Hollywood no ha muerto, pero sigue con resaca: pandemia, huelga y televisión hecha trizas. Del caos brotaron rarezas como Joker: Folie à Deux y Emilia Pérez, donde los criminales cantan en vez de morir tiroteados. En medio de este lodazal creativo aparece una película menor pero simpática: dirigida por Dan Berk y Robert Olsen, y escrita por Lars Jacobson; éstos nos entregan a un «superhéroe» que no siente dolor porque padece CIPA, un síndrome tan raro que en la vida real los pobres diablos que lo sufren no llegan a la adultez. En el filme, Nathan Caine, un buenazo incapaz de sentir dolor, protagoniza esta trama, que pasa de comedia romántica torpe a thriller absurdo tras un asalto navideño. Jack Quaid, flaco como Michael Shannon muerto de hambre, brilla en una farsa donde los golpes no duelen, pero sangran. Ríase mientras pueda: el brazo sigue sangrando, aunque nadie lo note.