Varias lecciones a propósito del huracán Irma
No me refiero a la compilación o registro de su ocurrencia meramente. Los trabajos de nuestro colega geógrafo chileno, César Caviedes (profesor emeritus de la Universidad de Gainesville en Florida), quien estuvo de conferenciante invitado en nuestro Departamento de Geografía a finales de los noventa, fueron claves y debieron haber creado escuela. Caviedes, desde una concepción muy multilateral de su visión de la geografía histórica de los huracanes, comprendió que no meramente son un fenómeno natural, sino que, desde el estudio de posibles ciclos históricos, se puede también aportar significativamente acerca del comportamiento de estos inciertos disturbios. Lamentablemente su continuidad no se logró. Parecería que esa vertiente de investigación científica en torno a los efectos de los ciclones tropicales luce estancada lamentablemente.
De regreso al escrito de National Geographic, el autor de la misma, Willie Drye, me parece que deja evidenciado que el ciclón devastador que impactó mortíferamente la Florida en 1935, con vientos de hasta 200 mph, nos brinda la oportunidad de constatar que obviamente existe un problema sobre el manejo de información fáctica y mucho desconocimiento histórico, lo cual puede afectar nuestro entendido presente sobre estos disturbios tan típicos de nuestra realidad regional.
Este problema se puede manifestar también hasta en la manipulación no necesariamente intencionada de datos objetivos que puedan ser invisibilizados creando percepciones distorsionadas. Por ejemplo, el colega Carlos Guilbe hace años compartió con compañeros y estudiantes el interesante libro How to Lie with Maps de Mark Monmonier, para significar lo necesario que resulta tener cierto entrenamiento en cartografía para conocer sobre las distorsiones que tienen todos los mapas. Y así es, todos los mapas están distorsionados y sólo con cierto entrenamiento se puede hacer uso verdaderamente fiable de ellos, especialmente para manejar rumbos o direcciones de fenómenos en movimiento.
En mi opinión ya pudimos observar, además, en estos días, que algunas cosas no andan bien tampoco con la imprecisión (¡confundir millas náuticas con millas estatutarias puede hacer una diferencia de vida o muerte!) y –por tanto– pobre manejo de otros detalles técnicos acerca del paso de Irma por las Antillas o de cualquiera de estos disturbios. Esto a pesar del gigantesco progreso científico-técnico (subrayo lo técnico) que hemos tenido en el tema en los últimos 30 años con la percepción remota, teledetección, sistemas de información geográficos, sistemas de posicionamiento global y hasta con la cada vez más precisa y sofisticada obtención de datos en tiempo real sobre las variables esenciales de los ciclones tropicales. Irónico quizás sea que le llamemos caprichosamente a este momento histórico «sociedad del conocimiento». Parecería en ocasiones, a pesar de las enormes posibilidades que tenemos hoy, que estamos en una sociedad que -con peligrosa frecuencia- tiende más bien a privilegiar el desconocimiento.