1930: el pensamiento comunista-estadounidense sobre Puerto Rico (Parte 3)

Vito Marcantonio, segundo de izquierda a derecha, ayuda a registrar puertorriqueños en las elecciones de Nueva York (circa 1940). Foto Archivo Centro de Estudios Puertorriqueños, Hunter College.
Como muchos otros marxistas-leninistas de la época, D.R.D., autor de “A ‘Model’ Colony of Yankee Imperialism”, examinó los prospectos de la revolución burguesa en Puerto Rico. Observó que la burguesía nativa era pequeña y débil, por lo que la viabilidad de la misma era tremendamente limitada. La revolución burguesa enfrentaba muchos obstáculos, especialmente la realización de la independencia.
Para el autor, las plantaciones, retoños del capital financiero estadounidense, junto con el gobierno de los Estados Unidos, tenían poder absoluto sobre Puerto Rico, tanto en términos políticos como económicos. En esas condiciones, conseguir la independencia de Puerto Rico era tremendamente difícil, si no imposible. Además, la burguesía nativa, constituida por comerciantes atados al comercio imperial, no apoyarían la independencia. Fueron más bien los pequeños burgueses los que para el autor nutrieron el nacionalismo. La falta de una burguesía industrial nativa y el poco apoyo de los grandes terratenientes locales dificultaba la revolución burguesa y con ella la independencia. Sin embargo, para D.R.D. era posible, que, bajo ciertas circunstancias, Estados Unidos cediera parte de su poder político sobre la Isla y sus habitantes, otorgándole la independencia política. Según él, el gobierno de Estados Unidos podía hacerlo porque el poder económico de capital estadounidense sobre la isla garantizaba el control sobre la misma, aun como un país independiente. D.R.D. se basó en los planteamientos de Lenin con respecto a la cuestión nacional, un asunto muy discutido en los círculos marxistas y comunistas en las primeras décadas del siglo 20. Pero, para el autor comunista, esa independencia política no tenía sentido sin la destrucción del poder económico estadounidense en la Isla. Para él, la independencia debía ser tanto política como económica: “In view of all these circumstances, the problem of national independence in the Caribbean can hardly be treated in the same way as in other big colonial countries. Without the destruction of the economic positions of American imperialism in the Caribbean countries, national independence and self-determination becomes a meaningless phrase as far as they are concerned.” Desde la perspectiva marxista-leninista, la independencia demandaba la confiscación y socialización de la propiedad privada, la del capital en Puerto Rico y en el Caribe. Se trataba de una exhortación al establecimiento del socialismo y el comunismo soviético en Puerto Rico y el Caribe.
D.R.D. apoyó la lucha independentista puertorriqueña y reconoció el rol de los burgueses en la realización de la independencia. Sin embargo, se distanció de estos, supeditando la independencia a la lucha de clases, lo que requería, no ignorar o negar las diferencias de clase en la colonia, sino más bien reconocerlas y enfrentarlas. En Puerto Rico, los nacionalistas promovían alianzas con algunos sectores de la burguesía, lo que criticaba D.R.D. Para este último, los trabajadores y los campesinos, aparte de luchar contra los capitalistas estadounidenses, también tenían que combatir contra los grandes terratenientes nativos, así como contra los burgueses locales: “To deny the existence of a native landowning class and a native bourgeoisie who are the allies of imperialism in these countries, means to give up Leninism and to take up the standpoint of the bourgeois nationalist. The working class and the peasantry must direct their fight against these native exploiters.”
Para D.R.D., en Puerto Rico como en otras colonias agrarias, la lucha de los trabajadores era simultáneamente una lucha antiimperialista y agraria:
But, to an extent unheard of in other colonial countries, the class struggle of the working class here coincides with the anti-imperialist struggle. A strike in a power house is a strike against the American capitalist, a strike on the railway is a strike against the foreign imperialist, a strike of agricultural laborers on the plantation is a strike against the Yankee bosses. And moreover, as we have seen, even the agrarian problem in part coincides with the anti-imperialist struggle. The fight of the peasantry for land is directed to a large extent against imperialist landlords personified in the plantation companies.
Harry Robinson, que escribió “The Struggle for Puerto Rican Independence”, también apoyó la independencia de Puerto Rico, enfocándose en las políticas institucionales, como la legislación y las elecciones. Ofreció un análisis crítico del Proyecto Tydings. Para Robinson, la oferta de independencia para Puerto Rico mediante ese proyecto legislativo, peculiar y repentina, fue una respuesta al hecho de que los puertorriqueños mismos “tomaban el camino a la verdadera independencia”. Como explicó el propio Robinson:
There are various factors which indicate the reasons for this change of front, but they all revolve around one central point. The ‘»Tydings independence» was offered because the people of Puerto Rico were taking the road to real independence. The growing mass struggles for independence, the developing unity of the people, are putting the Yankee rule on the spot, in the island, as well as before the other countries of South and Caribbean America with which Roosevelt is arranging a Pan-American Peace Conference. Hence, the Tydings Bill and its provisions.
Según Robinson, Estados Unidos, aparte de querer contener el movimiento independentista, intentaba proteger su imagen ante el resto de los países de América Latina y el Caribe de cara a la Conferencia Panamericana. Este planteó que Estados Unidos se protegía asimismo de Inglaterra y Japón, competidores imperialistas, que aprovecharían cualquier debilidad estadounidense para avanzar en el Caribe y América Latina. Él, como otros marxistas-leninistas, no perdía de vista la rivalidad inter-imperialista.
Para el autor comunista, la independencia propuesta por el Proyecto Tydings, avalado por la administración Roosevelt, era una “soberanía castrada” que proponía más bien el establecimiento de un “Commonwealth” o protectorado. En efecto, el proyecto garantizaba, ante una eventual independencia, la supervisión imperialista estadounidense, esto mediante una serie de cláusulas que le garantizaban a la metrópolis control sobre las relaciones internacionales, la deuda pública, el comercio y los derechos de propiedad. Y todo sería supervisado por un comisionado estadounidense. El proyecto también le sancionaba a los Estados Unidos apropiarse de los bienes públicos, mantener bases militares en el territorio, y hasta convocar las fuerzas armadas organizadas por el nuevo gobierno de Puerto Rico.
El Proyecto Tydings proponía, además, que un par de años después de inaugurado el Commonwealth, Estados Unidos les impondría tarifas a los bienes importados de Puerto Rico, un 25% de la tarifa usual. A los tres años la aumentaría en un 50% y en el cuarto a un 75% de la tarifa usual. Para Robinson, la propuesta de instituir esas tarifas era una estrategia para minar el apoyo a la independencia entre los puertorriqueños, que ante esas tarifas era muy probable que no votaran a favor de la independencia en el plebiscito propuesto por el Proyecto Tydings. Para Robinson, la “cortés” propuesta de independencia de la administración Roosevelt escondía el “puño imperialista”, el golpe económico que implicaría la imposición de tarifas a los bienes puertorriqueños. Según él, las tarifas no afectarían enormemente a las grandes plantaciones azucareras, aunque sí a los pequeños agricultores y los colonos. Por otro lado, la potencial implementación de esas tarifas tendría el efecto de movilizar a los terratenientes y burgueses nativos a reprimir el movimiento nacionalista y hacer campaña en contra de la independencia. Estos convertirían la independencia en sinónimo de ruina económica y una gran pobreza, el punto de vista de muchos todavía hoy, aun sin las amenazas de tarifas. (Para más sobre el Proyecto Tydings y las tarifas véase “Notas sobre la lectura de un libro de Néstor R. Duprey Salgado” de Mario R. Cancel).
Además, la prensa estadounidense utilizaba las condiciones de pobreza y precariedad de la mayoría de los puertorriqueños como una excusa para no apoyar la independencia. Desde esa perspectiva, la independencia terminaría por empeorar esa situación, por lo que Puerto Rico necesitaba del tutelaje estadounidense. Para Robinson, esa perspectiva distorsionaba la realidad; se negaba a reconocer que esas condiciones fueron creadas por el gobierno y capital estadounidenses: “But, strangest of all, this imperialist-caused starvation and misery are used as an excuse against independence”. Y añadió: “For it was Yankee imperialism, not internal conditions, which stifled all independent Puerto Rican development in order to convert it into an agrarian [raw material] appendage of foreign finance capital».
Para Robinson, aun si los puertorriqueños votaban a favor de la independencia, tanto el gobierno estadounidense como el capital mantendrían su poder sobre la colonia, lo que había advertido D.R.D. Además, el proyecto solo le concedería una pizca de poder político a los puertorriqueños, una autonomía restringida. Para él: “Imperialism would lose none of its economic positions, but would only strengthen them. Puerto Rico would remain a pawn in the war plans of imperialism as the site of some of the most important Caribbean naval bases. Independent development would not be furthered but only hindered. This, likewise, is no solution to the burning problems.”
Según Robinson, lo que los puertorriqueños necesitaban era una completa e inmediata independencia, sin ninguna de las condiciones propuestas por el Proyecto Tydings. Eso era precisamente lo que proponía el Proyecto Marcantonio de 1936, la primera propuesta de independencia para Puerto Rico del congresista. Este solicitaba una “independencia genuina” y una declaración de responsabilidad por parte de los Estados Unidos, esto por la desastrosa situación económica de la isla y la pobreza que imperaba allí. Robinson, reconocía, citando al propio Marcantonio, que Estados Unidos no le otorgaría la independencia a Puerto Rico en bandeja de plata. Eso solo podían lograrlo los puertorriqueños mismos, mediante la “revolución nacional.” Para él, los eventos que acaecían así lo demostraban. Para Robinson, el frente unido entre nacionalistas y comunistas en el contexto del creciente aislamiento de los líderes pro-imperialistas en la isla, la rabia popular y las divisiones entre los reformistas locales, eran los factores que explicaban el repentino e imprevisto Proyecto Tydings. Para el autor, el frente unido a favor de la independencia crecía y se fortalecía a pesar de los esfuerzos de los unionistas y los socialistas en contra de la independencia y de las vacilaciones de los liberales. Para él, los partidos más importantes, desde el punto de vista del frente unido, eran el Partido Nacionalista y el Partido Comunista. Robinson los invitaba a trabajar con todas las fuerzas antiimperialistas, tanto a nivel local como internacional. También invitó a los estadounidenses, particularmente a los comunistas, a apoyar la independencia de Puerto Rico. Proponía entonces un frente popular, esto acorde con las políticas de la Internacional Comunista.
Al igual que D.R.D., Robinson tampoco consideraba la independencia política suficiente. La independencia económica era también necesaria:
For it is clear to the Communists that full national liberation will not be achieved by the mere setting up of an independent republic. Complete national liberation means the smashing of the Wall Street economic positions, of the strangulating grip of finance capital which shapes Puerto Rico to its own robber designs – monocultural sugar industry, market monopoly, etc. Complete national liberation means the opportunity to develop native industry and a home market, which, in turn, depends on the completion of the agrarian revolution.
Esto significaba para Robinson la materialización de una revolución comunista, de corte soviética, que implantara en la isla una “dictadura democrática del proletariado y el campesinado”:
But in Puerto Rico, entirely dominated by imperialism, whose weak national bourgeoisie is linked to, or dependent upon, imperialism, these basic questions of liberation will be answered only by Soviet power–the democratic dictatorship of the proletariat and peasantry. It is precisely the development of the revolution through the stage of the united national front which will create the conditions for the stage of Soviet power.
Si Robinson rechazaba e invitaba a luchar contra la “paz panamericana” de la administración Roosevelt, la que consideró imperialista, James W. Ford la justificó. Ford proponía la extensión del Nuevo Trato a Puerto Rico y la defensa del Good Neighbor Policy, visión compartida por el candidato presidencial del PCEU, Earl Browder. En gran medida, este cambio en el PCEU se debió al impacto del Frente Popular en la política estadounidense, y en el partido mismo. Charles Post escribió sobre esta relación en The New Deal and the Popular Front y The Popular Front: Rethinking CPUSA History. Esa postura respondía además a la política de la Internacional Comunista con respecto a los frentes populares en la lucha contra el avance del fascismo o totalitarismo.
Para Ford, era necesario velar primero por el bienestar de los puertorriqueños. Desde su perspectiva, la extensión del Nuevo Trato a la isla aminoraría la pobreza y salvaguardaría esa política en Estados Unidos. Lo redimiría porque Puerto Rico ocupaba una posición estratégica de varias formas. Puerto Rico habitaba un lugar geopolíticamente importante para Estados Unidos. La isla también era estratégicamente importante en términos políticos, pues era el laboratorio del Good Neighbor Policy. Si ese proyecto no funcionaba en Puerto Rico entonces se le haría muy difícil al gobierno de Estados Unidos concretar la unidad hemisférica, necesaria según él en la lucha contra el fascismo. Para Ford, extender el Nuevo Trato a Puerto Rico también ayudaría en la lucha contra de los trotskistas. Puerto Rico también era un laboratorio de las políticas del Nuevo Trato en contra de los monopolios. Por esas razones Ford exhortaba a los estadounidenses a extender el Nuevo Trato a los puertorriqueños. Contrario a D.R.D. y Robinson, Ford avaló el uso de Puerto Rico como modelo y vitrina del progreso, el que según él podía garantizar la camaradería de un nuevo trato que ofrecía el buen vecino estadounidense en el vecindario de Las Américas. El PCEU se movía a la centroizquierda.
Como los otros comunistas discutidos, Ford también describió las condiciones económicas precarias de la Isla, una descripción seguida de una lista de protestas y manifestaciones de los trabajadores alrededor de la isla. Se refirió inclusive a la realización de un congreso nacional de desempleados y un congreso económico en Puerto Rico. Las condiciones de pobreza y precariedad, así como los reclamos de los trabajadores justificaban para Ford la extensión del Nuevo Trato a Puerto Rico. Para él, un “nuevo trato” a los puertorriqueños debía brindarles ayuda económica a los mismos y estimular la agricultura y la industria. Debía además extender a Puerto Rico legislaciones específicas en lo referente al seguro social, programas de salud y mejoras a la educación, incluyendo instaurar la enseñanza en español. Ford también propuso que se extendieran a Puerto Rico las leyes vigentes en Estados Unidos en materia de salarios y jornadas de trabajo.
Ford también apoyó la independencia de Puerto Rico. Pero, no por eso rechazó el Nuevo Trato. Para él, ese proyecto era un paso importante en el camino a la autodeterminación de los puertorriqueños. Se trataba de mejorar las condiciones materiales de los puertorriqueños para entonces reclamar la independencia, una postura que adoptarían más tarde Luis Muñoz Marín y el Partido Popular Democrático (PPD). Ford consideró un error contraponer el Nuevo Trato y el Good Neighbor Policy a la independencia, una contraposición apoyada según él, por los fascistas y los trotskistas. En Puerto Rico, los nacionalistas fueron muchas veces acusados de fascistas. A los Cadetes de la República también se les acusó de trotskistas. Para Ford: “Unity for the New Deal today is the road towards self-determination tomorrow”. Para él, la política del buen vecino era más bien un signo de fraternidad, cooperación, simpatía y democracia. En sus palabras a favor de esa política:
The Good Neighbor policy is thus the new stage of the struggle to extend and preserve democracy in this hemisphere. Only by the application of a real Good Neighbor policy can the United States ensure the fraternal cooperation of the Puerto Rican people as allies to resist fascist penetration and aggression in our hemisphere. The national interests of the United States demand that the government and the people adopt a positive and helpful attitude towards the legitimate demands of the Puerto Rican people, a policy of friendship, understanding, sympathy and fraternity.
Para Ford, la independencia estaba supeditada al bienestar material de los puertorriqueños, así como a la lucha contra los reaccionarios y fascistas. Desde su perspectiva, era el deber de los comunistas salvaguardar el Nuevo Trato y Good Neighbor Policy. Según Charles Post, el PCEU les pediría a sus camaradas puertorriqueños que abandonaran las actividades conjuntas con el Partido Nacionalista. Según él, citando a Margaret Power, los comunistas terminarían, eventualmente, por apoyar al PPD, que defendió y lograría un commonwealth, la soberanía apocada que tanto criticaron Robinson y Marcantonio.