A punto de «Broche de oro»
Para el director, editor y guionista Raúl Marchand Sánchez, su más reciente filme, Broche de oro, es el fruto de esas relaciones especiales que todos tenemos en la vida: las que se construyen de a poco, sobreviven mil tropiezos y se sostienen a fuerza de conspiraciones divertidas.
Marchand Sánchez ha dicho que el guión empezó como una carta de amor a sus abuelos, quienes alimentaban su creatividad con cómics, cine y paseos. Pero el producto final, que estrena en los cines del país el 13 de septiembre, es también resultado de años de colaboración con quienes han llegado a ser su equipo más cercano y casi familia. Entre ellos cuenta al director de fotografía Sonnel Velázquez (temprano en el proceso decidió que no haría el filme si no era con Sonnel); el compositor Gerónimo Mercado, a quien conoce hace más de 10 años; y la productora Frances Lausell, con quien ha colaborado recurrentemente en producciones como Manuela y Manuel, Miente, América y Chiquito pero juguetón.
Marchand habla con 80grados sobre esas relaciones vitales y el papel que les adjudica tanto en su carrera como en el desarrollo del filme.
Quien ha visto tu filme 12 horas, encontrará muy distinto a Broche de Oro. ¿Por qué?
Hace siete años decidí escribir un guión inspirado en mis abuelos, que ellos pudieran disfrutar en el cine. 12 horas no es un filme familiar: tiene temas fuertes para esa generación. Broche de oro sale de un lugar especial, porque quise que fuera algo que ellos pudieran ver con sus nietos.
En Broche, tres amigos se escapan de un hogar de ancianos para vivir una aventura con el nieto de uno de ellos. Su viaje los lleva a una competencia de surfing en Piñones. Juntos pasan un día lleno de risas y amor que cambia la vida de todos y hace posible el reencuentro de tres generaciones. Es una celebración de la vida y esas relaciones que te forman.
Has destacado la intervención de otros profesionales para lograr Broche de oro. ¿Cómo se concretizó la producción?
A Frances, Sonnel y Gerónimo los conozco hace años. En el 2010 Frances y yo decidimos que Broche sería nuestra próxima película juntos. Tomó mucho tiempo. Conseguir el financiamiento fue cuesta arriba. Pero ambos nos comprometimos con que fuera un producto cien por ciento puertorriqueño — desde el elenco hasta el equipo técnico. Decidimos apostar a una historia de emociones universales pero con detalles de aquí. Con lenguaje y paisajes puertorriqueños. La historia puede ocurrir en cualquier lugar, y quisimos que ocurriera aquí.
¿Es esto un riesgo, cuando muchos productores buscan vender en mercados internacionales?
Es un riesgo por muchas razones. Primero, producir cualquier película es una gran inversión de tiempo y dinero. Segundo, hacer cine exitoso aquí es difícil, porque estamos acostumbrados a películas de Hollywood (no necesariamente a mejor calidad, sino a cómo se hacen). Tercero, hay un mito de que tienen que ser genéricas para que vendan en México, España, Argentina… Pero realmente lo que atrae en cualquier mercado es que la historia sea auténtica.
¿Cuál fue su apuesta?
Apostamos a la historia. La historia es lo primero. Sabiendo las limitaciones de la industria en Puerto Rico, y conscientes de lo que el mercado puede ofrecer, nos lanzamos a crear una comedia con una historia genuina, con personajes que te enganchan, y un mensaje optimista.
¿Cómo se hace eso?
De nuevo, la historia es la clave. Y esas relaciones de equipo. Primero, escribir con un plan de ataque, contando con lo que había disponible. Hicimos como ocho versiones del guión para ajustarlo a los recursos a la mano… Luego, mucha preproducción. Frances y yo empezamos a identificar qué funcionaba a la vez que desarrollábamos el guión. Buscamos lugares y recursos para que cada centavo invertido estuviera en lo que se ve en pantalla, no en gastos superfluos.
Tercero, los actores. Aquí también nos arriesgamos, porque muchos son personas en la llamada ‘tercera edad’.. La industria de cine está mercadeada y diseñada para jóvenes. Nosotros apostamos a la riqueza de los personajes y el talento de los actores viejos y jóvenes. Creo que más allá de la edad, la película tiene un lenguaje cinematográfico contemporáneo, una imagen accesible a los jóvenes acostumbrados al cine de Hollywood. Veo un buen balance entre los actores jóvenes y los más experimentados. El elenco incluye, entre otros, a Jacobo Morales, Adrián García, Diego de la Texera, Sara Pastor, Carmen Nydia Velázquez, Marian Pabón, Luis Raúl y Carlos Esteban Fonseca. Entre los más jóvenes están Luis Omar O’farrill, María Coral Otero, Willie Carrasco y Michael Stuart.
¿Fue difícil hacer esos puentes entre generaciones?
Lo logramos con elementos del mismo cine. Por ejemplo, el género de la comedia se recibe bien en todos los mercados y edades. Igualmente, la música es de bandas contemporáneas de aquí con fusiones de música caribeña (como reggae y bomba). Al final, es una película comercial divertida, con un mensaje que va más allá de la edad.
¿Por qué una comedia con mensaje?
Esa fue mi visión particular para esta comedia. La van a pasar bien, pero además quiero proponerles como escritor y director la idea de superar la brecha generacional. De una manera sencilla, quise plantear los resultados de la fractura familiar. Y como la risa, el amor y el surf ayudan a los personajes a reencontrarse.
¿Y después de Broche de oro?
Por lo pronto, que el público vaya a disfrutarla, en tiempos en que Puerto Rico necesita esos respiros. No nos metimos en esto para hacernos millonarios, sino para contar historias. Nuestra meta es recobrar la inversión para seguir con más historias. Personalmente, yo quiero seguir haciendo comedias así.