A Star is Born: ¿dos?

Ya que esta es la cuarta vez (he visto todas las versiones) que se hace esta película, vale la pena hablar de sus antecesoras brevemente. Todas las versiones tienen que ver con una pareja en la que el hombre está alcoholizado o endrogado y su carrera exitosa se está desintegrando, mientras que la de su compañera va en ascenso.
La versión de 1976 fue un gran éxito en la taquilla y le ganó un Oscar a Barbra Streisand por componer, junto a Paul Williams, la canción Evergreen. Sin embargo, el filme es promedio y olvidable. El productor de esa cinta, Jon Peter, quien también participó como productor en la interpretación que nos ocupa, era entonces el marido de Streisand. Tal vez por eso, en varias ocasiones en la versión presente, se hace referencia a la nariz de Ally, y se referencia su perfil: la marca de fábrica de Streisand.
En 1937 (la vi mucho después) surgió una versión dirigida por William Wellman, producida por David O. Selznick (en su época de oro), y escrita por Wellman y Robert Carson. La pareja de Dorothy Parker y Alan Campbell (eran marido y mujer), escribió el libreto. Los primeros dos recibieron un Oscar por la mejor historia original. Desde entonces, todas las refundiciones se han basado en la historia y el guión de esos cuatro. Casi todos los críticos (me incluyo) pensaron y piensan que el filme es distinguido. Las actuaciones de Janet Gaynor (mejor actriz) y Frederic March (mejor actor) fueron nominadas para los Oscar. La cinta fue la primera en Technicolor en ser postulada para mejor película del año. Los chismosos de Hollywood dijeron que la historia se basaba —aunque había otros candidatos— en la relación entre Barbara Stanwyck y su marido alcohólico Frank Fay.
George Cukor, rechazó dirigir la reiteración que acabo de mencionar, pero en 1954 consiguió que el gran Moss Hart, un genio montando musicales en Broadway (habría de dirigir la súper exitosa primera versión de “My Fair Lady” en 1956), elaborara un guión que convirtiera el drama en comedia musical llena de drama. El resultado fue una de las mejores actuaciones musicales en la historia del cinema (no se dejen llevar por algunos “ratings” erróneos que aparecen en la red y véanla, si no lo han hecho). En ella, Judy Garland —Vicky Lester en el filme, después que le quitan el nombre Esther Blodgett— demostró que no hay ninguna cantante actriz que la pudiera sobrepasar ni entonces ni ahora. Nominada por su actuación a mejor actriz, los votantes de la Academia se lo dieron a Grace Kelly por un papel de corte similar (tiene que sobrevivir a un marido alcohólico) en “The Country Girl”. La injusticia y la tontería en la decisión fue disecada en la revista Carteles por G. Caín (Guillermo Cabrera Infante) con rabia fina y gran sorna. Groucho Marx lo llamó “el robo más grande desde el de Brinks (carro armado). En esta, la primera vez que Norman Maine ve a la futura Vicky, esta está cantando “The Man That Got Away” (Harold Arlen y Ira Gershwin), a quien también le robaron el Oscar dándoselo a “Three Coins in the Fountain”, una canción tonta y del montón. Garland convierte la escena en uno de los momentos dramáticos más intensos en la historia del musical, porque con ella augura la suerte de Norman Maine. Es un momento cumbre en la interpretación de una canción que avanza la trama en un musical, que no ha sido superada por nadie.
En las versiones de 1927 y 1954 la “estrella” naciente era el personaje femenino, y el filme era sobre ella y su lucha por salvar a su amor y compañero. Cooper y sus colegas hacen que la historia sea principalmente sobre Jackson Maine. El carisma que Cooper infunde a su personaje hace creíble el amor que por Jackson siente Ally (Lady Gaga), y por qué lo sigue amorosamente a pesar de su viaje autodestructivo. Cuando la conoce por primera vez, ella está cantando en un bar de travestis, quienes han aceptado que participe junto a ellos por tener una voz estupenda. Lady Gaga se tira La Vie en Rose como si Edith Piaf no hubiera existido, pero la escena no tiene la misma resonancia artística que cuando uno escucha a la francesa, ni el impacto dramático sobre el filme que tuvo Garland sobre el suyo con la canción que mencioné arriba. Según la relación madura vemos que la química entre Ally y Jackson es intensa y sincera. Nos convencen de su amor y su compatibilidad. No solo está fundamentada en la comprensión de Ally, de que su marido está enfermo, sino en su colaboración musical. Son parte integral, por lo menos al principio, de la música que crean juntos. Eso no ha sucedido en ninguna otra versión. Si es cierto que en aquellas los protagonistas estaban en la misma línea de trabajo, actores o músicos, desde temprano en la historia sus carreras divergían. Es lo mejor de esta película, porque explica que hay algo más que atracción física entre los dos: comparten su arte. Establecido ese hecho, lo que le está sucediendo a él nos apena, porque sabemos que ambos han de sufrir intensamente lo que traerá el futuro.
Resaltando las relaciones entre Ally y su padre (Andrew Dice Clay, en una actuación muy buena); entre Jackson y su hermano Bobby (Sam Elliott, siempre estupendo, y ¡esa voz!), y la tensión que llevan sobre sus hombros los intérpretes de música popular, Cooper le añade una dimensión al filme que nos hace apreciar lo difícil que es esa forma de vida. Sus exigencias y el clamor del público, aunque no justifica la adicción, la puede propiciar.
A través del filme hay una pregunta existencial, ¿quién es el artista? ¿Es el que está en el escenario, o el que una vez alejado de ese ambiente tiene que darse cuenta de que no está rodeado de fanáticos, y que la fama es pasajera? Más significativo en ese contexto es que la Lady Gaga que conocemos a través de la TV no es Ally, y Ally no es Lady Gaga. De hecho, una de las razones por las que este filme supera por mucho la versión de Barbra Streisand es que Barbra era ella misma en aquella película. Esa transformación de Lady Gaga la establece de verdad como una “estrella que nace”. Ha entendido que el filme es sobre un personaje ficticio que antes crearon Janet Gaynor y Judy Garland, que no es la Lady Gaga de los espectáculos grandiosos. Cooper, el director, profundizó en esa distinción entre el personaje y quien lo representa con mucho atino.
La actuación de Cooper es su mejor hasta ahora. En la vida real es alcohólico reformado y ha abusado de drogas y, presumo, que eso le da un entendimiento profundo de su personaje. Eso, sin embargo, no logra las fluctuaciones emocionales que trae a su interpretación a través de su talento.
Antes de este filme, si Lady Gaga se hubiera sentado al lado mío sin estar disfrazada (como lo está en sus shows), no la habría reconocido. Después de esta excelente película, si esta mujer talentosísima está cerca, reconoceré sus ojos y los seis lunares del lado derecho de su rostro. En particular, el que está cerca de su ojo, y el bien pequeñito que habita casi en la punta de su nariz. Vayan a verla y conocerla.