ahora es más tranquilo, girando en un eje sobre un mismo sitio”.
En estos días antes de la función el actor aprecia más el silencio. Pasa mucho tiempo en su mundo, sea en la tierra de su finca en Cupey o en una clase de yoga. Repasa sus líneas. A veces se pone el vestuario del personaje y sale a la calle a ver cómo reacciona la gente. En este caso sale vestido de Carlos Umpierre. Y Carlos Umpierre es un País.
(EN LA SALA DE BELLAS ARTES, SANTURCE, ENTRE EL 20 Y 29 DE MAYO)